La desaparición de la activista Razan Zaitouneh y sus colegas ha sido hasta ahora uno de los mayores misterios de la guerra siria. La unidad de investigación de nuestro medio asociado Deutsche Welle buscó pistas en seis países para dar con los responsables.
En el verano de 2013, documentar los abusos contra los derechos humanos se había convertido en un tabú, incluso en los territorios controlados por los rebeldes en Siria. Pero Razan Zaitouneh se mantuvo firme.
La destacada abogada de derechos humanos acababa de huir de la capital, Damasco, debido a la inmensa presión ejercida sobre su trabajo por el régimen, y no estaba dispuesta a dejar de hacerlo a instancias de los hombres armados en la ciudad de Douma, controlada por los rebeldes.
Tenacidad fatídica
Aunque los líderes de los grupos armados de la oposición habían apoyado ampliamente la documentación de las atrocidades cometidas por las fuerzas del presidente Bashar al Assad, no veían con buenos ojos los esfuerzos por informar sobre sus propios crímenes de guerra.
Finalmente, unos desconocidos secuestraron a Razan Zaitouneh, a su marido Wael Hammadeh y a sus compañeros activistas de derechos humanos Samira Khalil y Nazem Hammadi, que trabajaban para el “Centro de Documentación de Violaciones” de derechos humanos.
Su desaparición forzada en 2013 ha sido uno de los mayores misterios de la guerra siria, hasta hoy.
DW reunió pruebas en seis países, habló con decenas de testigos con conocimiento del caso y localizó al grupo probablemente responsable de la desaparición.
La información creíble obtenida por DW conduce a un grupo, Jaish al Islam. La milicia salafista fue considerada en su día la fuerza rebelde siria más fuerte que luchaba contra las fuerzas del presidente Bashar al Assad e incluso contaba con el respaldo tácito de la comunidad internacional.
“Vi sus ojos verdes”
Probablemente la prueba más sólida contra Jaish al Islam son los relatos de testigos oculares que sitúan a Zaitouneh en la prisión de Tawbeh, una red de centros de detención en Douma gestionada exclusivamente por el grupo rebelde de línea dura. DW habló con varios exprisioneros de Jaish al Islam que confirmaron muchas de las atrocidades cometidas en Tawbeh, como violaciones, torturas y ejecuciones.
A los pocos meses de su secuestro, Zaitouneh fue vista en Tawbeh por otra detenida, según un testimonio de audio obtenido por DW. “Una vez la llevaron a un interrogatorio. Ella se negó, así que la golpearon y se desmayó. Nos pidieron que la lleváramos a su celda. Cuando se despertó, vi sus ojos verdes”, dijo la mujer en su testimonio a otro grupo rebelde.
Otros testigos han situado a Zaitouneh en la prisión de Tawbeh entre 2014 y 2017, según las fuentes de DW. Debido a las posibles amenazas que reciben por compartir información, no se pueden revelar ni sus identidades ni más detalles sobre cómo y cuándo la vieron.
Enfrentarse a Jaish al Islam
Otras pruebas recogidas por DW son el computador robado a Zaitouneh. Se trata de una donación del Departamento de Estado de Estados Unidos que fue geolocalizado en los locales de Jaish al Islam cuando se utilizó para acceder a Internet. También hubo una carta de amenaza redactada por asociados de Jaish al Islam y relatos entre bastidores de los esfuerzos internacionales para liberarla, principalmente liderados por Estados Unidos y Qatar.
Sin embargo, los dirigentes de Jaish al Islam han negado la implicación del grupo en la desaparición de Zaitouneh. DW se entrevistó con el portavoz de la milicia islamista, pero éste acusó a los testigos de mentir.
“Niego oficialmente, y hemos negado anteriormente, que Jaish al Islam haya retenido a Razan o a sus compañeros”, dijo el portavoz Hamza Bayraqdar a DW. “Absolutamente, nunca, definitivamente, y lo juro”, agregó.
Fuentes de seguridad afirman que es poco probable que el difunto fundador y líder militar del grupo, Zahran Alloush, estuviera al tanto del secuestro con antelación. En ese momento, estaba librando una batalla estratégica contra las fuerzas de Assad para abrir un corredor de suministro a Douma. Se cree que se enteró pocos días después.
Su adjunto, Abu Qusai al Dirani, supervisaba la rama de seguridad del grupo en Douma. Las pruebas proporcionadas a DW por múltiples fuentes sugieren que al Dirani y el líder religioso del grupo, Samer Kaakeh, habrían conspirado juntos y ordenaron el secuestro sin el conocimiento de Alloush. Ambos líderes declinaron las solicitudes de entrevista de DW.
Investigación por crímenes de guerra
El año pasado, las autoridades francesas detuvieron a Majdi Mustapha Nameh por su relación con la desaparición de Zaitouneh. Nameh, que estaba de visita en Francia, es más conocido por su nombre de guerra, Islam Alloush. Formaba parte de la cúpula de Jaish al Islam y fue portavoz del grupo durante más de cinco años.
En París, la unidad oficial de crímenes de guerra de Francia confirmó a DW que está investigando a Jaish al Islam, pero no quiso ofrecer más detalles porque la investigación está en curso.
Sin embargo, la abogada francesa de derechos humanos Clemence Bectarte, que lidera el litigio contra el grupo, dio sus impresiones sobre el proceso.
“Es hora de decir en voz alta que la población siria también ha sido víctima de otros grupos que pretendían luchar por la revolución pero que también se volvieron contra la población”, dijo Bectarte a DW. “Esto era lo que alertaba Razan, y por eso, quizá, murió”, sostiene.