Algo más de una semana antes del primer aniversario de su muerte, la familia de Jina Mahsa Amini se dirigió a la opinión pública iraní, anunciando en Instagram, el pasado 8 de septiembre, que le gustaría guardar luto ante la tumba de la joven el 16 de septiembre.
Sus parientes, como cualquier familia en duelo, quieren celebrar un servicio funerario religioso y tradicional por su querida hija. Desde hace un año, la familia se encuentra bajo vigilancia de las fuerzas de seguridad.
Pero no solo la familia de Mahsa Amini está en la mira de las autoridades, también son vigilados muchos cementerios del país para evitar aglomeraciones, ya que estas podrían desembocar rápidamente en protestas, como ocurrió el año pasado.
El mayor movimiento de protesta en décadas
Jina Mahsa Amini fue detenida en 2022 durante un viaje a la capital, Teherán, y llevada a comisaría, supuestamente por no llevar adecuadamente el pañuelo en la cabeza.
En Irán, las mujeres están estrictamente obligadas a llevar pañuelo en la cabeza en público. Pocas horas más tarde, fue trasladada sin vida de la custodia policial al hospital. Tres días después, el 16 de septiembre, fue declarada oficialmente muerta.
Las protestas masivas comenzaron con el funeral de Jina Mahsa Amini en su ciudad natal, Saghes, localidad kurda del oeste de Irán, y se extendieron rápidamente por todo el país.
Las participantes, en su mayoría mujeres jóvenes, se quitaron el pañuelo. Su lema: “Mujer, vida, libertad”. Las concentraciones generalizadas se convirtieron en las mayores y más prolongadas protestas desde la fundación de la República Islámica en 1979, a las que el Gobierno respondió con represión y violencia masivas.
Es difícil conocer cifras exactas, pero, según organizaciones independientes de derechos humanos, las fuerzas de seguridad iraníes mataron al menos a 527 manifestantes, entre ellos 17 menores, durante las protestas que tuvieron lugar entre el 16 de septiembre de 2022 y finales de enero de 2023.
El velo como símbolo de opresión sistemática
No obstante, activistas de derechos humanos están convencidos de que estas protestas han cambiado de forma permanente las relaciones políticas y sociales de la sociedad iraní.
Uno de los cambios más significativos se refiere a la nueva apariencia de las mujeres en público.
A pesar de las medidas punitivas más estrictas, como las multas, muchas mujeres se niegan a llevar el pañuelo obligatorio. Consideran que el pañuelo es un símbolo de opresión y humillación sistemáticas y ya no quieren someterse a las reglas asociadas a él.
El Gobierno lucha contra su propia población
“Estamos ante un movimiento progresista que dará sus frutos a largo plazo”, opina el escultor iraní de fama internacional Barbad Golshiri, quien ahora vive en París.
“El movimiento ‘Mujer, Vida, Libertad’ está dando lugar a una revolución cultural desde el estrato más bajo de la sociedad. Está cuestionando valores que los déspotas han querido imponer a su sociedad desde arriba desde los años ochenta”, señala a DW.
El 22 de agosto, el Parlamento iraní aprobó una controvertida ley que prevé medidas punitivas más severas en caso de incumplimiento de los códigos de vestimenta islámicos. Entre ellas, hasta 15 años de cárcel por infracciones múltiples.
También se castiga la publicación en Internet de fotos de mujeres sin velo.
Además, está prevista la prohibición de salir del país. La justicia amenaza con cerrar supermercados, restaurantes o museos que permitan la entrada a mujeres sin velo.
En cambio, las mujeres religiosas estarán mejor protegidas. Si se insulta a mujeres con velo, el castigo para el infractor es de seis meses entre rejas y 74 latigazos.