“No había soldados, no había aviones, ni tanques, nada", recuerda Cecilia Gajardo desde Israel. Agregó que estuvieron solos y que mataron "a casi todos" sus vecinos en el kibutz: "solo dejaron a un niño chico vivo".

Dentro de los cientos de chilenos que vivieron de cerca, y muy cerca, los ataques de Hamás hacia Israel, estuvo Cecilia Gajardo, quien vive en Medio Oriente hace más de 30 años, luego de tener que dejar el país como refugiada política durante la dictadura de Augusto Pinochet.

El bombardeo del grupo islámico inició cerca de las 6.10 horas del sábado recién pasado, momento en que la mujer estaba en su casa en el kibutz Nahal Oz, de unos 700 metros de la Franja de Gaza.

“Las alarmas me despertaron y me lancé al suelo. Estaba sola en mi casa. Fue una lluvia de torpedos por 15 minutos. No paraban. Pensaba que iba a morir. Cuando amainaron, corrí a la casa de mi hijo, que estaba cerca. Él estaba en Eilat (balneario cerca de Jordania), y me había pedido que cuidara a su perro. Mira yo no soy religiosa, pero digo gracias a Dios fui para allá”, narró Cecilia Gallardo a La Segunda.

Ya en la casa de su hijo, ingresó en el búnker antibombas que tiene el hogar, donde estuvo casi un día completo.

“Cuando entré, lo puse (el cerrojo por dentro) y tapé la puerta con un mueble, juguetes y cosas que había para que no se pudiera entrar desde fuera. Pasé 22 horas en ese búnker. Los terroristas trataron de entrar, pero no pudieron. El perro ladraba. Quizá iba a morir, pero estaba tranquila y tuve fuerza porque al menos sabía que mis hijos y cinco nietos estaban lejos y a salvo”, recuerda la mujer.

Cecilia reafirma la versión que habla respecto de lo sorpresivo del ataque de Hamás, sobretodo para los militares. A unos metros de Nahal Oz hay una base militar, en la que, cuenta, no quedó nadie vivo de los 20 soldados ahí instalados.

“No había soldados, no había aviones, ni tanques, nada”. Agregó que estuvieron solos y que mataron “a casi todos” sus vecinos en el kibutz: “solo dejaron a un niño chico vivo”.

Relata también que los soldados llegaron a las 4:50 de la mañana del domingo, es decir casi un día después del inicio de los ataques de Hamás. Cuando salió del búnker, vio su casa y la de su hijo destruidas. “Los soldados me sacaron de ahí. Mientras nos sacaban del kibutz había disparos, nos tirábamos al suelo. Finalmente nos subieron a un bus a mí y otros sobrevivientes, en la base militar Mishmar Anegev. Era la única chilena”, recuerda Cecila Gallardo, desde Eilat.