Desde el fin de la Guerra del Pacífico en 1884, una serie de temas pendientes han surgido en la tensa relación que mantienen Chile y Bolivia, que incluso los llevaron ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
Y es que el conflicto no sólo tiene que ver con la demanda marítima de La Paz, puesto que también está el reclamo por el uso de las aguas del Silala, y que también incluye a los ríos Lauca y Caquena, o también conocido como Cosapilla.
Recordemos que Chile demandó hace dos años al país altiplánico ante el máximo tribunal de justicia internacional, luego que Bolivia amenazara con una segunda presentación ante La Haya por el Silala.
El curso de agua nace en los faldeos del cerro Inacaliri y del Silala, en Potosí, a 4 kilómetros de Chile. En su camino, baja la cordillera uniéndose al río Cajón, transformándose en el río San Pedro de Inacaliri, desembocando finalmente en el Loa, en la región de Antofagasta.
Todo transcurrió con normalidad, hasta 1908, cuando se intervino el curso de agua para abastecer el servicio de ferrocarril que unía ambos países.
El tema se mantuvo en bajo perfil hasta la década de los noventa, cuando Bolivia inició una licitación para la utilización de las aguas, que se lo adjudicó Ductec S.R.L. Esta empresa intentó cobrar por el uso a Codelco y Antofagasta Minerals y luego de fracasar en su intento, les cortó el suministro provocando que el problema escalara a las esferas diplomáticas.
La iniciativa que tuvo mayor avance fue la denominada Agenda de los 13 Puntos promovida por Chile, que no prosperó manteniéndose en la incertidumbre hasta la actualidad.
Incluso, en 2009 hubo un proyecto de acuerdo entre Chile y Bolivia para distribuirse equitativamente el agua. No obstante, La Paz se retiró de las conversaciones ante la oposición de Potosí, que pretendía cobrar retroactivamente a Chile por el uso del agua.
¿Qué opina Chile?
Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, por más de 8.400 años el avance del río ha formado una quebrada en pleno desierto. Hoy llegan a Chile 170 litros por segundo en promedio.
Como atraviesa por más de un país, el Silala se considera un río internacional, lo que significa que todos los países que reciben aguas de este río, tienen derecho a usarlas razonable y equitativamente. La condición natural de la pendiente no ha sido alterada por las rudimentarias canalizaciones realizadas a comienzos del siglo XX para reducir la evaporación y mejorar la eficiencia en el uso del agua.
Chile la utilizó desde principios del siglo XX, por ejemplo, para el suministro de agua potable en Antofagasta y el funcionamiento del tren desde esa ciudad a Bolivia.
Actualmente, el agua es utilizada en actividades productivas del norte del país. Durante más de 100 años Bolivia reconoció que el Silala es un río internacional, y así aparece graficado en el mapa del Tratado de 1904, que fijó las fronteras entre ambos países.
En marzo de 2016, el país altiplánico acusó a Chile de robar el agua del río, y amenazó con demandar a nuestro país ante tribunales internacionales, para impedir que siguiéramos utilizando el agua. Ante esa amenaza, en junio de 2016, Chile se anticipó y demandó a Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia.
En la memoria o texto de la demanda, se detallan los argumentos jurídicos y científicos recogidos tras investigaciones realizadas por equipos de abogados y científicos chilenos y extranjeros, que han realizado estudios en la zona.
La demanda Chile busca que se establezca que:
– El Silala es un río internacional.
– Ambos países tienen derecho a usar sus recursos de manera equitativa y razonable.
– Chile tiene pleno derecho al uso que hace actualmente de esas aguas.
Ambos países han publicado mapas donde muestran al Silala con cauces distintos.
El Lauca
El Silala no es el único río que provoca conflictos entre ambos países, también está el río Lauca, caudal internacional reconocido por ambos países, que al revés del primero, nace en Arica y Parinacota desembocando en el lago Coipasa, en Oruro, Bolivia.
El conflicto se inició cuando el país vecino acusó a Chile de desviar el Lauca aproximadamente en 1962, para abastecer el valle de Azapa, dejando sólo un 10% fluyendo libremente hacia territorio boliviano.
