Para mantener la libertad de prensa, esencial en una democracia, los periodistas deben poder realizar su trabajo con seguridad. Sin embargo, los trabajadores de los medios de comunicación se enfrentan cada vez más al peligro e, incluso a la muerte, sobre todo en países en conflicto.
Shireen Abu Akleh, una experimentada corresponsal de Al Jazeera, fue abatida el miércoles mientras cubría una operación militar israelí en Cisjordania. Un colega de la periodista, Ali Samoudi, también recibió un disparo en la espalda y resultó herido durante el incidente, según el mismo medio. No estaba claro de dónde procedían los disparos.
La muerte de Abu Akleh se ha sumado a la lista de 28 trabajadores de medios de comunicación muertos a causa de su trabajo solo este año, según el Instituto Internacional de la Prensa, una organización mundial de libertad de prensa con sede en Viena. Los periodistas “sufren cada vez más ataques en todo el mundo, y esto incluye informar en zonas de conflicto”, confirma Scott Griffen, subdirector del Instituto.
En 2021, el grupo registró un total de 45 periodistas asesinados. Y desde principios de este año, el Instituto ha constatado un aumento de los ataques violentos contra comunicadores.
¿Qué protecciones internacionales existen para los periodistas?
Al respecto, Griffen recuerda que las leyes de derechos humanos se aplican a los periodistas y están destinadas a protegerlos: “Los periodistas, al igual que los civiles, nunca son objetivos legítimos en una zona de conflicto, por lo que un ataque deliberado contra un periodista constituiría una violación del derecho internacional y los responsables tendrían que rendir cuentas”.
Pauline Ades-Mevel, portavoz de Reporteros sin Fronteras (RSF), añade que su organización “ha condenado el asesinato de Shireen Abu Akleh, porque constituye una violación de la Convención de Ginebra, así como de la resolución 2022 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre la protección de los periodistas”.
Además, hay un gran número de resoluciones de diversos organismos de la ONU, junto con otras protecciones fundamentales para la libertad de prensa, incluyendo tratados internacionales como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, afirma Griffen.
Que los autores de los crímenes contra periodistas, incluido el asesinato, sean efectivamente procesados es ya otra cuestión.
Romper el ciclo de impunidad
Lo más importante que se puede hacer en los casos que tienen como objetivo a los medios de comunicación es exigir que los responsables rindan cuentas. “Parece muy sencillo, pero no lo es: sabemos que en, al menos, el 90% de los casos en los que se asesina a periodistas, los responsables no rinden cuentas”, comenta Griffen.
“La falta de respuesta rápida a los ataques a periodistas y de detención de los responsables ante primeras agresiones crea lo que llamamos un ciclo de violencia, un ciclo de impunidad en el que los responsables sienten que pueden actuar sin consecuencias, y lo vemos como una invitación abierta a atacar a los periodistas”, agrega.
Ades-Mevel coincide en que acabar con la impunidad es crucial para poner fin al asesinato de periodistas: “Si no hay una respuesta judicial, el número de asesinatos seguirá creciendo y creciendo”.
Los casos pueden ser presentados a nivel nacional, o incluso llevados a la Corte Penal Internacional. Cuando no se toman medidas judiciales, se tiene que ejercer presión internacional, recomienda Ades-Mevel. “La presión internacional es clave en este tipo de casos porque sensibiliza a todo el mundo y obliga al Estado a asumir su responsabilidad”, dice.
Pero esa presión debe ser sostenida, a largo plazo y significativa para que sea efectiva. “De lo contrario, no es más que palabrería”, advierte.
Focos mundiales de violencia contra periodistas
Desde la invasión rusa a Ucrania, las libertades de los medios de comunicación en Europa se ven cada vez más recortadas, y la violencia contra los periodistas va en aumento.
“La situación en Ucrania es extremadamente preocupante en estos momentos”, afirma Ades-Mevel. Según el recuento de Reporteros sin Fronteras, seis de los siete periodistas asesinados mientras trabajaban “fueron atacados deliberadamente por las fuerzas rusas: periodistas internacionales, ucranianos y rusos que cubrían el conflicto”.
Sobre la peligrosa situación de los periodistas en Ucrania, Griffen vuelve a insistir en la necesidad de rendir cuentas. “Si algunos de estos periodistas fueron atacados directamente, tenemos que empezar a recoger las pruebas para posibles juicios por crímenes de guerra”, aconseja el subdirector del Instituto.
También señala a México, que tiene un elevado número de asesinatos de periodistas: once en lo que va del año. Griffen califica el caso de México de “espeluznante” y un “baño de sangre contra los periodistas”, y explica que muchas de las muertes están relacionadas con la información en torno a los cárteles de la droga: “Es una situación horrible y es insoportable, en realidad, que las autoridades mexicanas sean incapaces de controlar esto”.
¿Qué pueden hacer los periodistas para protegerse?
A la luz de toda la violencia dirigida contra periodistas, los trabajadores de los medios de comunicación deben estar bien informados y preparados, especialmente en las zonas de conflicto, creen tanto Griffen como Ades-Mevel.
Según Griffen, las empresas y organizaciones de medios de comunicación deben asegurarse de adoptar protocolos de seguridad, asignar recursos suficientes para proteger a los periodistas y garantizar un entrenamiento adecuado.
“En el caso de Ucrania, por ejemplo, es muy importante que los periodistas estén equipados con cascos o chaquetas”, señala, por su parte, Ades-Mevel, y añade que Reporteros sin Fronteras ha proporcionado allí algunos de estos equipos.
Desgraciadamente, eso no ayudó a Abu Akleh, que, según Al Jazeera, llevaba un chaleco de prensa y un casco cuando recibió el disparo mortal. “Era un icono y un símbolo para muchos periodistas en el mundo. Toda la comunidad de periodistas está de luto”, señala Ades-Mevel.