Los talibanes empiezan a acercarse a Mazar-i-Sharif, la mayor ciudad del norte de Afganistán, en una región donde han afianzado sus posiciones y de la que los civiles huyen en masa frente a este avance aparentemente imparable.
Ante las victorias militares de los insurgentes, Estados Unidos activó su diplomacia, con una reunión de su emisario Zalmay Khalilzad con representantes internacionales iniciada a comienzos de la tarde en Doha (Catar).
Ciudad histórica y centro comercial, Mazar-i-Sharif es el pilar sobre el que siempre se ha apoyado el gobierno para controlar el norte del país, una zona habitualmente contraria a los talibanes.
Fue ahí donde encontraron la resistencia más encarnizada durante su ascensión al poder en los años noventa, incluso durante su régimen (1996-2001) en el que impusieron una versión ultrarrigorista de la ley islámica.
Pero ahora, los talibanes avanzan a un ritmo frenético y dominan cinco de las nueve capitales provinciales del norte. En el sur controlan Zaranj, la sexta de las 34 capitales provinciales afganas en sus manos.
El domingo en pocas horas se hicieron con Kunduz, punto estratégico entre Kabul y Tayikistán, Taloqan y Sar-e-Pul. El sábado habían tomado Sibargan, feudo del célebre jefe de guerra Abdul Rashid Dostom, y el lunes añadieron a la lista Aibak.
En su punto de mira está Mazar-i-Sharif, cuya periferia ya atacaron en la noche del lunes al martes. También lanzaron ofensivas en otras dos capitales del norte, Pul-e-Khomri y Faizabad, pero en todas fueron repelidos, indicó el Ministerio de Defensa.
Contactos diplomáticos
Con combates intensos a norte y sur, con ciudades como Kandahar y Lashkar Gah asediadas desde hace días, Doha acogía una reunión con representantes de Estados Unidos, Catar, China, Reino Unido, Pakistán, Uzbekistán, Naciones Unidas y la Unión Europea.
La ciudad catarí acoge desde septiembre conversaciones entre el gobierno afgano y los talibanes acordadas en el acuerdo de paz firmado en febrero de 2020 entre los insurgentes y Estados Unidos, que preveía la retirada de las tropas extranjeras de Afganistán.
Estas negociaciones están en punto muerto y, aprovechando la salida de las tropas estadounidenses, los talibanes lanzaron desde mayo una fuerte ofensiva con la que se hicieron primero con vastas zonas rurales, y ahora apuntan a las ciudades.
Aunque las esperanzas son escasas, Zalmay Khalilzad “exhortará a los talibanes a que cesen su ofensiva militar y negocien un acuerdo político”, dijo el departamento de Estado el lunes por la noche.
La retirada de las fuerzas internacionales fue decidida por el presidente estadounidense Donald Trump. Su sucesor Joe Biden retrasó la salida unos meses pero las fuerzas estadounidenses y extranjeras habrán completado su retirada a finales de agosto.
La administración de Biden ha dejado claro en las últimas semanas que la línea no cambiará: mantendrá su “apoyo” a Kabul, pero son los afganos los que deben decidir su destino.
“Se trata de defender a su país. Es su combate”, dijo el portavoz del Pentágono John Kirby.
Desplazados acampados en Kabul
Miles de personas han huido del norte y muchas llegaron a Kabul tras un viaje agotador de diez horas en coche durante el que tuvieron que atravesar numerosos retenes insurgentes.
Los talibanes “asaltan y saquean”, dijo Rahima, una mujer que acampa con cientos de desplazados en un parque de Kabul tras huir de Sibargan.
“Si hay una chica o una viuda en una familia, la toman por la fuerza. Huimos para proteger nuestro honor”, indicó.
Farid, que marchó de Kunduz, denotaba desespero. “Estamos tan extenuados y nuestros corazones ennegrecidos por la vida”, precisó.
Esa ciudad, la mayor victoria de los talibanes hasta ahora, había recuperado la calma el martes, según habitantes consultados por AFP.
Los insurgentes ya no patrullaban sus calles y comercios y restaurantes habían reabierto, aunque los combates seguían alrededor del aeropuerto, todavía en manos del gobierno.
“La gente abre su tienda y su comercio. Pero todavía puedes ver el miedo en sus ojos”, señaló Habibullah, un comerciante.
La ONU documentó al menos 183 civiles muertos y 1.181 heridos en un mes en los combates en Lashkar Gah, Kandahar, Herat y Kunduz, denunció la Alta Comisionada por los Derechos Humanos, Michelle Bachellet.
En un comunicado, solicitó parar los combates “para evitar un mayor derramamiento de sangre” y reclamó a los talibanes “poner fin a las operaciones militares en las ciudades”.