Timothy Shaddock sobrevivió a un naufragio que lo tuvo en alta mar durante 90 días.

Timothy Lyndsay Shaddock vivió lo que un hombre no cuenta dos veces. Este náufrago australiano de 54 años, nacido en Sidney, fue rescatado a bordo de su catamarán blanco, en compañía de su perra Bella.

En su embarcación, bautizada como Aloha Toa, estuvo a la deriva en medio del mar, cerca de México, luego de partir con destino a la Polinesia Francesa.

Shaddock sobrevivió al cáncer

Aunque parezca irreal, Tim, quien se define como un enamorado del océano, ya había sobrevivido a un cáncer de colón bastante avanzado que estaba en etapa 4, un hecho vital que no le quitó las ganas de vivir nuevas aventuras.

Desde entonces, Shaddock, se involucró en tener una vida contemplativa, lejana de las comodidades de la vida moderna y con un régimen ascético basado en la comida sin químicos.

En 2013, el navegante afirmó que después de su diagnóstico implementó en su vida una dieta que considera alimentos crudos, sostuvo a Daily Mail.

Shaddock mencionó que la dieta “cruda” le permitió superar la etapa más crítica del cáncer, una situación que sorprendió a los médicos que lo trataron.“Tuve que cambiar de médico con regularidad, ya que estaban naturalmente conmocionados por los terribles resultados”, dijo a Daily Mail.

Fue su madre, Jan Shaddock, quien entregó pistas de quien es su hijo. “Es un ser humano muy especial”, expresó a The Daily Telegraph.

La mujer también recordó cuando su hijo, 20 años atrás, pudo finalmente curarse de la enfermedad que lo tuvo cerca de la muerte.

La travesía del náufrago australiano

Cabe mencionar que Tim Shaddock partió desde La Paz, ubicada en la península de Baja California, México, en abril pasado, en una larga travesía de seis mil kilómetros a través del océano Pacífico, pero de forma inesperada una tormenta destruyó los equipos electrónicos que le permitían navegar a bordo de su catamarán.

Según indicó, sobrevivió alimentándose de pescado crudo y tomando solo agua de lluvia. En lo referente a su rescate, ocurrido gracias a que el buque atunero María Delia, estaba en pleno océano Pacífico Oriental, en aguas internacionales, a 2.000 kilómetros de la costa.

“Vi al capitán y al barco pesquero. Solo puedo estar agradecido. Estoy vivo, y realmente pensé que no lo iba a estar”, recogió El País.

Sin dudas, pese al peligro que vivió el hombre se confiesa un soñador empedernido, pues desea volver a surcar el mar. “Pienso volver a navegar muy pronto. El bote es mi vida, mi tierra”, declaró.