El líder socialdemócrata Kiliçdaroglu es el aspirante presidencial de la Alianza Nacional, integrada por seis partidos, que busca gobernar Turquía y promete reducir impuestos, volver a la democracia parlamentaria, la ortodoxia económica y cambios drásticos en la política exterior que incluyen tomar distancia de Rusia.
Por primera vez en mucho tiempo, Erdogan presenta altas probabilidades de ver arrebatado el sillón presidencial. Expertos y académicos abordan la vital encrucijada que enfrenta un país en el que, se espera, más de 60 millones de votantes elijan a su nuevo mandatario.
La influencia que mantiene Erdogan
Pablo Álvarez, secretario de estudios de la Escuela de Historia y académico de Sociología de la Universidad Diego Portales (UDP), sostiene que efectivamente es posible que Erdogan pierda debido al descontento que ha generado su figura.
“Turquía tiene una inflación gigantesca, de hecho es de los países con mayor inflación de la OCDE”, indica, agregando que el manejo tras el terremoto también ha sembrado dudas.
“Hay que pensar que Erdogan lleva 20 años en el poder, entonces mucha gente joven sólo lo ha visto a él en el poder. Hay mucha gente joven que ya está un poco harta de Erdogan”, complementa.
Eso sí, plantea Álvarez, Erdogan y el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) sigue siendo poderoso en “zonas rurales, en las zonas pobres. Cuando uno va a Turquía se da cuenta que hay pobreza muy rural, no tanta marginalidad en las ciudades”.
“Y ahí es donde es fuerte el sector de Erdogan. Son sectores más conservadores pero la cuestión del terremoto causó un impacto gigantesco, entonces claro, el descontento con Erdogan en esas zonas también es muy alto”, precisa, añadiendo que el actual mandatario aún tiene “mucha musculatura política. Tiene mucha capacidad de movilización”.
Una eventual impugnación
Aunque Álvarez no descarta que eventualmente Erdogan impugne las elecciones en el caso de una derrota, agrega que es altamente probable que acepte el resultado porque todavía tiene mucho margen de poder.
“El AKP sigue siendo muy fuerte, él sigue teniendo mucha prestancia y Kılıçdaroğlu no es muy carismático. Es una persona que estaba jubilada, tiene 74 años, era un burócrata, no era un tipo que digamos que tuviera mucha presencia y prestancia”, sostiene.
“Si Erdogan llegara a perder por el descontento que hay, seguirá teniendo mucho poder en el Parlamento, mucho poder en los sectores rurales, los sectores pobres y en los sectores conservadores. Pero además ha amasado mucho poder en la mezquita”, detalla.
El académico menciona que desde el establecimiento de la República de Turquía, ha sido un país celosamente laico, pero con Erdogan ha habido una vuelta hacia un conservadurismo. “Hay un intento de re-islamización de la juventud y eso lo ha hecho a través de la mezquita”, precisa.
“Eventualmente, viendo la situación de inestabilidad, la situación internacional, probablemente Erdogan diga ‘voy a aceptar pero después de todo tengo la capacidad de volver al poder más adelante’. Yo creo que esa es una alternativa”, menciona.
“Una cosa que se podría dar es la impugnación, puede ser, como también puede aceptar su derrota más factiblemente. Pero también hay otras cosas. Ya en 2016 hubo una suerte de intento de golpe que más bien yo creo que fue un autogolpe. Entonces claro, no hay que descartar que sucedan otras cosas. Ojalá que no suceda nada de eso pero está ahí, es una posibilidad”, alerta.
País clave a nivel internacional
Álvarez enfatiza en que Turquía hoy en día es un actor clave en diferentes frentes. “Es clave en la guerra en Ucrania por ejemplo ya que es el único miembro de la OTAN que es fronterizo a Rusia. Es un actor clave en la guerra en Siria, es un actor clave en la cuestión de los refugiados en Medio Oriente porque tiene cerca de cuatro millones de refugiados de Siria. Es un actor clave en las negociaciones del Medio Oriente en el conflicto palestino-israelí”, espeta.
