Durante la mañana de este jueves, el periódico estadounidense The New York Times destacó en su portada en inglés un reportaje en el cual comprobaron y explicaron los peligros que corren los moais ante el aumento del nivel de mar debido al derretimiento de los casquetes polares por el calentamiento global.
“(La isla) Es críticamente vulnerable a los crecientes niveles de los mares”, aseguró la publicación en su artículo titulado “Isla de Pascua se está erosionando”.
Según indicó el escrito, una advertencia de las Naciones Unidas estipula que el ombligo del mundo podría terminar siendo borrado del mapa debido a la acción erosionadora de las olas en las costas pascuenses.
Lo anterior no sólo pone en peligro a los moais, sino que también a las tumbas de los rapa nui, los cuales -en su mayoría- bordean la isla. Muchos sepulcros han terminado abiertos por el actuar del mar, revelando los huesos y elementos funerarios con los cuales los cuerpos fueron depositados tras su muerte.
Aquello toma especial relevancia con los modelos climatológicos que pronostican una crecida de al menos 1,8 metros en el nivel del mar hacia 2100, lo que genera temor en científicos y residentes en el presente.
“Sientes impotencia ante esto, no ser capaz de proteger los huesos de tus propios ancestros”, dijo el líder de la comunidad indígena Ma’u Henua, Camilo Rapu, quienes están a cargo del Parque Nacional Rapa Nui. “Duele tremendamente”, detalló.
Efectos económicos
Con la inminente subida del mar, y la creciente amenaza de las olas y las tormentas, tanto el pasado como el futuro se ven amenazados, incluso la economía de la isla.
Como el turismo es la principal actividad, las principales atracciones podrían verse negativamente afectadas por la erosión, por ejemplo Tongariki, Anakena y Akahanga, dejando a los habitantes de la isla sin las decenas de miles de personas que los visitan cada año ni las divisas que éstos dejan en su paso.
Sin embargo, y pese a que, hasta el momento, los turistas eran el principal problema a enfrentar, tal lugar esta siendo alcanzado por el mar, el que de forma sistemática y continua restará terrenos y destruirá las típicas postales por las cuales Rapa Nui es conocida.
Por ello fue que, en 2016, el municipio enterró una cápsula de tiempo para ser abierta en 2066. Al interior depositaron una fotografía de una de las pocas playas con las que cuentan, Ovahe, la cual ya no tiene arena y está cubierta enteramente de piedras.
“La desenterrarán en 50 años y nos verán parados acá, donde no hay playa”, lamentó el jefe comunal, Pedro Edmunds.
Los ojos de los rapa nui están ahora puestos en Ura Uranga Te Mahina, en la parte sur, lugar que desde 2017 ha visto el efecto de las olas, con paredes de piedra de hasta 3 metros cayendo por la acción de éstas. “Ahora, todo esto va a caer”, sentenció el arqueólogo jefe de los Ma’u Henua, Rafael Rapu.
Gracias a un aporte de 400 mil dólares del Gobierno japonés, una pared para proteger a la isla de la erosión fue construida en el sector de Runga Va’e. No obstante, no es posible saber si su eventual edificación y extensión salvará el patrimonio, menos si los líderes decidirán mover los monumentos hacia el interior para preservarlos.