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Los padres de Asma al Assad, suegros del depuesto presidente sirio Bashar al Assad, abandonaron sin dejar rastro su hogar en el oeste de Londres, donde ya no eran bienvenidos por la comunidad. La familia Akhras vivía discretamente en una zona residencial de Acton, pero la ausencia repentina de Fawaz Akhras, cardiólogo reconocido, y su mujer, Shara Otri, diplomática jubilada, coincide con el exilio de Al Assad en Moscú tras ser depuesto el pasado 8 de diciembre. La pareja se escondía de la comunidad siria en Londres, sobre todo de quienes apoyaban la revolución en Siria, mientras el país sufría un sangriento conflicto civil con más de 500,000 personas identificadas muertas, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. A pesar de que Asma al Assad tiene nacionalidad británica, el ministro de Exteriores, David Lammy, aseguró que no es bienvenida en el Reino Unido, reflejando el sentir de sus antiguos vecinos en Acton.

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Los padres de Asma al Assad, suegros del depuesto presidente sirio Bashar al Assad, abandonaron sin dejar rastro alguno su hogar en el oeste de Londres donde vivieron durante décadas. Según dice uno de sus vecinos a EFE, “aquí ya no eran bienvenidos por la comunidad”.

La residencia se halla ubicada en una hilera de casas adosadas con jardines delanteros en una zona residencial en Acton (oeste de la capital británica), apartada escasamente de una concurrida vía, donde la tranquilidad y el silencio inundan la atmósfera.

Sin indicios aparentes de estar habitada, los vecinos se abstienen de hacer cualquier comentario sobre la familia que vivía en la vivienda contigua, que según los medios tiene un valor de mercado en torno a un millón de libras (1,2 millones de euros).

“Mucha gente me ha preguntado ya”, dice a EFE una señora mayor ataviada en pijama y zapatillas de casa mientras deposita la basura en su cubo, tras escuchar los nombres de los padres de la hasta ahora primera dama siria, Asma al Assad.

La familia Akhras se estableció en el barrio de Acton, donde Asma nació en 1975 y donde creció bajo el seudónimo de Emma, estudió en la prestigiosa universidad King’s College de Londres y en el año 2000 se mudó a Damasco para contraer matrimonio con Bashar.

Según han publicado medios británicos, Fawaz Akhras, reconocido cardiólogo, y su mujer, Shara Otri, diplomática jubilada, abandonaron el país casi a la par que Al Assad fuese depuesto y se exiliase en Moscú junto a su mujer e hijos, el pasado 8 de diciembre.

“No eran bienvenidos por la comunidad siria, se escondían de ellos. Sobre todo de los que apoyaban la revolución”, afirma a EFE el propietario de uno de los mayores supermercados sirios de la zona, el Damas Gardens.

Alejados de la comunidad

Este distrito occidental de la capital británica alberga una importante comunidad siria, así como de otros países árabes, con comercios, supermercados, barberías, cafés y otros negocios propios.

El secretismo de las puertas vecinas impregna el barrio, donde la mayoría de comerciantes, mecánicos y dependientes no les ha visto últimamente o desconoce su paradero.

A pocas manzanas, un veterano carnicero que regenta Al Beik Butchers sí les recuerda, al mostrarle una fotografía. “Se les veía por aquí hace años. Ahora ya no”, dice mientras atiende el pedido de una mujer.

La ausencia paulatina de la esfera pública del matrimonio coincide en el tiempo con el conflicto interno sirio, que comenzó con una serie de protestas antigubernamentales en 2011 que desencadenaron la represión del régimen de Al Assad.

El sangriento conflicto civil ha causado la muerte de al menos 507.567 personas identificadas, según el último dato del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, que ascienden a 617.910 al incluir a quienes no han sido identificadas.

Centros de detención, ejecuciones extrajudiciales y fosas comunes reveladas tras su caída exponen la violencia que se ejercía durante el mandato autoritario de Al Assad.

Las redes sociales de los rebeldes sirios han mostrado imágenes en los últimos días de las lujosas dependencias del palacio en el que el depuesto líder sirio vivía, muy alejadas de la pobreza en que se halla su país desde hace años, aunque también de la vivienda adosada en la que creció su mujer.

Pese a gozar de la nacionalidad británica, Asma al Assad “no es bienvenida en el Reino Unido”, dijo hace una semana el ministro de Exteriores, David Lammy, en un eco literal del sentimiento predominante entre sus antiguos vecinos de barrio.