La llamada “normalización” árabe con Israel comienza a ser puesta en entredicho en aquellos países -Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos- que en la segunda mitad de 2020 firmaron acuerdos de paz con el Estado hebreo, a pesar de que entonces no hubo gran rechazo popular.
Los repetidos ataques de Israel contra la Franja de Gaza han puesto a prueba una tendencia que hasta hace poco parecía irreversible en favor del Estado hebreo.
Protestas en Marruecos
En Marruecos, el acuerdo del pasado diciembre tuvo entonces poca oposición, ya que vino presentado como un trato a tres bandas por el que Estados Unidos reconocía la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, además de abrir las puertas a posibles beneficios comerciales y tecnológicos.
La clase política en su totalidad consideró que la “causa nacional” del Sáhara bien valía una concesión en política exterior hasta entonces inimaginable e incluso el islamista Partido Justicia y Desarrollo, que encabeza el Gobierno, la justificó ante sus propias bases.
Pero la operación israelí en Gaza, que cumple ya una semana, ha desatado una indignación contenida en estos últimos meses que hizo que el Gobierno, sin autorizarlas expresamente, tolerase el pasado fin de semana la celebración de más de cincuenta concentraciones de solidaridad con Palestina en las que se reclamó el fin de la normalización con Israel.
El rey Mohamed VI no se ha manifestado sobre la reciente escalada de violencia -ni mucho menos sobre la normalización-, aunque ordenó la entrega de 40 toneladas de ayuda humanitaria para el pueblo palestino el pasado viernes.
Sin embargo, el presidente del Gobierno, el islamista Saadedín Otmani, calificó ayer en una entrevista con la cadena árabe Al Yazira de “crímenes de guerra” las agresiones israelíes de los últimos días traducidas en “el bombardeo de viviendas civiles, el asesinato de familias enteras o los ataques contra los periodistas”.
Baréin, creciente oposición
En el país del golfo Pérsico, los chiíes que encabezan la oposición rechazaron el acuerdo con Israel desde el primer momento han protagonizado decenas de pequeñas manifestaciones desde que se desató la tensión en Jerusalén Este hace unas dos semanas.
Y también los suníes, tradicionalmente fieles al rey de Baréin, y grupos de izquierdas y liberales, además de la sociedad civil, han pedido que se reconsidere la relación con Israel.
Las redes sociales están siendo el principal canal para que los activistas y ciudadanos expresen la indignación, mientras que aquellos que hasta ahora habían apoyado la normalización con el Estado judío o estaban abiertos a esta idea, guardan silencio o empiezan a mostrarse contrarios.
Las autoridades no han hecho comentarios al respecto, ni los medios oficiales hablan de la ofensiva sobre Gaza, que por primera vez está uniendo a distintos sectores que habían permanecido divididos tras la frustrada Primavera Árabe en Baréin hace una década.
Emiratos evita críticas
EAU ha evitado lanzar críticas directas a Israel, siendo el país árabe que más ha desarrollado las relaciones, sobre todo económicas, con el Estado judío desde que en agosto de 2020 rompió un tabú aceptando los llamados Acuerdos de Abraham propuestos por la Casa Blanca.
Hoy, el ministro de Exteriores de Emiratos Árabes Unidos, Abdulá bin Zayed al Nahyan, dijo en una llamada telefónica con su homólogo estadounidense, Anthony Blinken, que la normalización de lazos con Israel “trae esperanzas a los pueblos de la región para vivir en paz”.
La ministra de Cooperación Internacional, Reem al Hasemi, llamó ayer al “cese inmediato de la violencia y las hostilidades, ejercer el autocontrol y tomar pasos para comprometerse con un alto el fuego”, y se refirió sólo a los disturbios en Jerusalén Este pero no a la operación militar en Gaza, que ya deja 200 muertos.
Mientras, el asesor diplomático del presidente emiratí, Anwar Gargash, dijo en declaraciones recogidas por la prensa oficial que “tanto el liderazgo como el pueblo emiratíes simpatizan con la causa palestina”, destacando que la prioridad es “detener la violencia contra los civiles y actuar políticamente para poner fin a la ocupación”, sin citar el nombre de Israel.
Según el experto en Oriente Medio de la Universidad de Nueva York Arish Azizi, la actual escalada de la violencia “no tiene por qué tensar las relaciones entre EAU e Israel, porque Abu Dabi no tenía ilusiones sobre la verdadera naturaleza del Gobierno de (el primer ministro israelí Benjamín) Netanyahu”.
Sin embargo, para los países árabes esta es una oportunidad para “hacer lo que varias veces han dicho que harían: usar los Acuerdos de Abraham para llegar a un arreglo justo y duradero para el conflicto palestino, tal y como dice el texto”, agrega Azizi.
Contactadas por Efe, fuentes oficiales israelíes se negaron a comentar el impacto de la actual escalada militar en sus relaciones con los países árabes y en la propia opinión pública.
Sudán, el más silencioso
Las autoridades de Sudán, que lograron que Estados Unidos eliminara al país de su lista de patrocinadores del terrorismo a cambio de reconocer el Estado judío, no han puesto en duda las relaciones con Israel, que no se han desarrollado mucho desde el pasado octubre.
El presidente del Consejo Soberano sudanés, el general Abdelfatah al Burhan, dijo al canal de noticias France24 en árabe, durante una visita a París, que “la normalización no está vinculada con el derecho de los palestinos a establecer su propio Estado. La normalización es una reconciliación con la comunidad internacional y en esa comunidad se encuentra Israel”.
Sin embargo, Al Burhan agregó que esa decisión depende de las instituciones del Estado sudanés, ahora mismo repartidas entre civiles y militares y que atraviesan una delicada fase transitoria tras el derrocamiento del dictador Omar al Bashir en 2019.