Francia, Reino Unido y Alemania rara vez han luchado tanto por un acuerdo internacional como lo hicieron por el acuerdo nuclear con Irán.
Firmado hace cinco años, ha estado en suspenso desde la muy lamentable salida del presidente Donald Trump a finales de 2018. El acuerdo para frenar el programa nuclear de Irán fue considerado durante mucho tiempo como el mayor éxito de la política exterior conjunta europea. Pero ahora está seriamente en duda.
Jugando con fuego
Los halcones en Teheran parecen haber prevalecido: por ley, el enriquecimiento de uranio al 20% se ha puesto en marcha en la instalación nuclear de Fordas. Esto significa que el Irán sigue por debajo del límite de material apto para la fabricación de armas, pero desde hace algún tiempo ha estado superando el límite acordado de poco más del 3%.
A su vez, los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica en Viena ya no tendrán acceso a las instalaciones iraníes.
La incautación de un buque cisterna de Corea del Sur y la continua y cínica política de rehenes de Teherán con el encarcelamiento de ciudadanos occidentales o con doble nacionalidad tampoco fomentan la confianza. Pero este anuncio de incrementar el enriquecimiento de uranio es una declaración de guerra a la comunidad internacional.
El objetivo del acuerdo era evitar que Irán se convirtiera en una potencia nuclear que presionara a los países vecinos y desestabilizara aún más la región. La influencia militar de Teherán ya está sosteniendo la guerra en Siria, por ejemplo, y obstaculizando los esfuerzos internacionales de paz.
Un Irán con armas nucleares es una visión de horror para Occidente.
Irán arriesga mucho
El presidente Hasan Rohaní ha criticado el cambio de política anunciado. Sin embargo, los moderados como él están perdiendo terreno, y las elecciones se celebrarán en medio año. La facción de la línea dura se está formando y empujando agresivamente hacia adelante.
Dada la crisis económica en la que el país se ha visto sumido una vez más por las recientes sanciones de EEUU, incluso los expertos iraníes se preguntan cómo van a pagar los mulás las nuevas centrifugadoras y un programa nuclear acelerado.
Pero la economía no parece ser el tema dominante aquí. Teherán está desafiando a la comunidad internacional y está intentando chantajear: si los demás signatarios, especialmente EEUU, volvieran a cumplir sus obligaciones, se dice, Irán también podría volver rápidamente al cumplimiento del tratado.
Esta maniobra pone al nuevo Gobierno estadounidense desde el principio bajo fuerte presión. Los asesores de Joe Biden habían insinuado que se podría considerar una vuelta al acuerdo. Pero si Washington se ve desafiado por la abierta violación del tratado por parte de Teherán, eso sería difícil de justificar a nivel nacional en Estados Unidos.
El anuncio por parte de Irán de un nuevo enriquecimiento nuclear, poco después del aniversario de la salida de Trump del acuerdo nuclear y el asesinato del poderoso comandante militar Qasem Soleimaní por un dron teledirigido estadounidense, es una señal para los nacionalistas y está diseñado para demostrar el poder del régimen de los mulás.
Basta con la diplomacia blanda
Los mejores aliados del régimen de Teherán han estado hasta ahora en París, Londres y Berlín. Una y otra vez han apoyado al Gobierno iraní económica y políticamente. Poco antes de Navidad declararon que estaban a favor de reanudar las conversaciones con Irán.
Los europeos no han recibido nada a cambio: ninguna concesión ni consideración. Cuando el ministro de Asuntos Exteriores alemán Heiko Maas recientemente apeló una vez más a Teherán para que no dejara pasar la ventana de oportunidad con respecto a EEUU, pareció casi desesperado y obviamente no sirvió de nada.
Tal vez esos esfuerzos diplomáticos se vean en Teherán más bien como una muestra de debilidad a la que se puede responder con agresión.
Los europeos probablemente han llegado a los límites con su diplomacia blanda. Ahora deben coordinarse con el nuevo presidente Biden y establecer condiciones claras sobre cómo se puede o debe revivir el acuerdo nuclear con Irán.
Esto incluye un debate sobre el programa de misiles de Irán y el papel político-militar del país en la región. El Gobierno de Teherán ya no puede evitar la confrontación: la cooperación constructiva que todas las partes esperaban cuando se firmó el acuerdo nuclear hace cinco años solo puede tener lugar a cambio de pasos sustanciales en Teherán.