Una cumbre especial sobre el coronavirus, al margen de la Asamblea General de la ONU, apunta a hacer llegar más vacunas a los países más pobres, donde la tasa de inmunización es aún muy baja.
“Me alegro de verlos a todos aquí y espero que eso signifique que se harán el test y se vacunarán, si no están vacunados aún”, dijo la embajadora estadounidense ante la ONU.
Esto, al presentar el bus que se puso para tales fines a disposición de los participantes, en el debate general de las Naciones Unidas, desde el 21 hasta 25 de septiembre.
Safety is our top priority this week. We worked with the @UN, @CDCgov, and @NYCgov to put into place numerous COVID-19 precautions – this mobile testing and vaccination van is a part of those efforts. I encourage any and all #UNGA participants to come get tested or vaccinated. pic.twitter.com/WOQb2BJOFt
— Ambassador Linda Thomas-Greenfield (@USAmbUN) September 20, 2021
Ella había pedido a los 193 Estados de la ONU no enviar a sus delegaciones personalmente a Nueva York, sino participar virtualmente en la asamblea.
Su temor era que el encuentro pudiera transformarse en un masivo foco de contagios.
Pero demasiados países no secundaron el llamado.
A diferencia de otras personas que viajan a Estados Unidos, los altos representantes políticos y sus delegaciones diplomáticas no están obligados a presentar un certificado de vacunación, sino solo un test negativo de coronavirus.
Desigual distribución de vacunas
Muchos diplomáticos ni siquiera están inmunizados, lo cual también es reflejo de la extremadamente desigual distribución de las vacunas a nivel mundial.
Mientras en algunos países ricos las hay de sobra, a todas luces los países más pobres ni siquiera disponen de suficientes dosis para vacunar a sus diplomáticos contra el covid-19.
Según cifras de “Our World in Data”, en Tanzania, Haití, Turkmenistán y otros países, menos de un 1 por ciento de la población está ya plenamente vacunada.
En toda África se han aplicado hasta ahora cerca de 135 millones de dosis. La Unión Europea, con un tercio de la población de África, ha aplicado cuatro veces más vacunas. Y Estados Unidos aún más.
China, que tiene solo un pocos habitantes más que África, ya ha inyectado más de dos mil millones de dosis contra el covid-19.
Donaciones insuficientes
Hay amplio consenso, por lo menos verbal, en cuanto a que eso debe cambiar.
China, India, los Emiratos Árabes Unidos, Alemania y otros países europeos se han sumado a la iniciativa COVAX, fundada por Francia, la UE y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en abril de 2020 para que las vacunas no solo lleguen a los países que ofrezcan suficiente dinero por ellas.
A fines de julio, el presidente estadounidense, Joe Biden, anunció que su país donaría 500 millones dosis a través de diversas vías, entre ellas, COVAX.
Ahora convocó a una cumbre sobre el coronavirus.
Justo a tiempo para dicha cumbre, Amnistía Internacional presentó un informe que vuelve a evidenciar el problema.
En él, reprocha sobre todo a las empresas farmacéuticas occidentales que se obstinen en proteger sus patentes, pese a que han desarrollado sus preparados también gracias los miles de millones de dólares de fondos públicos de investigación.
Amnistía Internacional subraya igualmente la responsabilidad de los gobiernos.
“Las vacunas contra el COVID-19 deben estar disponibles y ser accesibles para todos. Corresponde a los gobiernos y a la industria farmacéutica procurar que eso sea así”, demandó la secretaria general de la organización, Agnès Callamard.
En lo que resta del 2021, se deberían repartir 2.000 millones de dosis a los países de menores ingresos, para lograr vacunar al 40 por ciento de la población mundial. Esa es también la meta de la OMS.
Excedentes de vacunas
A primera vista, parece un objetivo muy ambicioso. Pero, según los análisis de datos de Airfinity, ya hay excedentes de vacunas en Estados Unidos, la UE, Reino Unido y Japón.
Con el nivel actual de producción, estos podrían elevarse a 1.200 millones de dosis hasta fines de año, sin que los países citados reduzcan el ritmo de vacunación.
Según los análisis deAirfinity, hasta fines de año podrían caducar en los países ricos hasta 100 millones de dosis de vacunas no utilizadas. Estas deberían hacerse llegar con la mayor rapidez posible a los países que las necesitan.
Eso es algo posible y deseable, a juicio de Elisabeth Massute, de Médicos Sin Fronteras. Sin embargo, advierte que el despliegue logístico requerido es demasiado grande. Por eso, aboga por entregar más vacunas directamente a COVAX, para reducir al máximo los problemas logísticos.
Pero, a fin de cuentas, tampoco eso será suficiente.
Para cubrir las necesidades globales habría que ampliar allí las capacidades de producción y transferir tecnología, como lo demanda Amnistía Internacional, dice Massute.
“Sobre todo empresas como Moderna y BioNTech deberían transferir su tecnología de ARN mensajero, para que se produzca también en otros países y sea posible decidir in situ cómo hacer para adaptar las vacunas a las diversas variantes”.