Este miércoles 16 personas originarias de Bangladesh y Egipto llegaron a la ciudad de Shengjin, en Albania, luego de zarpar en el buque Libra, desde Italia.
De esta manera, se llevó a cabo por primera vez el plan de Roma de enviar migrantes a ese país balcánico para procesar solicitudes de asilo y contrarrestar la crisis migratoria que actualmente enfrenta la nación dirigida por Giorgia Meloni.
Luego de pasar por un primer control en el mismo puerto de Shengjin, los migrantes serán trasladados hasta un campo de acogida en el pueblo de Gjader -a 15 minutos en automóvil-, donde se definirá su estatus.
Posteriormente, serían trasladados a Italia, si sus solicitudes de asilo son aceptadas; o a sus países de origen si sus peticiones son rechazadas. Los centros de Shengjin y Gjader serán operados por personal italiano.
Al respecto, la Policía albanesa aseguró a la prensa local que “ha tomado todas las medidas para la seguridad y para la aplicación de procedimientos fronterizos acelerados”.
Los migrantes que conforman este primer grupo fueron interceptados en el mar luego de abandonar Libia, en su camino a Italia por el Mediterráneo Central.
Los centros de recepción de migrantes en Albania, construidos por Italia, conforman el primer plan de un país de la Unión Europea (UE) para desviar personas en condición de tránsito migratorio a un Estado no perteneciente al bloque de 27 naciones.
Roma espera contrarrestar las llegadas irregulares de personas a su territorio, a pesar de que su proyecto es fuertemente rechazado por grupos de derechos humanos que sostienen que el plan restringe el derecho de los migrantes al asilo.
Según el acuerdo que oficializó este proyecto, el número total de migrantes presentes en Albania no puede superar en un momento dado las 3.000 personas.
Por su parte, Italia ha señalado que solo enviará a hombres “no vulnerables” que provengan de países considerados como seguros y hasta un límite de 36.000 personas al año.
Actualmente, Roma incluye a 21 países en esa clasificación. En 2023, 56.588 migrantes llegaron a suelo italiano procedentes de solo cuatro naciones de este tipo: Bangladesh, Egipto, Costa de Marfil y Túnez.
La creciente tensión en los países europeos por la crisis migratoria a lo largo de todo el continente ha hecho que diversos Estados del bloque europeo -como Alemania y Polonia- endurezcan sus políticas migratorias y adopten posturas de mano dura para gestionar la movilidad humana en esa parte del mundo.
La semana pasada, Giorgia Meloni afirmó que su plan con Albania es un ejemplo para el resto de Europa.
“El sueño europeo termina aquí”
A pesar de que para Meloni y varios sectores de la derecha europea los traslados a países fuera de la Unión Europea es un logro, para algunos sectores de la oposición italiana y organizaciones civiles, se trata de una violación a los derechos humanos.
En Italia, fuerzas políticas opositoras, como el Partido Demócrata o Más Europa criticaron el plan de la premier italiana como parte del sistema de externalización de acogida migratoria fuera de la UE.
Elly Schlein, líder del Partido Demócrata, de centroizquierda y principal fuerza opositora, cuestionó a Meloni: “Díganos cuánto costó este viaje”, subrayó.
En diálogo con el diario ‘Corriere della Sera’, la opositora sostuvo que los más de 800 millones de dólares con los que se financia este plan “podrían haberse destinado a la sanidad pública” para así “acortar las listas de espera, pero en lugar de esto los tiran a la basura para deportar a migrantes pisoteando sus derechos”.
Entretanto, en el puerto albanés, dónde llegaron los migrantes, un grupo de manifestantes sostuvo pancartas en las que se leían mensajes como “el sueño europeo termina aquí”.
Para Arilda LleshI, activista albanesa de derechos humanos, los migrantes que “han hecho largos y peligrosos viajes para llegar a Europa ahora están siendo desviados a Albania para regresar a sus países de origen”.
“Para nosotros se está acabando (el concepto de) Europa como lugar de democracia, de valores, de derechos humanos”, concluyó.