Seguramente has oído hablar de Turia Pitt. La valiente joven tahitiana-australiana que logró doblarle la mano al destino y cuya potente historia ha dado la vuelta al mundo.
Modelo, atleta, ingeniera y mujer empoderada, su futuro no podía pintar más prometedor. Pero nunca imaginó que a los 24 años la vida se le pondría cuesta arriba y que dependería de ella vivir.
Fue en 2011, participando en una ultra-maratón de 100 kilómetros en el oeste de Australia, que quedó atrapada en medio de un incendio de grandes proporciones. Debido al cerco de fuego, resultó muy difícil para los rescatistas llegar a ella.
Apenas con vida, fue trasladada en helicóptero a un hospital, donde se constató que sufrió quemaduras de tercer grado en el 65% de su cuerpo. Estuvo en cuidados intensivos por muchos días, con nulas probabilidades de sobrevivir. Su primer recuerdo de ese periodo, se remonta a un mes del accidente, cuando despertó en un hospital especializado en Sydney.
Turia perdió siete dedos, soportó seis terribles meses en el hospital, se sometió a más de 200 operaciones y pasó dos años en intensa recuperación, sobreviviendo, inmersa en un mar de aflicción. Los médicos que la acompañaron en la etapa recuperativa, recuerdan que el momento más crítico de cada jornada sucedía cuando ella les pedía un espejo para ver su rostro, destruido por el fuego.
Fue devastador perder el cuerpo sano que siempre tuvo y verse en una piel que no reconocía como suya. Se sentía invalidada, porque su condición ni siquiera le permitía sentarse en la cama sola.
“Los doctores me dijeron que nunca volvería a correr y ese fue un momento devastador para mí. Tenía 24 años, mi vida entera estaba delante de mí, siempre me había enorgullecido de mi misma y gran parte de mi autoestima provenía de mi capacidad atlética”, narró a la revista de nutrición y fitness, Health.
Sin embargo, ella decidió batallar y romper con el círculo de la auto-compasión. No permitió que las palabras de los médicos o las limitaciones de su nuevo cuerpo la definieran. Su vida había sufrido un giro en 180 grados, pero eso no la iba a detener. Se prometió a sí misma que un día correría un Ironman.
Así, Pitt reconstruyó literalmente paso a paso su vida, desafiando no sólo las expectativas en torno a su nueva realidad, sino que también a sus propios límites. Acompañada siempre por el amor incondicional de Michael Hoskin, en ese entonces su novio, y hoy su esposo, que hizo todo tipo de sacrificios para cuidarla, apoyarla y compartir sus sueños, incluso renunciando a los propios.
Fiel a su esencia y a sus sueños, se preparó con total propósito para competir en el Ironman de Hawái, el triatlón de 226 kilómetros y más exigido del mundo. Contra todo pronóstico médico lo logró. No solo sorteó con éxito las distintas pruebas del certamen, sino que tuvo que superar varios obstáculos adicionales.
No era ciclista, tampoco nadadora, los dedos faltantes producto de las amputaciones no le facilitaron la tarea, y debido a las graves quemaduras, gran parte de las glándulas sudoríparas de su cuerpo se destruyeron, por lo tanto, no podía regular su temperatura corporal. A pesar de todas las limitaciones, nada la detuvo.
Así, no solo completó 180 kms. pedaleando, 42 kilómetros y 195 metros corriendo, y casi 4 kms. nadando; además, motivó y asesoró a través de internet a otras 6.000 personas para que también lo lograran.
Asimismo, hizo un postgrado y en 2013 publicó sus memorias. Desde entonces, ha inspirado a millones de personas, donando tiempo y recursos a realizar labores humanitarias, principalmente recaudando fondos para sustentar programas que persiguen brindar educación de calidad a niños vulnerables, y también financiar intervenciones quirúrgicas reconstructivas, que ya han cambiado la vida de muchos en el continente Asiático.
Turia Pitt y su nuevo desafío
Hoy, a sus treinta años, Turia enfrenta uno de sus mayores sueños y desafíos, la maternidad. Antes de la llegada de su retoño, se preparó física y emocionalmente. “Tenía claro qué clase de madre quería ser para mi hijo”, confesó al medio británico Daily Mail.
En diciembre del año pasado, los Hoskin-Pitt vivieron la feliz llegada de su primer hijo, el pequeño Hakavai.
Desde entonces, su mayor reto, como el de muchas madres, ha sido la lactancia materna. Y de los momentos de mayor dificultad e introspección, aprendió a tomarse las cosas con calma, paso a paso.
“Intenta no ir demasiado lejos… cuando las cosas se vuelvan demasiado abrumadoras, o cuando la vida se torne muy estresante, respira profundo, todo lo que necesitas hacer es centrarte en ese momento, y en lo que puedes hacer hoy, lo demás vendrá, y todo estará bien…quédate en ese momento y disfrútalo, todos y cada uno de ellos”, aconseja en su blog.
Turia Pitt se confiesa una mujer feliz, y es una prueba viviente de que, con la mentalidad correcta, verdaderamente podemos lograr cualquier cosa.