Los sismos destruyeron sin distinción las áreas dominadas por los diferentes actores del conflicto civil sirio, pero han dejado intactas las enemistades internas, que han frenado lo que en principio debían haber sido gestos altruistas sin precedentes entre rivales y han dejado varados varios envíos humanitarios.
La tragedia pasó por encima de los frentes que dividen las áreas opositoras del noroeste del país y aquellas en manos del Gobierno de Bachar al Asad, los dos principales involucrados en la guerra iniciada a raíz de las revueltas populares desatadas contra Damasco que el mes próximo cumplen 12 años.
Sin embargo, apenas afectó las zonas del noreste de Siria controladas por los kurdos, a su vez rivales de ambos bandos.
La autoproclamada Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (kurda) envió dos convoyes con ayuda a las zonas dominadas por Damasco en la provincia noroccidental de Alepo, pero ambos continúan parados en el cruce de Al Tayha esperando “aprobación para entrar”, confirmaron esas autoridades en su cuenta de Twitter.
Lo mismo ocurre con otro cargamento con destino a las zonas opositoras, las más afectadas por los seísmos, que permanece varado desde hace días en el cruce de Umm Jalud.
La ayuda kurda, entre dos frentes
La asistencia humanitaria para las zonas rebeldes se dirigía a la provincia de Idlib y a Afrín, una localidad muy afectada por la catástrofe y que Turquía y sus milicias aliadas arrebataron a los kurdosirios durante una ofensiva transfronteriza lanzada en 2018.
Las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza armada liderada por kurdos afiliada a la Administración Autónoma, acusaron el pasado viernes a las “facciones armadas apoyadas por Turquía” de bloquear el paso al convoy “por quinto día consecutivo”.
“Negar el acceso a la ayuda para los necesitados es considerado por las leyes internacionales como un crimen contra la humanidad”, denunciaron las FSD en un comunicado.
Ankara considera terrorista al principal componente de las FSD, las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), que han sido objetivo de sus principales operaciones turcas en Siria en los últimos años y a las que amenazó con una nueva ofensiva hace apenas tres meses, tras culparlas de un atentado en Estambul.
No ha corrido mucha mejor suerte otra asistencia donada por los kurdos a la provincia de Alepo y a la que el Gobierno del presidente Al Asad le ha impedido el paso en el cruce de Al Tahya.
“El régimen exige obtener el 50% de la ayuda antes de permitir que continúe (…) El convoy incluye cisternas con combustible para los vehículos y los equipos utilizados en el rescate, además de alimentos y material médico ofrecido por la Media Luna Roja kurda”, afirmó el director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, Rami Abderrahman.
Según el jefe de la ONG, con sede en el Reino Unido y una amplia red de colaboradores sobre el terreno, Damasco acabó permitiendo el paso únicamente al carburante, un bien escaso en el país, y el cargamento iba dirigido a áreas en manos de las fuerzas gubernamentales sirias.
La red de periodistas Rojava Information Center (RIC) habló anoche con integrantes de un convoy de la Media Luna Roja kurda al que “el Gobierno sirio le ha demandado que ceda la mitad de sus suministros, incluida una ambulancia, para poder pasar a las zonas afectadas por el terremoto”.
No está claro si se trata de los mismos camiones reportados por el Observatorio, ya que durante las negociaciones con la ONG Damasco aseguró que impondrá la misma condición a todos los que quieran ingresar ayuda al cantón de Shehba y a los barrios de Sheij Maqsud y Ashrafieh, pequeños territorios aislados controlados por los kurdos en Alepo.
La pugna Damasco-IDLIB
Por su parte, el Gobierno sirio anunció que está dispuesto a llevar ayuda a las zonas opositoras, incluida Idlib, considerada el último bastión rebelde del país árabe y donde está en vigor desde 2020 un alto el fuego respetado solo a medias.
Una fuente diplomática que pidió el anonimato confirmó a EFE que un convoy enviado directamente por el Ejecutivo de Al Asad pretendía entrar a Idlib para donar suministros a las áreas en manos de los rebeldes, con los que se negoció su entrega a través de la mediación de Emiratos Árabes Unidos (EAU).
El convoy se encontraba el jueves por la noche en Saraqib, una zona retomada por Damasco hace tres años, esperando luz verde para entrar en terreno opositor que hasta hace tan solo una semana eran habitualmente objetivo de la artillería de Damasco y los bombardeos de su aliada Rusia.
Sin embargo, todavía no se ha producido la entrega, presumiblemente ante el rechazo de la ayuda por parte de alguno de los grupos que operan en la región, la mayoría bajo el paraguas de la alianza islamista Organismo de Liberación del Levante, en la que se incluye la exfilial siria de Al Qaeda.
Es muy posible que la maraña de enemistades sirias esté también detrás del retraso en la llegada de asistencia de la ONU a la zona, solo accesible de forma directa desde el otro lado de la frontera turca o pasando por zonas sirias en manos de actores rivales.
Las Naciones Unidas, que solo han enviado tres convoyes tranfronterizos a la región en casi una semana de emergencia, han dado argumentos vagos para la demora, como los daños infligidos por los sismos a unas carreteras que otras fuentes confirmaron estaban transitables desde el inicio.
Ayer, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que esperaba “luz verde” para ingresar ayuda desde las áreas de Damasco, sin especificar de quién debe llegar la aprobación.
El Gobierno de Al Asad se ha opuesto siempre a los envíos directos desde Turquía, que linda con Idlib, y demanda que toda la ayuda a las regiones opositoras pase por sus manos, una postura que Moscú se ha encargado de imponer en el Consejo de Seguridad de la ONU en nombre de su aliado.