Benjamín Netanyahu está de vuelta.
Al final del aún gobierno de coalición de ocho partidos, la Knesset declaró su disolución en el verano boreal de 2022, y llamó a nuevas elecciones, las quintas en un lapso de tres años y medio.
Ahora, el resultado de las parlamentarias en Israel indica que el perfil político de línea dura de Netanyahu, que se ve a sí mismo como un ganador, se impuso, dándole la victoria al partido Likud, una coalición de derecha.
“No hay lugar para los débiles. Los débiles se desmoronan, son masacrados y borrados de la historia, mientras que los fuertes, buenos o malos, sobreviven”, dijo Netanyahu en 2018, durante un evento en un centro de investigación nuclear israelí.
El quiere estar entre los fuertes. Muchos lo llaman “rey Bibi”.
Según se dice, “Bibi” es un apodo heredado de un primo del mismo nombre. Y ese título ficticio de realeza le agrada a Netanyahu, quien alimenta esa narrativa desde hace décadas.
En el escenario internacional, Benjamín Netanyahu buscó como primer ministro la cercanía de otros hombres poderosos, así como de populistas de derecha.
Tanto la de Jair Bolsonaro, en Brasil, como la de Viktor Orbán, en Hungría, o la del expresidente estadounidense Donald Trump, quien le cumplió su gran deseo de trasladar la embajada de EEUU a Jerusalén, y de rescindir el acuerdo nuclear con Irán, lo que se tradujo en éxitos políticos.
En cuanto a Putin, no solo es un buen amigo político de Netanyahu, sino que es popular en un gran sector de la población israelí.
Subestimado por su padre
Durante du juventud, sin embargo, Netanyahu no pertenecía al bando de los fuertes y ganadores.
“Benjamín Netanyahu nunca obtuvo el reconocimiento de su padre”, dijo el productor cinematográfico Dan Shadur, autor del documental “King Bibi”, de 2019, en una entrevista.
Es el mediano de tres hermanos, y su padre siempre vio a Jonathan, el mayor, como el futuro líder de Israel, no a Benjamín.
Pero Jonathan murió en 1976 durante un operativo de liberación en Entebbe, Uganda.
Hoy es considerado un héroe de guerra en Israel. El padre de Netanyahu era Benzion Netanyahu, un profesor de Historia Judía y un sionista radical, que dijo en una entrevista.
“La tendencia a pelear está en la naturaleza de los árabes. Es un enemigo nato. Su personalidad no le permite compromisos. Está en un estado de guerra permanente”, dice.
Cuando Israel fue gobernado por fuerzas izquierdistas en las décadas de 1960 y 1970, la familia no se sintió comprendida ni bienvenida y se mudó a Estados Unidos.
Netanyahu creció en el estado de Pensilvania y comenzó a trabajar como consultor de gestión después de sus estudios.
A mediados de la década de 1980, Netanyahu se convirtió en representante permanente de Israel ante las Naciones Unidas, como un hombre elocuente, sofisticado y culto que sabía cómo impresionar con carisma, humor, y un inglés casi sin acento.
En 1988 regresó a Israel con el perfil de un nuevo tipo de político.
Benjamín Netanyahu, el primer ministro más joven de la historia
Ingresó al Parlamento israelí por el partido de derecha Likud y se convirtió en viceministro de Relaciones Exteriores.
Cuando el primer ministro Isaac Rabin, coautor de los Acuerdos de paz de Oslo, fue asesinado por un fanático judío de derecha en un mitín en Tel Aviv, en 1995, la violencia entre israelíes y palestinos se intensificó.
Netanyahu acusó al primer ministro entrante, Shimon Peres, de no controlar la violencia y se impuso en las elecciones.
En 1996, Netanyahu se convirtió en primer ministro por primera vez, el más joven en la historia del país.
Para entonces ya se había casado por tercera vez, con Sara, a quien multaron en 2019 por malversación de fondos públicos. También siguen pendientes los procedimientos por corrupción contra el propio Benjamín Netanyahu.
Si vuelve a ser primer ministro, podría mejorar significativamente sus posibilidades de evitar una condena o incluso el encarcelamiento.
Él ve la investigación en su contra como una “cacería de brujas” por parte de los medios y las fuerzas de izquierda.
En 1999, Netanyahu no logró defender su cargo de primer ministro. El ala de derecha le recriminó hacer demasiadas concesiones en los Acuerdos de Oslo, y ya pesaban acusaciones de corrupción en su contra.
Ehud Barak, del Partido Laborista, ocupó su lugar al mando del país.
Propuesta de solución de dos Estados, y luego giro a la derecha
Una década más tarde, volvió al poder. En 2009, Netanyahu, de línea dura, habló por primera vez de una solución de dos Estados y un Estado palestino desmilitarizado.
Pero en lugar de perseguir ese objetivo, en los años siguientes giró más hacia la derecha. A ello contribuyeron los masivos enfrentamientos con Hamás, que gobierna en la Franja de Gaza, en los años siguientes de su mandato.
Esos enfrentamientos “cambiaron la imagen en Israel de forma bastante drástica”, dijo Peter Lintl, experto en Israel de la Fundación para la Ciencia y la Política en entrevista con DW, en 2019.
Para la mayoría de los israelíes, eso significa que Israel no puede retirarse de Cisjordania.
Cuando Benjamin Netanyahu fue reelegido en 2015, formó una coalición de derecha, el gobierno más derechista que ha tenido Israel hasta el momento.
Aunque Netanyahu se negó a incluir aspiraciones de anexión en el programa de su partido, declaró antes de las elecciones que si era reelecto quería anexar a Israel el Valle del Jordán, donde viven 60.000 palestinos.
Con ese cambio de rumbo, quería asegurar los votos del ala derecha del electorado, que necesitaba para hacer de su partido la mayor fuerza política, y obtener el mandato para formar un gobierno.
Los partidos más a la derecha del Likud han llevado a Netanyahu en esa dirección en los últimos años, dijo Lintl. “El miedo a perder votos a favor de los partidos de derecha ha empujado a Netanyahu a tomar posiciones de derecha”.
Las cinco elecciones en tres años y medio han dejado en claro lo difícil que es forjar una coalición entre las muchas facciones diferentes de la Knesset.
Queda por ver si el éxito electoral de Netanyahu será suficiente para convertirlo en primer ministro nuevamente esta vez.