A menos de cuatro meses de las elecciones presidenciales en Irán, casi ningún candidato ha emergido todavía. Los comicios y su campaña siguen opacados por la cuestión nuclear, centro de toda la atención.
“Por el momento, el ambiente electoral sigue frío” y cuando “las corrientes políticas intentan calentarlo, la gente no presta atención”, dijo a la Agence France-Presse el analista político Amir Mohébian.
Después de una abstención récord (57%) durante las elecciones legislativas de febrero de 2020, el líder supremo iraní Alí Jamenei llamó el pasado 17 de febrero a una participación “entusiasta y revolucionaria” para elegir un presidente “eficaz”.
Incluso si el ayatola Jamenei, jefe de Estado, sigue siendo quien dirige el país, hay mucho en juego: el 18 de junio, los iraníes elegirán un sucesor del presidente Hasán Rohani, a quien la Constitución prohíbe postularse después de dos mandatos consecutivos de cuatro años.
Con periodo de candidatura corto que va del 11 al 15 de mayo, hasta ahora sólo dos candidato se ha declarado: el conservador Hosein Dehqan, exministro de Defensa y el exdiputado reformista Alí Motahari, según la agencia Isna.
Sin embargo, la demanda de éste último tiene pocas posibilidades de ser validada, pues en las últimas legislativas le prohibieron presentarse.
¿”Un solo candidato” conservador?
A mediados de febrero, la Sociedad del Clero Combatiente, una importante formación conservadora, expresó su intención de apoyar la candidatura de Ebrahim Raissi, jefe de la autoridad judicial, incluso si todavía no ha declarado oficialmente su intención de postularse.
Raissi fue candidato en 2017 y obtuvo más del 38% de los votos.
Otro peso pesado conservador es el presidente del Parlamento, Mohammad-Bagher Ghalibaf, un candidato potencial. Recientemente fue acusado de liderar una precampaña al amparo de numerosos viajes oficiales a provincias.
Pero “el plan de los conservadores es proponer un solo candidato”, dice a la Agencia AFP Hamidréza Taraqi, director del Partido de la Coalición Islámica, un componente de la alianza conservadora en el Parlamento.
El director editorial del diario reformista Charq, Mehdi Rahmanian cree, sin embargo, que los conservadores “ciertamente no llegarán” a tal acuerdo.
Esto podría liberar espacio para un moderado: el expresidente del parlamento Alí Larijani, que parece querer postularse, o el ministro de Relaciones exteriores, Mohamad Javad Zarif, quien mantiene la ambigüedad sobre sus intenciones.
En cuanto al campo reformista, en plena crisis, aún no es seguro que logre ponerse de acuerdo en un nombre, o que su posible candidato sea validado por el Consejo de Guardianes, organismo que está en manos por los conservadores y de quien dependerá quién puede o no presentarse.
En un registro completamente diferente, el expresidente Mahmud Ahmadinejad, ultraconservador y populista, está muy presente en los medios y parece estar preparando el terreno. Pero varios analistas creen que es poco probable que los Guardianes validen su candidatura.
Ataques constantes
Mientras esperan que se inicie la campaña, y después de su amplia victoria legislativa contra la alianza de Rohani y de los reformadores, los conservadores sueñan con repetir el resultado.
Pero evitan decirlo en voz alta y, ante la ausencia de candidatos declarados, el escenario político se reduce a constantes ataques entre el Parlamento y el gobierno.
El primero acusa al segundo de pasividad, y el gabinete de Rohani critica a los diputados de hacer todo lo posible para entorpecer sus gestiones diplomáticas.
Estos tienen como objetivo salvaguardar la piedra angular de la presidencia de Rohani: el acuerdo nuclear internacional iraní concluido en 2015 en Viena.
Este pacto había ofrecido un soplo de aire fresco a Teherán a través del alivio de las sanciones internacionales que aislaron a la república islámica durante años, a cambio de una drástica limitación de sus actividades nucleares y garantías que demostraran que Irán no busca fabricar la bomba atómica.
Pero el acuerdo fue torpedeado por el expresidente estadounidense Donald Trump, quien lo denunció unilateralmente en 2018 antes de intensificar las sanciones que hundieron a la economía iraní en una intensa recesión.
Sin embargo, la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca en enero cambia la situación, ya que el nuevo presidente dice que quiere volver al acuerdo de Viena.
El desafío principal es ahora es el levantamiento de las sanciones estadounidenses, y es a eso a lo que apuesta Rohani para lograr una victoria diplomática que marque el final de a su mandato.