Duchas cada diez días, cirugías improvisadas y comiendo pan con moho. Así pasaron más de un mes y medio en la Franja de Gaza algunos de los más de 20 argentinos secuestrados en Israel por el grupo islamista Hamás, según relataron a EFE algunos de sus familiares tras ser liberados esta semana.
El acuerdo de tregua e intercambio de rehenes por prisioneros entre Israel y Hamás, y la consiguiente liberación de algunos de los más de 240 secuestrados en Gaza, ha permitido conocer algunos detalles sobre las condiciones de cautiverio de los ahora exrehenes.
Entre ellos hay nueve ciudadanos argentinos, todos residentes de comunidades ubicadas a escasos kilómetros de Gaza atacadas durante el brutal asalto de Hamás del pasado 7 de octubre.
“Cuando llegó empezó a contar algunas cosas, como que no comían, que les daban un trozo de pan de pita con moho una vez por día y una botellita de agua”, describe a EFE Romina Engelbert, sobre el relato de su sobrina Yuval Angel, de 10 años.
Debido a una fractura múltiple en una pierna, la niña fue sometida a una cirugía durante su secuestro. “Se rompió la pierna en cinco lugares distintos. La operaron en Gaza pero no un médico, sino un enfermero, y ahora le falta medio dedo de un pie”, explica su tía.
La madre de Yuval, Karina Engelbert, que padece de cáncer y apenas tuvo acceso a medicación, pasó 22 días sola y separada de sus dos hijas y su marido, que continúa cautivo.
Durante los 52 días que estuvo en Gaza, Karina utilizaba uno de los escasos trozos de papel higiénico que recibían al día para hacer pequeñas bolitas con las que marcaba cada nuevo día, ayudada por el sonido de la llamada a la oración cada de mañana.
Para otros, como Clara Marman, las secuelas no son físicas sino mentales, relata a EFE su hija, Guefen Sigal Ilán.
“54 días de cautiverio dejan marcas”, comenta Guefen sobre su madre, que dice se está acostumbrando lentamente a la “libertad de poder elegir”.
“Tenían gente que los vigilaban, no podían elegir qué comer, cuándo hacer cosas básicas como ducharse, lavarse los dientes, cuándo dormir, cómo dormir o dónde”, menciona, en base a sus interacciones con su madre, su tía Gabriela Leimberg y su prima, Mia Leimberg, que también fueron liberadas esta semana.
“Les quitaron toda libertad y ahora empiezan a poder elegir de nuevo, a vivir y a decidir qué hacer, cómo pasar el tiempo y con quién estar”, sostuvo.
“Salieron del cautiverio físico, pero aún no del cautiverio mental”, agrega. Su tío y la pareja de su madre, ambos también argentinos, continúan secuestrados en Gaza.
Un elemento común entre los testimonios de los familiares, reunidos en un evento organizado por la Embajada Argentina junto a líderes comunitarios judíos de visita en Israel, es la dificultad a la hora de responder a las preguntas de los liberados sobre la magnitud del ataque de Hamás, sobre el paradero de algunos de sus familiares muertos y sobre el eventual regreso a hogares destruidos.
Los que aún esperan
Quienes también tienen preguntas para los familiares son los parientes de otros rehenes que continúan en manos de Hamás.
Tal es el caso del argentino Itzik Horn, que durante 50 días no tuvo información sobre el paradero de sus dos hijos, Iair y Eitan, y que gracias a los testimonios de los liberados ha podido saber que sus hijos al menos están vivos y juntos.
El alivio que describe Itizk al enterarse de que sus hijos están aún con vida se mezcla con el temor por las condiciones en las que se encuentran secuestrados y la incertidumbre sobre una eventual liberación.
“Las cosas que uno escucha son escalofriantes”, menciona, preocupado por los testimonios que escuchó de otros familiares y reconoce que “ahora no queda más que esperar el turno para que los liberen a ellos”.
Itzik no se muestra particularmente optimista sobre esta cuestión dado que, bajo el acuerdo actual, Hamás solo se ha comprometido a la liberación de mujeres y niños.
Consultado por EFE sobre sus sensaciones sobre el final de la tregua y la continuación de los combates, dice no saber “si eso es bueno o malo para los rehenes”, aunque destaca que “el tiempo juega en contra”.
Israel declaró la guerra a Hamás el 7 de octubre tras un ataque del grupo islamista, que incluyó el lanzamiento de más de 4.000 cohetes y la infiltración de unos 3.000 milicianos, que mataron a unas 1.200 personas y secuestraron a más de 240 en comunidades israelíes cercanas a la Franja de Gaza.
Las fuerzas aéreas, navales y terrestres de Israel han atacado desde entonces en el enclave palestino, donde ya suman más de 15.000 muertos, según autoridades palestinas, la mayoría niños y mujeres, y se estima que más de 7.000 personas están desaparecidas bajo los escombros.