Imágenes de contexto del lanzamiento de un misil de largo alcance estadounidense ATACMS y el presidente de Rusia, Vladímir Putin | EFE/Lockheed Martin | Edición BBCL

Rusia y las líneas rojas de Putin que ’pierden color’ tras mil días de la guerra en Ucrania

Por Jean Valencia
Con información de Agencia EFE.

20 noviembre 2024 | 14:18

Ucrania y sus aliados occidentales han superado en estos más de mil días de guerra una tras otra las líneas rojas marcadas por el Kremlin. Ahora, la duda es lo que ocurrirá con la última: el ataque ucraniano con misiles de largo alcance estadounidenses contra territorio ruso.

A continuación abordamos algunas de las principales líneas rojas planteadas por Putin que se han quedado en el camino a lo largo de estos casi tres años.

La primera de las líneas rojas: Occidente suministra los HIMARS a Ucrania

En los primeros meses de guerra el ejército ucraniano tuvo que defenderse ante la carencia de armamento pesado moderno. Las tropas rusas avanzaron con celeridad en el este y sur del país, y llegaron a las afueras de Kiev.

La contienda dio un brusco giro a mediados de 2022 con el suministro a Kiev de los sistemas de lanzacohetes HIMARS, que convirtió en un blanco asequible las brigadas mecanizadas rusas. Seguidamente, los ucranianos recuperaron el control de la región nororiental de Járkov y los rusos se vieron obligados a retirarse del norte de Jersón.

Entonces, Moscú comenzó a denunciar públicamente la implicación directa en los países de la OTAN, especialmente de Estados Unidos, en el conflicto.

Ataques a Crimea

La península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014, parecía intocable en los primeros meses de la guerra. Eso incluía el puente de Crimea, la joya de la corona de la infraestructura civil de la zona, y la base de la Flota del Mar Negro en el puerto de Sebastopol.

El “lugar sagrado”, como le llamó el presidente ruso, Vladímir Putin, sufrió el primer ataque en julio de 2022 contra el cuartel general de la flota rusa. Al mes siguiente el blanco fue el aeródromo de Saki.

El punto culminante fue la explosión sufrida en octubre por el puente de Crimea, una exitosa operación militar y propagandística ucraniana que demostró la debilidad de la retaguardia rusa.

Llegada de los cazas F-16

Consciente de la superioridad rusa en los cielos, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, pidió insistentemente aviones de guerra a sus aliados. Occidente se resistió durante muchos meses a atender las demandas de Kiev pese a los estragos que la aviación rusa causaba a la infraestructura energética del país.

En julio de 2023 se formó finalmente la coalición internacional para la instrucción de pilotos y personal técnico ucraniano en el manejo de los cazas F-16 de fabricación estadounidense. La condición impuesta por Washington fue que Kiev no utilizara dichos aviones en misiones fuera de territorio nacional.

Según la prensa occidental, las primeras unidades ya se encuentran en territorio ucraniano. No obstante, la mayoría de los más de cien aparatos prometidos por países como Bélgica, Grecia, Dinamarca, Países Bajos o Noruega no llegarán a su destino hasta 2025.

Incursión en Kursk

Kiev sorprendió incluso a sus propios aliados con la incursión en agosto pasado en la región rusa de Kursk, que ocupan parcialmente las tropas ucranianas desde entonces sin que las tropas rusas hayan sido capaces de expulsarles. Ésta ha sido la primera invasión de territorio ruso desde que las fuerzas hitlerianas atacaran la Unión Soviética en junio de 1941.

Expertos y blogueros rusos criticaron con dureza al Kremlin por dejar desguarnecida la frontera -apenas protegida por efectivos del Servicio Federal de Seguridad y reclutas-, al tiempo que movilizaba a cientos de miles de voluntarios para combatir en el país vecino.

Muchos expertos occidentales esperaban una reacción despiadada por parte del Kremlin, pero la guerra ha seguido su curso sin mayores cambios. De hecho, Kiev ha seguido martilleando otras regiones fronterizas, lo que ha obligado a Moscú a evacuar a miles de personas de sus hogares, de ellos más de 120.000 en Kursk.

Ataque con misiles ATACMS contra Rusia, la última de las líneas rojas

El Kremlin advirtió durante meses a Occidente que la autorización de ataques ucranianos contra objetivos en territorio ruso con misiles ATACMS sería visto como un punto de no retorno en el antagonismo entre Rusia y la OTAN. Los ATACMS tienen un alcance de hasta 300 kilómetros, por lo que su radio de acción permite a Kiev golpear instalaciones militares en toda la retaguardia rusa.

EE.UU había evitado autorizar a Kiev el uso de dicho armamento contra territorio Ruso. Tras la insistencia de Zelenski, este fin de semana se reveló que el presidente Joe Biden dio luz verde a Ucrania para utilizar los misiles estadounidenses ATACMS y el país europeo no se hizo esperar.

Aunque en un principio se habló sobre que Biden había restringido dichos ataques a únicamente contra Kursk, el primer ataque de Kiev de este tipo -que se concretó la madrugada del martes- tuvo como objetivo una instalación en la región rusa fronteriza de Briansk.

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La reacción del Kremlin fue comedida, aunque las embajadas occidentales cerraron este miércoles sus puertas en Kiev ante el riesgo de un inminente ataque masivo por parte del ejército ruso.

Putin, quien advirtió en septiembre que dicha medida significará que la OTAN y EEUU “están en guerra con Rusia”, amenazó en su momento con suministrar armamento de largo alcance a los enemigos de Occidente.

Tras el reciente ataque ucraniano, el líder del Kremlin ratificó la aprobación de la renovada doctrina nuclear rusa, que plantea que una ofensiva como la de Kiev significa un cambio “en la naturaleza del conflicto”, entrando tanto EE.UU como la OTAN en la guerra, y -según la nueva normativa rusa- abre la puerta a una respuesta con posible armamento nuclear por parte de Rusia contra Ucrania. Esto mantiene la incertidumbre sobre si Moscú cumplirá o no con sus amenazas previas.