Como si de una partida de ajedrez bélica se tratara, en solo una semana Rusia tuvo que mover sus piezas y determinar la mejor jugada tras el levantamiento de los rebeldes en Siria, sacrificando a su peón que por décadas le sirvió: Bashar al Assad y su régimen. Pero hubo un factor clave que, según coinciden expertos, obligó al Kremlin a tomar esta decisión: Ucrania.
Por casi una década, el poder de fuego del Kremlin fue fundamental para mantener en pie al Gobierno del otrora líder sirio, quien estuvo por 24 años gobernando el país, el cual heredó de su padre Hafez, quien a su vez lo tomó en 1971.
Ante ello, sorpresa generó el alzamiento de los rebeldes insurgentes, quienes en menos de dos semanas tomaron el control de importantes ciudades como Alepo y Homs, hasta llegar a Damasco y, pese a unos primeros bombardeos rusos, lograron hacer ‘jaque mate’ al régimen de Bashar al Assad.
El líder del clan que por más de medio siglo gobernó Siria se vio forzado a abandonar el país. Con esto, se derrumbó un aliado estratégico de países como Irán, pero principalmente de Rusia.
El domingo pasado el Ministerio de Exteriores de Rusia lo confirmaba: “Como resultado de las negociaciones entre Bashar al Assad y varios participantes en el conflicto armado en el territorio de la República Árabe Siria, ha decidido dejar el cargo presidencial y abandonar el país, dando instrucciones para llevar a cabo la transferencia de poder pacíficamente”.
Al día siguiente, tanto fuentes oficiales rusas y la propia embajada siria en Rusia confirmaron que Bashar al Assad, junto a su familia, se trasladaron hasta Moscú. Ahí consiguieron asilo político por parte del Kremlin, aunque sin ahondar en mayores detalles.
Pero, ¿qué mantenía a Rusia apoyando al régimen de Assad y por qué decidió dejar de sostenerlo de manera tan abrupta? Esa respuesta la tienen académicos expertos consultados por BioBioChile, con quienes analizamos la situación en esta nota.
El derrocamiento de Bashar al Assad en Siria, un fuerte golpe para Rusia
Para el Gilberto Aranda, académico del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, lo ocurrido con Siria es “una grave pérdida” y “revés” para Rusia con “toda claridad”.
El Kremlin “acá perdió un aliado bien importante, un aliado que no es nada nuevo. Del 58′ -antes que llegara el (Partido) Baaz (Árabe Socialista) al poder- ya tenía una relación especial de intercambio o básicamente aprovisionamiento de material bélico ruso con dirección a Siria“, explica.
“En la época del Baazismo, particularmente de Bashar al Assad (desde el 2000), quien fue derrocado, esa relación se profundizó y, por lo tanto, esto es claramente un revés, teniendo presente que uno de los estados que fue clave para sostener al régimen de Bashar al Assad fue Rusia junto con Irán“, detalla.
En ese sentido, el experto recuerda que “en 2014 y 2015 estaba muy debilitado Bashar al Assad y los que revirtieron la situación fue Irán, Hezbolá y la cobertura aérea del bombardeo ruso. (Pero ahora) eso cambió. Por una parte (el Kremlin) pierde un aliado, aunque por el momento Rusia mantiene sus bases en Siria sobre el Mediterráneo, tanto la naval en Tartus como la aérea en Latakia”.
Se trata de bases militares rusas en Siria, como la aérea -específicamente- de Hmeimim y la base naval de Tartus, las cuales podrían verse en entredicho tras el derrocamiento de Assad.
De este modo, existe incertidumbre sobre el futuro de dichas bases rusas, lo cual sería complejo “porque el grupo que ha derrocado el gobierno sirio, es un grupo -rama de Al Qaeda- que une muchas facciones distintas”, advierte María José Mora, académica del Instituto de Historia de la Universidad de los Andes.
“Tenemos siete grupos más o menos diferentes entre ellos grupos yihadistas, islamistas radicales, tenemos grupos el Ejército Nacional Sirio que es un grupo que no es extremista religioso, pero sí es apoyado por Turquía, tenemos una oposición política que también se integra con otros ideales”, detalló.
“Es decir, tenemos muchos protagonistas actuando y, por lo tanto, es muy difícil prever qué camino se va a tomar y quiénes son los que van a tener la decisión final respecto de qué es lo que viene (tanto para Rusia en sus intereses, como) para Siria”, sostuvo.
Rusia contacta con HTS
Este jueves, Rusia informó que entró en contacto con representantes del Organismo de la Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham, HTS, en árabe), la coalición insurgente que derrocó a Bashar al Assad, según recoge EFE.
El viceministro de Exteriores ruso, Mijaíl Bogdánov, comentó a la prensa que los “contactos tienen lugar en una atmósfera constructiva y esperamos que los representantes que tienen la responsabilidad por la situación en la ciudad cumplan con todas sus obligaciones”.
Respecto a las bases militares rusas en Siria, el diplomático aseguró que “se quedan allí donde están, en territorio sirio. (…) No se ha tomado ninguna otra decisión. Las bases estaban allí a petición de las autoridades sirias. Su objetivo es la lucha contra los terroristas, contra el Estado Islámico”, sostuvo.
De esta manera, Rusia ha mantenido una postura sumamente prudente y se ha abstenido de tachar de terroristas a los grupos que participaron en la caída del régimen de Assad, con el objetivo de llegar a un acuerdo con las nuevas autoridades sobre el futuro de su base naval en Tartus y el aeródromo en Latakia.
