Tensión e incertidumbre se han registrado los últimos días entre Rusia y la OTAN, en el marco de la guerra del Kremlin con Ucrania. Esta semana, Moscú ha realizado una serie de gestiones en torno a la posibilidad de realizar ensayos nucleares, lanzando diversas advertencias a Occidente.
Fue el lunes cuando Rusia confirmó que ya tiene preparado un polígono “para la reanudación de las actividades de prueba a gran escala. Está totalmente listo”, dijo el contralmirante Andréi Sinitsin, jefe del polígono situado en el archipiélago ártico, al diario ‘Rossískaya Gazeta‘.
“Si llega la orden, en cualquier momento podemos comenzar el ensayo“, afirmó el alto mando ruso.
Se trata de un aviso que lanzó el Kremlin luego de “los pasos de Washington”, así como de la OTAN en cuanto al apoyo dado a Ucrania en la guerra con Rusia.
Recientemente, el presidente Vladímir Putin advirtió que si Occidente autoriza a Kiev a utilizar los misiles de largo alcance contra territorio ruso, “eso significará que los países de la OTAN, EE.UU y los países europeos estarán en guerra con Rusia“.
Nueva Zembla, el polígono de Rusia para ensayos nucleares
El polígono donde Rusia retomaría sus ensayos nucleares corresponde al aislado archipiélago de Nueva Zembla, también conocido como Novaya Zemlya, ubicado en el Ártico ruso.
Se trata de una zona aislada al norte de Rusia, compuesta por dos grandes islas principales: la isla Severny y la isla Yuzhny, las cuales se encuentran divididas por el estrecho de Matochkin.
De acuerdo con la BBC, en dicho archipiélago una estudiante descubrió en 2016 al menos 5 islas mientras dedicaba horas en estudiar imágenes satelitales del glaciar Nansen (conocido como Vylka), que ha sufrido deshielo a raíz del calentamiento global.
Sin embargo, tanto la ubicación como la extensión del hallazgo fue confirmada en 2019, tras un mapeo cartográfico efectuado por una expedición rusa en la zona.
En cuanto a la posibilidad de que el Kremlin realice ensayos nucleares en Nueva Zembla, no sería la primera vez que el archipiélago se convierta en escenario de este tipo de experimentos.
Coincidiendo con el XXII congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, el mencionado archipiélago acogió el 30 de octubre de 1961 el ensayo con la bomba atómica más potente de la historia, conocida como la “Bomba del Zar”.
El ensayo aéreo fue realizado con ayuda de un bombardero Tupulev Tu-95 y la bomba fue lanzada en paracaídas.
En aquella época, tanto Washington y Moscú se enfrentaban en la llamada Guerra Fría, buscando convertirse en la mayor potencia del mundo.
La Bomba del Zar
Con ocho metros de largo, dos de ancho y 27 toneladas de peso, la Bomba del Zar era tan grande que prácticamente no cabía en ningún avión. De hecho, el Tupolev Tu-95 tuvo que ser modificado y llevar colgada la imponente ojiva.
Aquel 30 de octubre de 1961, un segundo avión viajó con un equipo de científicos para así monitorear la explosión. Con el fin de reflejar la radiación, ambas naves fueron pintadas blanco.
La gigantesca y poderosa bomba fue lanzada desde gran altura sobre la isla Severny. La Bomba del Zar fue equipada con un paracaídas especialmente diseñado para desacelerar su caída, siendo detonada a unos 3.800 metros del suelo.
La explosión fue equivalente a 50 megatones (50 millones de toneladas de TNT), más de 3.300 veces la ojiva atómica lanzada por Estados Unidos (EE.UU) sobre la ciudad japonesa de Hiroshima el 9 de agosto de 1945, cuya potencia liberó 15 kilotones.
El destello de la detonación de la Bomba del Zar fue visible hasta a 1.000 kilómetros de distancia.
En un video desclasificado hace un tiempo por Rusia, se puede ver cómo una enorme nube de polvo y escombros con forma de hongo que se elevó por casi 70 kilómetros en el cielo, más de 7 veces la altura del Monte Everest. La detonación desató una onda expansiva que, además de provocar un sismo de magnitud 5.0, destruyó edificios en la isla en un radio de 55 km.
No obstante, dado que la bola de fuego no hizo contacto con la Tierra, la cantidad de radiación fue sorprendentemente baja.
Cabe mencionar que en un principio se tenía contemplado realizar la prueba de la gigantesca ojiva con una potencia de 100 megatones, lo que luego fue descartado ante la falta de certeza sobre la devastación que podría causar y su impacto en el mundo.
