Al primer ministro Benjamin Netanyahu solo le quedaban este miércoles unas horas para formar una coalición de gobierno o, si no lo consigue, convocar nuevas elecciones, apenas unas semanas después de las últimas legislativas celebradas en abril.
Israel está inmerso en la incertidumbre política hasta que termine el plazo, a las 19:00 (hora de Chile) de este miércoles, para que Netanyahu logre formar gobierno con sus socios conservadores.
Pero las discusiones están en punto muerto. Si fracasan, el presidente Reuven Rivlin, que dio a Netanyahu mandato de formar gobierno tras la victoria de la derecha en las legislativas del 9 de abril, podría en teoría encargarlo a otro diputado.
Pero todo parece indicar que Netanyahu, en el poder desde hace diez años sin interrupción y 13 en total, lo impedirá.
Está en juego la supervivencia de una figura que ha dominado la política israelí en los últimos años y sus aliados podrían terminar votando la disolución del parlamento (Knesset) 50 días después de las elecciones.
El martes fue adoptada en primera lectura una ley de disolución del parlamento. Una comisión validó el texto el martes por la noche de cara a un voto definitivo en segunda y tercera lectura, cuyo debate se abrió este miércoles.
Si así fuera, habría elecciones a finales de agosto o en septiembre.
Benjamin Netanyahu intenta reunir una mayoría de 65 escaños de derecha (de un total de 120 escaños). Entre ellos hay cinco del partido laico y nacionalista Israel Nuestra Casa y 16 de dos partidos ultraortodoxos, que representan el 10% de los israelíes.
Las negociaciones están bloqueadas por el antagonismo entre Israel Nuestra Casa y los ultraortodoxos sobre la exención del servicio militar otorgada a miles de estudiantes de las escuelas talmúdicas.
En un país donde todo el mundo está obligado a cumplir el servicio militar, este trato de favor está considerado por muchos como una injusticia.
En esta cuestión Netanyahu se enfrenta a Avigdor Lieberman, el líder de Israel Nuestra Casa, una personalidad política que dirigió el gabinete del primer ministro entre 1996 y 1997 y fue su ministro de Defensa en 2018.
Negociaciones
Para participar en el gobierno Lieberman pide que se vote una ley que propuso cuando era ministro de Defensa para anular la exención de los ultraortodoxos del servicio militar.
El lunes volvió a decir en Facbeook que no tiene “intención de renunciar” a los principios de su partido.
El Likud, el partido de Netanyahu, lo designó como enemigo político. “Pensaba haberlo visto todo en política pero me quedé sorprendido por la intensidad de las presiones, por la paranoia y por las especulaciones a las que me vi expuesto”, dijo Lieberman.
Frente a su intransigencia, el Likud continúa preparando el terreno para disolver el parlamento.
El Likud también aprobó el martes por la noche una lista común con el partido centrista Kulanu de cara a unas posibles nuevas elecciones.
Hecho raro, el presidente Rivlin se vio obligado a publicar un video para explicar su papel a los israelíes: si las discusiones de gobierno fracasan, consultará a los representantes de los partidos y tendrá tres días para dar mandato a otro diputado o constatar la necesidad de nuevas elecciones.
Pero muchos critican el gasto de dinero y energía que supondrían esos nuevos comicios.
Un representante del ministerio de Finanzas citado por la prensa habló de un coste de al menos 475 millones de séqueles (117 millones de euros) por disolver la asamblea y convocar elecciones.