El Gobierno de Estados Unidos evitó este domingo asumir culpas por el triunfo de los talibanes en Afganistán e intentó sin éxito combatir los paralelismos con el fin de la guerra de Vietnam, mientras aumentaban las críticas a su gestión de la retirada.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, responsabilizó de lo ocurrido a las fuerzas de seguridad afganas y al Gobierno del expresidente Donald Trump (2017-2021), mientras la oposición republicana tachaba de “inexcusable” y “vergonzosa” la actuación de la Casa Blanca.
“Las fuerzas (afganas) han sido incapaces de defender el país, y eso ha ocurrido más rápidamente de lo que anticipamos”, dijo Blinken en una entrevista con la cadena televisiva CNN.
“No es Saigón”
Mientras las televisiones mostraban imágenes de helicópteros trasladando al aeropuerto de Kabul a todo el personal de la Embajada de Estados Unidos, Blinken intentó desestimar las comparaciones con la caída de Saigón que puso fin a la guerra de Vietnam en 1975.
“Esto no es Saigón”, subrayó el jefe de la diplomacia estadounidense, a pesar de que en esa ciudad hubo una evacuación aérea del personal de la embajada prácticamente idéntica a la de Kabul.
“Fuimos a Afganistán hace 20 años, con una misión que consistía en lidiar con aquellos que nos atacaron el 11-S, y hemos tenido éxito en esa misión, en los objetivos que nos marcamos”, añadió.
Sus palabras no convencieron a la oposición republicana, que expresó su furia en entrevistas televisivas y durante sendas videollamadas con senadores y congresistas que Blinken mantuvo junto al secretario de Defensa, Lloyd Austin, y el jefe del Estado mayor conjunto, Mark Milley.
“Una superpotencia fuera de combate”
“Los terroristas y nuestros máximos competidores, como China, están observando (el espectáculo) vergonzoso de una superpotencia fuera de combate”, dijo el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, en un comunicado.
Muchas de las críticas se centraron en el hecho de que, el pasado 8 de julio, Biden pronosticó que “bajo ninguna circunstancia” se sacaría al personal de la embajada “desde el tejado”, y consideró “altamente improbable” que los talibanes acabaran “conquistando todo” el país.
Este domingo, el presidente evitó hacer ninguna declaración mientras los estadounidenses contemplaban el traslado al aeropuerto de Kabul del personal de su embajada, donde se retiró la bandera de EEUU que había presidido sobre el complejo durante dos décadas de guerra.
Desde la residencia presidencial de Camp David (Maryland), donde pasó el fin de semana, Biden recibió información sobre la situación en Afganistán en una videoconferencia con su equipo de seguridad nacional, informó una fuente de la Casa Blanca.
El sábado, cuando el asedio de Kabul parecía inminente, Biden justificó una vez más su gestión de la retirada militar en Afganistán, al tiempo que ordenó enviar 1.000 soldados más al país centroasiático para completar la evacuación de miles de estadounidenses y afganos.
“Un año más, o cinco años más, de presencia militar estadounidense no habrían marcado ninguna diferencia si los militares afganos no pueden o no van a mantener el control de su propio país”, defendió el mandatario en un comunicado.