Y dichos esfuerzos estarían dando sus resultados, ya que este viernes, según reportó el Observatorio sirio de Derechos Humanos, centenares de vehículos de “las fuerzas (militares) rusas comenzaron a retirarse de la zona de Hasiya, al sur de Homs, hacia la ciudad, para luego reunirse en la base de Hmeimim, en la zona rural de la (ciudad mediterránea de) Latakia”.
“Un convoy de unos 250 vehículos que transportaba a personas de diferentes nacionalidades, entre ellas rusas, bielorrusas y coreanas, además de personalidades de algunas embajadas” ha salido de Damasco hacia la misma base, en el noroeste del país árabe.
En ese contexto, no obstante, Gilberto Aranda recalca que, para el Kremlin, Siria “claramente ya dejó de ser el aliado incondicional que era en tiempos de Bashar al Assad”.
Pero ante este escenario también surge la pregunta sobre por qué Moscú dejó de prestar apoyo a Bashar. Los expertos coinciden en que esa decisión está relacionada de manera directa con Ucrania.
Ucrania, la piedra en el zapato del Kremlin: ¿Es Rusia un poder global?
Por lo anterior, el director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finis Terrae, Alberto Rojas, afirma que “para Rusia la guerra en Ucrania sin duda que se ha vuelto desgastadora, costosa, y eso significó básicamente tomar recursos de cualquier parte”.
“Eso significó tener que movilizar tropas y equipamiento militar que en algún momento había desplegado en Siria, fundamentalmente a partir de 2015, para redestinarlo al Frente ucraniano. Eso fue debilitando ese apoyo que mantenía en gran medida a Bashar al Assad en el poder, al igual que le pasó a Irán (que) había desplegado en su minuto fuerzas de la Guardia Revolucionaria iraní (y) despliegue de efectivos de Hezbolá desde el Líbano hacia Siria”, resalta.
En ese sentido, el académico Gilberto Aranda plantea la pregunta: “¿es Rusia un poder global? La respuesta es que a la vista de esto no lo es. Es más bien un poder regional que no puede sostener frentes a distancia, o dos frentes al mismo tiempo y uno a distancia“.
“Está tan concentrado en su conflicto armado con Ucrania que no tiene aparentemente la capacidad de sostener o de aprovisionar otro frente externo. Eso es bien importante porque nos da cuenta de la dimensión de potencia regional -no global- rusa, independiente que tiene un arsenal de temer y, tal vez, después de Estados Unidos, uno de los más importantes”, reitera.
Prácticamente sin tenerlo en consideración, los rebeldes de HTS se apoyaron de manera indirecta en Kiev para “alarmar” a Moscú, quedando expuesto en ‘dos flancos del tablero’: arriesgar a quedar en desventaja en Ucrania por defender a la Siria de Bashar al Assad, o seguir con su avance y dejar caer a su aliado en el Mediterráneo.
Esta última fue la decisión del Kremlin, que desde luego serviría para reforzar el frente en Ucrania. “Poco atinó a hacer Rusia excepto negociar el Status Quo, la mantención de las bases mencionadas. Está tan concentrando en su tema bélico que le dificultó una respuesta más acorde para mantener a un aliado crucial en la zona árabe, que era Siria, un aliado que defendió con todo en 2014-2015“, recordó Aranda.
“Hay prioridades y priorizó Ucrania y, al ver que la situación de Bashar al Assad estaba ya perdida, más que intentar mantenerlo vivo lo que hizo fue tratar de negociar la mantención de sus bases en sobre el Mediterráneo”, agregó.
Por el momento, el académico sostiene que para Rusia el derrocamiento de Assad es una “pérdida circunstancial”, pero advierte que si pierde sus bases militares -la naval Tartus y la aérea Latakia- se podría convertir en “una pérdida absoluta. Todo depende de la negociación que está llevándose a cabo”.
Rusia se la juega por seguir expandiéndose por el Donbás
En tanto, Rusia ha continuado intensificando sus ataques en territorio ucraniano, contra un Kiev que trata de sacar provecho al armamento proporcionados por sus socios de Occidente.
Hasta ayer, las tropas del Kremlin han seguido empujando en dirección a los feudos ucranianos de Pokrovsk y Kurájove, en la región de Donetsk, al tiempo que reivindicaron la toma de otra localidad en la región rusa de Kursk.
Esto, luego además del ataque ucraniano del miércoles con seis misiles estadounidenses ATACMS contra un aeródromo militar del puerto ruso de Taganrog, en el mar de Azov. Se trataría del cuarto ataque de este tipo por parte de Kiev contra territorio ruso, desde que fue ejecutado el primero el 19 de noviembre pasado.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, advirtió que Rusia responderá al último bombardeo ucraniano, afirmando que “se producirá cuando sea conveniente. Pero definitivamente se producirá”.
En ese contexto, el presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, encargó el jueves a su Estado mayor que haga todo lo necesario para comenzar el despliegue de misiles Oréshnik en ese país vecino de Rusia (y Ucrania), aliado del Kremlin.
Cabe recordar que Lukashenko, tras reunirse con el presidente ruso Vladímir Putin, solicitó formalmente el pasado viernes a Rusia que se transfieran misiles Oréshnik a su territorio.
Ante ello, vuelve a tomarse la incertidumbre respecto a la posible respuesta que decida Rusia ante la ofensiva ucraniana, ya que si bien Bielorrusia contará con dicho armamento ruso, el botón rojo de estos misiles supuestamente indetectables para los escudos defensivos occidentales seguirá estando en Moscú, lo que podría significar una nueva escalada en la guerra con Ucrania.