“El patriarcado es un juez / que nos juzga por nacer, / y nuestro castigo / es la violencia que no ves” es como empieza la famosa performance de Lastesis. Y Leyla Mavili es una activista estudiantil turca que protesta contra esa violencia, que durante mucho tiempo fue ignorada. “Queremos decir: ‘Ya no más"”, explica a DW Leyla Mavili.
Cuando la performance “Un violador en tu camino” se difundía por el mundo, Leyla y sus amigas quisieron representarla en su facultad. “Lastesis expresó de una manera muy potente los problemas que tenemos las mujeres en cada esquina del planeta. Nos sentimos muy identificadas con la performance, y quisimos ser parte de ella”, dice Leyla.
Castigada por su valentía
Pero no solamente no pudieron realizar la danza por la intervención masiva de decenas de policía, sino que ella y sus amigas fueron retenidas por las fuerzas del orden. Luego, las instituciones estatales empezaron a imposibilitarle llevar a cabo sus estudios quitándole su beca y su lugar de residencia publica para estudiantes. “Pero no me arrepiento de nada”, asegura Leyla.
Cuando la contactamos para este entrevista, nos pidió que le habláramos más tarde porque estaba por ir a la marcha de mujeres previa al 8M en Ankara. Cuando finalmente pudimos conectarnos con ella, Leyla nos contó lo que experimentó: “Primero me echaron de la residencia estudiantil pública. Un mes después me cortaron la beca”, recordando que todo esto fue simplemente por querer realizar una performance pacífica.
“El Estado castiga de una manera ridícula a los hombres que matan y violan a las mujeres. Reducen las condenas de los violadores por buena conducta. A mí me castigaron quitándome mis recursos simplemente porque levanto la voz contra la violencia de género. Es un ejemplo muy claro que muestra de qué de lado está el Estado”.
La solidaridad de mujeres
“En principio tenía mucho miedo” confiesa Leyla. La economía turca está sufriendo una grave crisis desde hace algunos años, y su familia también se ve afectada. Por eso, es imposible para ella pedirle más ayuda económica.
Leyla dependía de las becas públicas para seguir estudiando. “Pero las amigas de nuestro colectivo de mujeres me han ayudado mucho. Y eso me da mucha fuerza. Muchas amigas me recibieron en sus casas cuando fui echada de la residencia. No me dejaron gastar ni una lira” subraya Leyla.
“Algunas mujeres del movimiento feminista juntaron dinero y empezaron a pagarme una mensualidad. Gracias a la solidaridad de esas mujeres es que puedo seguir estudiando. Si no fuera por eso, probablemente hubiese tenido que dejar la facultad, y volver a la casa de mi familia, que está en otra ciudad”, señala, agregando que en esas condiciones sería muy difícil encontrar un trabajo que le permitiese seguir estudiando.
En Turquía la tasa de desempleo juvenil (15 – 24 años) llegó a niveles históricos, con un 27,4 %. Y los jóvenes que encuentran trabajo, deben realizar jornadas más largas de lo normal. Por esa razón, entre otras, no es común en ese país trabajar mientras se estudia en la universidad. “La solidaridad entre mujeres me impidió caer en la desesperanza y en la pobreza” explica Leyla.