Los talibanes propusieron un alto el fuego de tres meses a cambio de la liberación de 7.000 de sus prisioneros que están en cárceles del gobierno afgano, dijo el jueves un responsable gubernamental, mientras sigue la ofensiva del grupo insurgente en todo el país.
Interrogado por la Agence France-Presse respecto de esta oferta, un portavoz talibán dijo que no estaba “al corriente de ningún plan de un cese el fuego de tres meses”. No obstante, “durante el Eid (el Adha, festividad que dura tres días, a partir del 20 de julio), los jefes (talibanes) podrían considerar un cese el fuego”, añadió.
“Es una exigencia muy grande”, señaló por su parte Nader Nadery, responsable afgano, a la prensa, agregando que los talibanes también desean que los nombres de sus dirigentes sean eliminados de una “lista negra” de la ONU.
Sin comentar la reacción afgana a esta propuesta por parte de los talibanes, subrayó que la anterior liberación de 5.000, el año pasado, que era condición previa para entablar conversaciones inter-afganas, había sido “un requisito difícil” de cumplir y que a posteriori “la violencia no solamente no cesó, sino que por el contrario, aumentó”.
Las negociaciones entre el gobierno afgano y los rebeldes han quedado en punto muerto desde que comenzaran en septiembre en Doha, capital de Catar.
En los últimos meses los talibanes han tomado vastas áreas rurales del territorio afgano, en una ofensiva en paralelo a la retirada de las tropas extranjeras, iniciada a principios de mayo y que se prevé termine a fines de agosto.
Privadas del crucial apoyo estadounidense -en especial aéreo- las fuerzas afganas ofrecen muy poca resistencia y controlan solamente las capitales provinciales y las principales carreteras.
Los insurgentes han tomado en particular el control de puestos fronterizos afganos clave, con Irán, Turkmenistán, Tayikistán y, desde el miércoles, con Pakistán, vía de acceso al océano para Afganistán.
Los talibanes “tomaron el control del puesto fronterizo Spin Boldak”, señaló desde Islamabad el portavoz de ministerio de Asuntos Exteriores paquistaní, Zahid Hafeez Chaudhri.
Turba incontrolable
“El mercado se encuentra cerrado y los comerciantes temen que la situación empeore”, indicó a la Agencia AFP Mohamad Rasul, habitante de Spin Boldak, ubicada a unos 30 km de la frontera.
En el puesto fronterizo de Weish, la bandera blanca de los talibanes flameaba este jueves del lado afgano, tras reemplazar a la afgana el día anterior, señaló un periodista de la Agencia AFP desde la parte paquistaní de la frontera.
Este paso conduce hacia la provincia paquistaní de Baluchistán (suroeste), donde residen parte de los líderes talibanes, concretamente en Quetta.
También conecta Afganistán con la ruta que lleva hasta el gran puerto paquistaní de Karachi, a orillas del Mar Arábigo.
Del lado paquistaní, las fuerzas de seguridad utilizaron gases lacrimógenos para dispersar a centenares de personas que intentaban cruzar la frontera.
“Una turba incontrolable de unas 400 personas intentó cruzar la frontera a la fuerza. Lanzaron pedradas, lo que nos obligó a utilizar gases lacrimógenos”, indicó un funcionario de seguridad paquistaní, quien solicitó el anonimato.
Además, comentó, unas 1.500 personas están concentradas en el lado paquistaní de la frontera, esperando desde el miércoles para franquearla hacia Afganistán.
“Tuvimos que cargar con porras, porque la gente se volvía incontrolable”, confirmó otro funcionario fronterizo, también bajo condición del anonimato.
Un alto funcionario del gobierno paquistaní en Chaman, Jumadad Khan, indicó que actualmente la situación está “bajo control”.
Una fuente talibana señaló a la Agence France-Presse que alrededor de un centenar de personas se encontraba en el lado afgano de la frontera, esperando para poder ingresar a Pakistán.
“Estamos en conversaciones con las autoridades paquistaníes. Una reunión formal para reabrir la frontera está programada para hoy y, si tenemos suerte, se hará en uno o dos días”, afirmó.