En un comunicado, la agencia de la ONU ha señalado que de los casi 37 millones de menores desplazados 13,7 son refugiados y solicitantes de asilo, mientras que otros 22,9 millones son desplazados internos.
Según UNICEF, cinco millones de desplazados son niños ucranianos que han tenido que trasladarse debido a la guerra con Rusia, de los cuales dos millones han tenido que abandonar el país.
A lo largo de 2021, apropiadamente 7,3 millones de niños se tuvieron que desplazar como consecuencia de sequías y graves inundaciones, como en el Cuerno de África y Bangladesh, India y Sudáfrica, respectivamente.
Estas cifras récord de desplazamiento infantil surgen como resultado directo de la “crisis en cascada” a raíz de conflictos graves y prolongados, como el de Afganistán, y la “fragilidad de países como República Democrática del Congo o Yemen“, según explicó UNICEF.
El desplazamiento de niños está aumentando con rapidez y, durante el año pasado, el número total de niños desplazados aumentó en 2,2 millones. “No podemos ignorar la evidencia: el número de niños desplazados a causa de conflictos y crisis está aumentando rápidamente y también nuestra responsabilidad para llegar a ellos”, ha afirmado la directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell.
“Espero que estas cifras alarmantes muevan a los gobiernos a evitar, en primer lugar, que los niños se vean desplazados; y, si lo están, a garantizar su acceso a educación, protección y otros servicios esenciales que apoyan su bienestar y desarrollo ahora y en el futuro”, ha aseverado.
La población de refugiados ha aumentado más del doble en la última década, y los niños constituyen casi la mitad del total. Más de un tercio -un 36%- de los niños desplazados viven en la región del África subsahariana (3,9 millones), el 25% en Europa y Asia Central (2,6 millones) y el 13% (1,4 millones) en Oriente Medio y el Norte de África.
La agencia alertó así que a medida que el número de niños desplazados aumenta, el acceso a servicios esenciales, como atención sanitaria, educación y protección, ha ido disminuyendo.
Los niños desarraigados afrontan graves riesgos para su bienestar y seguridad. Esto es particularmente real para los miles de niños separados y no acompañados, que están en un riesgo aun mayor de ser víctimas de la trata, la explotación, la violencia y los abusos, según UNICEF, recordando que los niños “constituyen aproximadamente el 34% de las víctimas totales de trata”.
La organización pidió así a los gobiernos adoptar medidas para lograr la “igualdad de derechos y oportunidades para todos los niños refugiados, migrantes y desplazados”, entre las que se encuentran “proporcionar apoyo equitativo a todos los niños, reconocer a los niños refugiados migrantes y desplazados, aumentar la acción colectiva para garantizar un acceso efectivos a servicios esenciales, proteger la infancia y poner fin a prácticas nocivas en la gestión de las fronteras”.
La respuesta de España
Desde el comienzo de la guerra en Ucrania el pasado mes de febrero, España ha dado una respuesta sin precedentes a la situación de los refugiados ucranianos que han llegado al país. “Esta respuesta debería ser el modelo a seguir a partir de ahora, y para ello debería convertirse en una política de gestión de contingencias humanitarias”, aseguró José María Vera, director ejecutivo de UNICEF España.
“Nuestro país está ante la oportunidad única de fortalecer todo el sistema de acogida a refugiados y de darle, además, un enfoque de derechos de infancia para incluir las necesidades específicas de niños, niñas y adolescentes”, aseveró.
Así, explicó que España, y todo el continente europeo, “se enfrenta al gran reto de protección a la infancia migrante, no solo la procedente de Ucrania sino también del resto de países, con grandes desafíos como las separaciones familiares, las dificultades para registrar a los niños solos y no acompañados, o la débil coordinación entre países”.
Para mejorar algunas de estas dificultades, UNICEF España propone medidas como el fortalecimiento del acogimiento familiar para contribuir a conseguir el bienestar emocional de niños, niñas y adolescentes refugiados.