Por lo mismo, añade, para muchos, incluyendo a Estados Unidos, la apuesta es ‘Erdogan no nos gusta pero probablemente sea la mejor opción en este momento’. “O sea, más vale diablo conocido que diablo por conocer. Y para otros yo diría que, sobretodo para gente ligada ONGs o centros de pensamiento, ese tipo de pensamiento centrado en los intereses es muy negativo porque de alguna manera impediría una profundización de la democracia o una redemocratización de Turquía”, dice.
En ese sentido, plantea que lo ideal para algunos centros de pensamiento, actores políticos, ONGs, etc, sería que Kılıçdaroğlu llegue al poder. “Kılıçdaroğlu viene de un partido muy tradicional, formado por Kemal Atatürk, de tendencia nacionalista pero también socialdemócrata. Tiene un discurso más de profundización de la democracia, muy moderno, laicista, etc.
Eso sí, Álvarez precisa que tiene una alianza con partidos sobre los que hay dudas respecto a cómo funcionará. “Es una alianza básicamente estratégica para derrocar a Erdogan, pero es con partidos con los que no tienen afinidades políticas”, matiza.
Finalmente, Álvarez reconoce que es una elección sumamente clave ya que a diferencia de las anteriores, en las que se daba por seguro de antemano el triunfo de Erdogan, en esta ocasión todo puede pasar.
“Aquí hay posibilidades de que pierda. Hay mucho descontento por la situación económica, hay mucho descontento por lo que sucedió con los terremotos. Pero tampoco hay mucha certeza respecto de cómo sería un gobierno nuevo. Entonces, hay mucho en juego”, concluye.
Las expectativas en torno a Kılıçdaroğlu
Guido Larson, Magíster en Ciencia Política, mención Relaciones Internacionales, y miembro de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, hace una diferenciación entre la chance teórica de que Kılıçdaroğlu gane respecto a la chance política.
“Hoy las encuestas dicen que Kılıçdaroğlu tiene entre 7 y 10 puntos de ventaja respecto de Erdogan. Hay encuestas que dan un margen relativamente menor y otras un margen relativamente mayor. Entonces, desde el punto de vista de la opinión pública, el menos, está bien aspectado”, puntualiza.
No obstante, plantea Larson, también están las circunstancias político-electorales en las cuales se va a desarrollar esta votación, particularmente porque Erdogan y su partido de Justicia y Desarrollo tienen un control muy significativo de distintas entidades del Estado.
“Hay mucha duda y suspicacia respecto del grado de libertad que pueda tener esta elección. Desde el punto de vista nominal, claro, hoy día Kılıçdaroğlu tiene chances de ganar, pero desde el punto de vista de la mecánica electoral y de la manera en como operará el aparato del Estado durante ese día, hay muchas dudas de que lo pueda derrotar, ya sea en buena lid o ya sea en base a tácticas no democráticas que eventualmente Erdogan pueda aplicar”, esgrime.
Tensión potencial sobre los comicios
Larson dice que actualmente el AKP cuenta con lo que se llama dominio institucional. “Es decir, tiene control de la policía, tiene control del poder judicial y tiene control de los medios de comunicación”, señala.
“Eso le entrega obviamente al AKP un enorme grado de poder, no solamente para, en una fase clave, modelar las expectativas y las perspectivas que tiene la ciudadanía turca con relación al gobierno, sino eventualmente en base a toda la serie de mecanismos institucionales de carácter jurídico que debieran activarse en una visión de este tipo”, agrega.
“Entonces si el cuerpo judicial está controlado por el AKP y ese mismo poder debe certificar la votación, entonces obviamente ahí hay una tensión potencial que se da en ese ámbito. Ahora, esto también en un contexto en donde desde hace mucho tiempo Turquía es calificado como un país no libre, como un país que ha tenido un giro autoritario”, añade.
Larson remarca que Turquía ha tenido cambios constitucionales que le entregan al Ejecutivo enorme poder. “Es un país en donde Erdogan fundamentalmente ha gobernado bajo decreto, en donde las elecciones que se han hecho en el pasado, en particular las de 2018, se realizaron bajo un estado de emergencia, en donde ha aplicado el ley de manera bien arbitraria para ajusticiar y eventualmente arrestar a potenciales competidores políticos”, expresa.
“Entonces no hay que pensar que es una elección que se da con estándares altos de democracia como en algunos países occidentales, sino que va a tener sus problemas”, matiza.