Prisioneros del grupo yihadista Estado Islámico (EI) recluidos en una cárcel de la provincia de Al Hasaka, en el noreste de Siria, iniciaron un motín por segunda vez desde la noche del jueves, en medio de un estallido de violencia que ha causado al menos cinco muertos.
“Nuestras fuerzas están lidiando con un nuevo intento de fuga colectiva por parte de los miembros de EI. Las células de la organización terrorista que usan viviendas civile como trincheras. Están disparando intensamente”, informaron en un comunicado las Fuerzas de Siria Democrática (FSD).
La alianza armada liderada por kurdos a cargo de la seguridad en esa zona aseguró en otra nota que ha arrestado a 89 terroristas en las inmediaciones de las instalaciones penitenciarias, si bien los enfrentamientos con el grupo continúan en sus alrededores.
Las FSD confirmaron haber matado de madrugada a cinco yihadistas, uno de ellos de nacionalidad china, si bien la ONG Observatorio Sirio de Derechos Humanos ha elevado el balance total de muertos a 41 en el primer motín desatado a última hora de ayer y los combates que le han seguido.
Según datos del Observatorio, con sede en el Reino Unido y una amplia red de colaboradores sobre el terreno, los fallecidos son 20 efectivos de las fuerzas kurdosirias, 16 combatientes del EI y cinco civiles, una cifra que podría aumentar en las próximas horas debido a la presencia de un “gran” número de heridos.
Motín en cárcel de Siria
A última hora del jueves, los presos de la cárcel de “Geweran”, donde residen unos 3.500 miembros del EI, entre ellos importantes líderes de la formación, se amotinaron ayudados por otros yihadistas en libertad que hicieron detonar un coche bomba cerca de la prisión.
Según la versión de los kurdosirios, varios de los terroristas huyeron posteriormente a un barrio aledaño y se apostaron en residencias civiles, desde donde se están enfrentando a las fuerzas kurdas en duros choques que continúan más de 15 horas después.
Este no es el primer alzamiento en “Geweran”, pero el Observatorio lo considera el “mayor ataque de este tipo” desde la derrota territorial del grupo yihadista en Siria en marzo de 2019.
Miles de combatientes del EI y sus familiares permanecen en cárceles o en campamentos de refugiados administrados por los kurdosirios en el noreste del país, la mayoría de ellos tras haber sido detenidos durante la ofensiva para expulsarlos de los últimos territorios que controlaban en esa región.