Tras el ensayo con 50 megatones, debido a sus enormes proporciones, la bomba no resultó práctica para su uso, por lo que su detonación fue más bien efectuada con objetivos de investigación y propagandístico.
Ante la posible devastación que podría causar si fuera lanzada en una ciudad, la prueba de la Bomba del Zar significó un punto de inflexión en la Guerra Fría. En parte, fue la causante de un tratado internacional para prohibir el uso de este tipo de armamento.
¿Qué pasaría si la Bomba del Zar fuera lanzada sobre Nueva York?
Por ejemplo, si una ojiva como esta fuera lanzada en una ciudad tan grande como Nueva York y detonada en el aire, dejaría más de 7.630.000 muertos, además de cerca de 4.200.990 de personas lesionadas, según la plataforma interactiva Nuke Map.
“En un período determinado de 24 horas, hay en promedio 16.338.222 personas en el rango de explosión leve (1 psi) de la detonación simulada“, detalla la descripción entregada por la herramienta desarrollada por el historiador Alex Wellerstein, que permite conocer los efectos de diferentes tipos de bombas nucleares.
El otro polígono donde Rusia realizó ensayos nucleares
También hubo otro sitio que la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) ocupó durante décadas para sus ensayos nucleares mientras libró la Guerra Fría.
Se trata del Sitio de Pruebas de Semipalátinsk, también conocido como “El Polígono” de Kazajistán, cuyo territorio es comparable a Bélgica o el estado de Maryland (EE.UU), según la BBC.
De las casi mil bombas atómicas que la URSS probó, al menos 456 fueron detonados en esa zona, lo que se traduce a un promedio de 10 ojivas por año, entre 1949 y 1989.
Lo anterior, ya que era un lugar prácticamente deshabitado, según el director de la policía secreta y luego jefe del proyecto soviético para la bomba atómica, Lavrenti Beria.
Sin embargo, esta no era la realidad. Cuando el lugar fue seleccionado para los experimentos, ya vivían alrededor de 700.000 personas en sus cercanías.
Los efectos adversos se hicieron sentir con el paso de los años, a tal punto de detectarse una epidemia de cáncer, mientras que se registraron casos de bebés nacidos con mal formaciones. Algunas familias completas (incluyendo niños) se quitaron la vida, según comentaron algunos de los afectados al citado medio.
La situación desató una ola de protestas de los habitantes, exigiendo el cese de las pruebas nucleares. No fue hasta 1990 que la URSS decidió cancelar 11 de los 18 ensayos que tenía previsto para ese año en la zona.
El 24 de octubre de ese mismo año, el país soviético efectuó su último ensayo nuclear, con ocho cargas que poseían una potencia de 70 kilotones, en el archipiélago de Nueva Zembla.
Crece la tensión entre Rusia y Occidente por Ucrania
Esta semana el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, acudió hasta Nueva York para exponer ante la Asamblea General de la ONU, buscando más apoyo de EE.UU en su objetivo por conseguir la victoria en la guerra contra Rusia, según EFE.
En ese contexto, Putin anunció la renovación de la doctrina nuclear de Rusia, ampliando el tipo y el origen de las amenazas ante las cuales el Kremlin podría responder con armas nucleares.
“Nos reservamos el derecho de utilizar armas nucleares en caso de agresión en contra de Rusia y Bielorrusia como miembro de la Unión Estatal”, indicó el miércoles.
Asimismo, precisó que esto incluye el uso de armas convencionales por parte del enemigo que “cree una amenaza crítica a nuestra soberanía”, como los misiles de largo alcance entregados por Occidente a Ucrania.
“Es un aviso que advierte de las consecuencias en caso de que esos países participen en un ataque contra nuestro país por diversos medios, no obligatoriamente nucleares”, dijo, por su parte, Dmitri Peskov, portavoz presidencial, en su rueda de prensa telefónica diaria del jueves.
Como argumentos para el cambio de doctrina, que sustituye a la vigente desde 2020, Peskov mencionó “la confrontación sin precedentes provocada por la participación directa de los países occidentales, incluidas potencias nucleares, en el conflicto de Ucrania” y “los elementos de tensión que se acumulan en nuestras fronteras”.
En este sentido, eludió confirmar que la nueva doctrina suponga un aumento del arsenal estratégico o un inminente ensayo nuclear por parte de Rusia. No obstante, pone en la palestra nuevamente el temor de que este tipo de armas de destrucción masiva vuelvan a ser empleadas en conflictos bélicos internacionales.