El comunicado final de los tres líderes, bautizado como “el espíritu de Camp David”, usa un lenguaje duro para referirse a la actuación en el Mar de la China Meridional, región en la que se estima que se esconden 11.000 millones de barriles de petróleo y que China se disputa con Taiwán, Brunéi, Indonesia, Filipinas, Malasia y Vietnam.
El documento conjunto también menciona el estrecho de Taiwán, isla cuya soberanía reclama China, y reafirma la importancia de que haya “paz” y “estabilidad” en esa zona, vital para el comercio internacional.
Se había mantenido como incógnita hasta el último minuto el lenguaje que los tres líderes iban a usar en su comunicado final para referirse a China.
El gigante asiático es el mayor socio comercial tanto de Japón como de Corea del Sur, pero el Gobierno de Biden lo ve como su mayor competidor a nivel global y, aunque asegura que no busca un conflicto abierto, sí ha tomado fuertes medidas para restringir su influencia económica.
Por ejemplo, este mismo mes, Biden firmó una orden ejecutiva que limita las inversiones de su país en áreas tecnológicas estratégicas en China, desde la inteligencia artificial a la computación cuántica, para evitar que las Fuerzas Armadas chinas puedan beneficiarse de la tecnología estadounidense para su desarrollo.
La cumbre de este viernes en Camp David entre los tres líderes es la primera que se celebra de manera independiente y no en los márgenes de un foro multilateral, como el reciente encuentro de los tres líderes en mayo aprovechando el G7 en Japón.
Además, Yoon y Kishida son los primeros líderes extranjeros a quienes Biden ha invitado a Camp David, lo que según fuentes japonesas y estadounidenses subraya la importancia que Washington atribuye a la alianza entre las tres naciones para la estabilidad en Asia-Pacífico.