En un intento por reducir el uso del veto en el Consejo de Seguridad, la Asamblea General de la ONU acordó este martes nuevas medidas para tratar de forzar a las potencias a dar explicaciones al resto de Estados miembros cuando usen ese privilegio.
Aunque la iniciativa se lleva gestando ya desde hace dos años, se terminó por concretar después de que Rusia vetara una resolución contra su invasión a Ucrania, un movimiento que reavivó las discusiones sobre el problema que el veto plantea en el funcionamiento de Naciones Unidas.
La medida, propuesta por Liechtenstein y respaldada por decenas de países, fue aprobada hoy por aclamación y sin necesidad de someterse a voto.
Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, tres de los cinco países con capacidad de veto, apoyaron la acción, mientras que los otros dos, Rusia y China, dejaron ver su descontento.
A partir de ahora, cada vez que un país ejerza el veto en el Consejo de Seguridad, se convocará automáticamente en un plazo de diez días una sesión plenaria de la Asamblea General para discutir el asunto, donde los 193 Estados miembros de la organización tendrán oportunidad de expresarse.
El debate arrancaría con una intervención del país responsable del veto para explicar su postura y justificarla ante el resto de Naciones Unidas.
El Consejo de Seguridad es el máximo órgano de decisión de la ONU y el encargado de todas las cuestiones de paz y seguridad, es decir, el responsable por ejemplo de actuar en caso de guerras o quien tiene capacidad para establecer misiones de paz y renovar sus mandatos.
Está compuesto por cinco miembros permanentes (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido) que tienen poder de veto y por otros diez que son elegidos para mandatos de dos años y que no cuentan con ese privilegio.
Un consejo bloqueado
La intención, según explicó hoy Liechtenstein, es que la Asamblea -como conjunto de miembros de la ONU- tenga “voz” cuando el Consejo de Seguridad se ve bloqueado por el uso del veto.
“El poder de veto viene con la responsabilidad de trabajar para cumplir con los propósitos y principios de la Carta de la ONU en todo momento”, subrayó hoy el embajador de Liechtenstein, Christian Wenaweser, quien lamentó que las diferencias entre los miembros permanentes estén haciendo cada vez más difícil que el Consejo cumpla con su cometido.
Aunque el veto se viene usando desde el nacimiento de la ONU, en los últimos años se ha reavivado el debate sobre esa herramienta ante la creciente división entre las potencias, que ha bloqueado la acción del Consejo en varias de las grandes crisis recientes.
El caso más actual es el de la guerra en Ucrania, donde el órgano ha sido incapaz de tomar medidas dado que Rusia -el país invasor- tiene capacidad para frenarlas.
Moscú vetó el pasado 25 de febrero una resolución de condena de su invasión que había planteado Estados Unidos y que obtuvo una clara mayoría y, desde entonces, el resto de países se han abstenido de presentar nuevas iniciativas sabiendo que no pueden salir adelante sin Rusia.
Aunque formalmente la medida aprobada hoy no va dirigida contra Rusia, varios de los aliados más fieles del Kremlin, entre ellos Nicaragua, la calificaron como una “maniobra” de Estados Unidos y Occidente para tratar de imponer sus intereses.
Rusia, por su parte, consideró que la resolución adoptada no ofrece “ningún valor añadido” y criticó que se busque “ejercer presión” sobre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
La delegación rusa recalcó que precisamente el derecho de veto es lo que ha permitido que la ONU funcione durante décadas y ha evitado que el Consejo de Seguridad sea simplemente un órgano que ponga el sello a “decisiones cuestionables impuestas por la mayoría nominal”.
China, mientras tanto, advirtió que la convocatoria automática de sesiones de la Asamblea General en caso de veto puede llevar a confusiones.
Estados Unidos ya había adelantado previamente su total respaldo a la iniciativa, subrayando su preocupación por el “patrón de abuso del veto” por parte rusa durante las últimas dos décadas.
Desde 1946, el veto ha sido utilizado en casi 300 ocasiones, casi la mitad de ellas por parte de la Unión Soviética o Rusia, que heredó su asiento.
Además de sobre Ucrania, Rusia frenó en los últimos años otras iniciativas, incluidas distintas resoluciones relativas a la guerra en Siria, en varias ocasiones con el respaldo de China -el país que históricamente ha usado menos este privilegio-.
En décadas recientes, Estados Unidos lo ha utilizado sobre todo para bloquear textos críticos con Israel, mientras que Francia y el Reino Unido llevan sin ejercer este privilegio desde 1989.
Francia, con el apoyo de México, ya propuso en 2013 que las potencias se comprometieran a no usar su poder de veto en casos de grandes atrocidades, pero la iniciativa nunca cristalizó