De acuerdo al excanciller David Choquehuanca, el supuesto desvío del 90% de las aguas, les ha provocado pérdidas de alrededor de 600 litros por segundo.
“Algunos estudios dicen que Bolivia pierde cada segundo 600 litros por segundo, estas aguas cuando hay más caudal suben a 2.500 litros por segundo, pero estamos hablando de un promedio. Bolivia pierde 600 litros por segundo de agua que alimentaba en el pasado al altiplano”, aseguró el exdiplomático según publicó el diario boliviano Página 7.
Esta situación habría provocado un grave problema para la población Chipaya, que vive a orillas del lago Coipasa. Esto, porque se estaría secando debido al desvío de las aguas en territorio chileno, generando un desplazamiento de los indígenas.
“Cuando uno ve el Lauca le hierve la sangre. Tienen que ir al Lauca. Entonces, cuando estén ahí parados van a decir: Estoy dispuesto a derramar sangre, a pelear para recuperar lo que es nuestro, para reclamar nuestro derecho”, sentenció Choquehuanca.
Al respecto, el reconocido historiador de la Pontificia Universidad Católica, Joaquín Fernandois, le baja el perfil al reclamo boliviano, debido a que se puede determinar científicamente si chile utiliza más del 50% de las aguas.
“Lo de Lauca es una excusa porque se puede determinar científicamente si Chile saca o no el 50% menos de agua”, asegura el académico. “¿Por qué estas cosas suben a debates entre países? es porque es una cosa muy emocional”, agrega.
“No hay que engañarse, no es solamente Evo Morales el que el tema chileno sea algo emocional, Morales lo ha usado de una manera extraordinariamente intensa. Él ayudó en virtuales golpes de Estado contra Carlos Meza y contra Gonzalo Sánchez de Lozada, por el tema chileno. Por eso, cuando llega al poder con una actitud aparentemente más abierta, después viene esta confrontación. Es usado por Morales, pero el tema concita ánimos en Bolivia también”, asegura el historiador.
“Cuando termine el gobierno de Morales, el tema va a seguir. No pensemos que va terminar”, añade.
Por otro lado, Fernandois pone en duda un eventual apoyo de La Haya a Bolivia ante el conflicto por el Silala, tomando en cuenta además que el mapa original del Tratado de 1904 dice “río internacional Silala”.
De ahí la importancia absoluta de dicho Tratado de Paz, según Fernandois. “Se trabajó 20 años después del término de las hostilidades y finalmente se realizó un tratado que fijó las fronteras y no hay más que decir. Las partes involucradas pueden negociar cualquier cosa, ese es un principio, pero de ánimo voluntario de ambas partes”, sentenció.
“Si Charaña se hubiera realizado, no habría cambios en la frontera en el Tratado de 1904”.
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Incluso, a juicio del académico, el hecho que acusen que las obras fueron hechas para favorecer a empresas chilenas, tampoco afectaría debido a que es un “acto legítimo” favorecer los intereses del país en el marco de la legislación internacional, que dice que no se puede desviar más del 50% del agua, salvo un acuerdo entre las partes.
¿Es posible un acuerdo con Bolivia?
Para Fernandois, “es muy difícil” conseguir un acuerdo con el país vecino. “En todo caso cualquier conversación va a ser después de La Haya, y tiene que ser voluntaria. Hay que restañar las heridas. Se conversará después, teniendo muy claro que una conversación no es obligación, con un vecino se conversan las cosas”.
“Pueden tomarse algunas ideas, pero jamás Chile va a aceptar voluntariamente ceder soberanía sin que haya compensación territorial”, asevera el historiador, agregando que “la aprobación no puede ser sólo de un Gobierno, tiene que haber un acuerdo mayoritario. Pero estamos hablando de algo lejano, porque la demanda boliviana del Gobierno de Evo Morales ha afectado la confianza chilena”.
Esto último, especialmente tras la demanda por el Silala. Y es que según reconoce Fernandois, se trató de una jugada de la diplomacia chilena como una forma de castigar a Evo Morales por llevar a Chile ante la Corte Internacional de La Haya.