El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, en inglés) explicó en un comunicado que el que fuera el principal lobista de Uber en Europa filtró 18,69 gigabytes de correos electrónicos, mensajes de texto y documentos internos de la plataforma al diario británico The Guardian.
Esos documentos fueron compartidos por el rotativo con el ICIJ y su red de colaboradores, a la que pertenecen medios de comunicación internacionales.
El Consorcio detalló que MacGann es un irlandés de 52 años que fue el lobista jefe de la compañía en Europa, Oriente Medio y África entre 2014 y 2016.
Además, fue el encargado de manejar la “caótica expansión global” de Uber, que le llevó a violar las leyes locales de transporte en varios países, indica el ICIJ.
“Soy parcialmente responsable”, reconoció ante The Guardian. “Yo era el que hablaba con los gobiernos, el que impulsaba esto con la prensa, el que le decía a la gente que debían cambiarse las reglas porque se iban a beneficiar los conductores e iban a conseguir muchas oportunidades económicas”.
“Cuando ese resultó no ser el caso -en realidad vendimos una mentira a la gente-, ¿cómo puedes limpiar tu conciencia si no te alzas y haces tu propia contribución a cómo las personas están siendo tratadas hoy?”, expresó.
Los documentos filtrados enseñan cómo los directivos de la compañía trataron de influenciar a políticos a lo largo del mundo para conseguir favores; negociaron contratos de inversión con oligarcas rusos, ahora sancionados; y se aprovecharon de la violencia contra los conductores de Uber para lograr que se regulara a favor de la firma.
“No hay excusas sobre cómo la compañía jugó con la vida de la gente”, dijo MacGann en el comunicado de ICIJ. “Estoy disgustado y avergonzado por ser parte de la trivialización de tal violencia”.
McGann añadió que la facilidad con la cual Uber se involucraba con las altas esferas de poder en países como el Reino Unido, Rusia, y Francia resultaba “intoxicante”, “profundamente injusta” y “anti-democrática.
“Me arrepiento de haber sido parte de un grupo de personas que ‘masajeaba’ los hechos para ganarse la confianza de los conductores, los consumidores, y las élites políticas. Debí haber mostrado más sentido común y haber presionado más para detener la locura”, manifestó el ex-lobista.
En este sentido, defendió que “es mi deber alzar la voz y ayudar a los gobiernos y parlamentarios para corregir algunos de los males fundamentales. Moralmente, no tenía otra opción”.
En respuesta a preguntas del Consorcio, una portavoz de Uber, Jill Hazelbaker, dijo que McGann no se encuentra en posición de hablar sobre la empresa a día de hoy.
“Mark solo tenía elogios para Uber cuando abandonó la compañía hace seis años”, apuntó Hazelbaker, quien se quejó de que desde entonces el exempleado se ha embarcado en litigios contra la firma en un intento de recibir el pago de un bono que ha exigido por los años que trabajó en la empresa.
“Ese pleito acabó recientemente con el pago (a MacGann) de 550.000 euros. Es notable que Mark quisiera hablar únicamente cuando recibió el cheque”, aseguró.