El gabinete de seguridad de Israel, que reúne a la cúpula militar y de inteligencia con ministros de carteras importantes, autorizó anoche al primer ministro, Benjamín Netanyahu, a decidir sobre la respuesta contra el grupo chií libanés Hezbolá tras la muerte de doce niños el sábado en los Altos del Golán ocupados.
“La reunión del gabinete de seguridad ha concluido. Los miembros del gabinete autorizaron al primer ministro, junto al ministro de Defensa (Yoav Gallant) a decidir sobre la forma y el momento de la respuesta contra la organización terrorista Hezbolá”, informó el Gobierno en un comunicado.
Israel atribuye a Hezbolá, grupo afín a Irán, el ataque con un cohete del sábado que mató a doce niños en la ciudad drusa de Majdal Shams, en los Altos del Golán ocupados por Israel, y ha mostrado pruebas que demuestran que el proyectil se lanzó desde las zonas controladas por la milicia en el sur de Líbano, aunque esta haya negado su autoría.
El Ejército israelí respondió atacando siete regiones en el interior y sur de Líbano, con presencia de Hezbolá, y Netanyahu adelantó su regreso desde Estados Unidos, donde estaba de visita oficial, y llegó ayer a Tel Aviv, donde mantuvo una “evaluación de la situación” con la cúpula militar y de seguridad, antes de reunirse con el gabinete de seguridad durante más de cuatro horas.
El estamento de seguridad habría recomendado al primer ministro Netanyahu llevar a cabo una “respuesta contundente de represalia” contra Hezbolá, pero evitar una guerra abierta contra Líbano, según filtraciones oficiales a los medios hebreos, algo que la comunidad internacional también trata de prevenir.
La diplomacia estadounidense, incluido el mediador de la Casa Blanca entre Israel y Líbano, Amos Hochstein, se esforzó ayer para evitar una guerra, mediante intensos contactos con todas las partes, tratando de impulsar una solución diplomática.
“Es muy importante que ayudemos a desactivar ese conflicto, no solo para evitar que se intensifique y se propague, sino para desactivarlo porque hay tanta gente en ambos países, tanto en Israel como en Líbano, que ha sido desplazada de sus hogares”, afirmó ayer el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken.
Reino Unido también expresó su preocupación por una mayor escalada, mientras que Egipto advirtió de que el ataque podría derivar “en una guerra regional integral” y la ONU instó a la máxima moderación de ambas partes porque la escalada podría “sumir a toda la región en una catástrofe inimaginable”.
Hezbolá está en alerta máxima y ha despejado algunos sitios clave tanto en el sur del Líbano como en el noreste del valle de Bekaa en caso de un ataque israelí, indican medios árabes; y el aeropuerto de Beirut retrasó todos los vuelos previstos para aterrizar anoche y esta mañana ante el riesgo de un ataque israelí.
La frontera entre Israel y Líbano vive su mayor pico de tensión desde 2006 con un intenso intercambio de fuego desde el 8 de octubre, que se ha cobrado la vida de unas 565 personas, la mayoría en el lado libanés y en las filas de Hezbolá, que ha confirmado unas 350 bajas de milicianos y comandantes, algunas en Siria; además de un centenar de civiles.
En Israel murieron 46 personas en el norte, 22 militares y 24 civiles, incluidos los 12 menores y adolescentes en el ataque del sábado, el más mortífero en el lado israelí desde el inicio de las hostilidades, lo que hace temer una guerra abierta que se viene anunciando desde hace diez meses.