El Ejército de Australia decidió expulsar a una decena de sus soldados, tras una investigación sobre los presuntos crímenes de guerra cometidos por militares durante su despliegue en Afganistán, informó la cadena pública ABC este jueves.
Un reciente informe oficial reveló que soldados australianos de élite serán investigados por el presunto asesinato de 39 civiles fuera de las operaciones de combate en el país asiático entre 2005, año en que reforzó su presencia militar, y 2016, cuando se ordenó la investigación.
El documento recomienda que 19 soldados sean investigados por estos incidentes, ninguno de los cuales se cometieron “bajo la presión en el fragor del combate”.
La televisión pública informó el jueves en exclusiva que al menos 10 soldados han sido expulsados del Ejército, al identificarlos solo como testigos o cómplices y, por lo tanto, no están entre los 19 investigados por posibles cargos penales.
Podrían haber más expulsiones y castigos
Los soldados expulsados tendrán dos semanas para apelar la decisión, informó ABC citando a fuentes del Departamento de Defensa, añadiendo que otros miembros de las Fuerzas Armadas también podrían ser expulsados o castigados con sanciones disciplinarias.
El jefe de las Fuerzas de las Defensa de Australia, Angue Campbell, declaró la semana pasada que el citado informe revela “información creíble que corrobora 23 incidentes de presuntos asesinatos ilegales de 39 personas a manos de 25 miembros de las fuerzas especiales australianas”.
Campbell, quien pidió perdón por los actos cometidos por sus efectivos, indicó que muchos de los incidentes eran parte de rituales de iniciación de los nuevos soldados. Agregó que además los implicados colocaron armas y aparatos de radio en los cuerpos de los civiles asesinados, como parte de lo que calificó una “cultura de competencia tóxica” dentro de las fuerzas de élite.
En estos “registros vergonzosos”, que en su mayoría ocurrieron en los años 2012 y 2013, “se presume que algunas patrullas se tomaron la justicia por su mano, quebraron las leyes, mintieron y mataron a prisioneros”, a la vez que “presuntamente se desalentó, intimidó y desacreditó a aquellos que deseaban hablar”, señaló Campbell.