Turquía y Rusia reforzarán su cooperación para poner fin al conflicto en Siria y trabajarán para implementar una “zona de distensión” en la provincia rebelde de Idlib (noroeste), declararon el jueves los presidentes de ambos países.
“Hemos decidido intensificar los esfuerzos (…) para que la zona de distensión en Idlib sea operativa”, declaró el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en una rueda de prensa en Ankara junto a su homólogo ruso, Vladimir Putin.
La provincia de Idlib fue designada como una de las cuatro “zonas de distensión” en Siria durante las negociaciones en Astaná (Kazajistán) a mediados de septiembre entre Rusia e Irán, aliados del presidente sirio Bashar Al Asad, y Turquía, que apoya a los rebeldes.
Pero desde entonces, las fuerzas de Damasco y sus aliados han efectuado bombardeos contra esta provincia, controlada en gran parte por los yihadistas de la antigua rama de Al Qaida en Siria.
Según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), más de 135 civiles, entre ellos 44 niños, murieron en la provincia de Idlib desde el 19 de septiembre en los bombardeos del régimen sirio y de Rusia, en su ofensiva contra los yihiadistas.
Vladimir Putin
En la conferencia de prensa en Ankara, Putin afirmó por su parte que Rusia y Turquía iban a “intensificar su coordinación” para poner término al conflicto sirio, que ha dejado 330.000 muertos desde que empezó en 2011.
“De hecho, se han creado las condiciones necesarias para poner fin a la guerra fratricida en Siria, (infligir) una derrota final a los terroristas y permitir a los sirios regresar a una vida apacible“, declaró Putin.
El mandatario ruso reconoció sin embargo que la aplicación de las decisiones tomadas en Astaná “no había sido fácil”, pero estimó que las diferentes partes ya “habían conseguido obtener un resultado positivo”.
Estos últimos meses, Turquía y Rusia, que apoyan a bandos opuestos en Siria, dejaron de lado sus divergencias para intentar alcanzar una solución para este conflicto.
Su acercamiento, después de una grave crisis diplomática en 2015, suscitó preocupación entre varios socios occidentales de Turquía.