Tras décadas de disputas, el Vaticano y China llegaron a un histórico acuerdo provisional para el nombramiento de obispos. Los comunistas chinos rompieron relaciones diplomáticas con el Vaticano en 1951 e instauraron su propia Iglesia católica estatal. Pekín insiste desde entonces en nombrar a los obispos, algo que es una prerrogativa del papa.

Lo cierto es que mientras el papa Francisco se encontraba en Lituania, donde ha iniciado una gira por los países Bálticos, se anunció el acuerdo provisional. En China existía una Iglesia católica oficial, la llamada Asociación Católica Patriótica, creada en 1957 y controlada por el Gobierno, y otra, la clandestina, la de la Santa Sede. La Iglesia estatal china no reconoce al papa como autoridad, pero la Iglesia clandestina se mantiene leal al pontífice.

El Vaticano calcula que en el país hay entre 8 y 12 millones de católicos, pertenecientes a la Iglesia Patriótica y a la clandestina.

El papa había reiterado en varias ocasiones su deseo de superar la división de la Iglesia. El acuerdo alcanzado ahora es el resultado “de un largo proceso de cuidadosas negociaciones”, señala el Vaticano en un comunicado, “y crea las condiciones para una mayor colaboración a nivel bilateral”.

El objetivo es que la Iglesia católica “tenga obispos que estén en comunión con Roma pero a la vez estén reconocidos por las autoridades chinas”, explicó el portavoz del papa, Greg Burke.
El acuerdo implica que el papa Francisco reconozca a siete obispos de la Iglesia estatal china y revoque sus excomuniones. Dichos obispos todavía no reconocieron al papa como máxima autoridad católica.
Francisco confía en que con esta decisión “comience un nuevo proceso que cierre las heridas del pasado”, señala el Vaticano en un comunicado. Pero aún no está claro qué recibió el papa a cambio.

El Ministerio de Exteriores chino confirmó la firma del acuerdo por parte del viceministro de Exteriores chino, Wang Chao, y el vicesecretario de la Santa Sede para las relaciones con los Estados, Antoine Camilleri. “China y el Vaticano seguirán manteniendo la comunicación e impulsarán el proceso de mejora de relaciones entre ambas partes”, señala el comunicado chino sin dar más detalles del acuerdo.

“Esto no es el final del proceso. Es el comienzo”, dijo el portavoz del papa. “El objetivo del acuerdo no es político, sino pastoral”, agregó.

Reacciones adversas

El acercamiento entre el Vaticano y Pekín generó sin embargo críticas, también desde las propias filas de la Iglesia católica. Para la Diócesis de Hong Kong es “muy decepcionante”, según dijo un portavoz.
“Será perjucial y no ayudará a la Iglesia en China y el mundo”, advirtió Porson Chan, presidente de la Comisión de la Justicia y la paz de la Diócesis Católica de Hong Kong.

La Comisión duda de que China vaya a garantizar la libertad religiosa. “El Vaticano debería al menos pedir al Gobierno chino que libere a todos los obispos y curas detenidos y desaparecidos y que
deje de acosarles”, dijo Porson Chan.

El Partido Comunista de China, que oficialmente es ateo, ha visto tradicionalmente con suspicacia la religión por su influencia en la sociedad.

El nuevo Ordenamiento de Asuntos Religiosos de China, que entró en vigor en febrero, restringió aún más las actividades de las organizaciones religiosas en Internet y en las escuelas.