Rusia extendió la pasada noche a la urbe ucraniana de Zaporiyia, en el sureste del país, sus ataques con bombas aéreas guiadas contra grandes centros urbanos situados cerca del frente, de las que ya son objetivo habitual las ciudades de Járkov y Sumi, en el noreste de Ucrania.
Al menos 16 personas resultaron heridas como consecuencia de las detonaciones de tres bombas aéreas guiadas en el centro de la ciudad, que provocaron daños a 13 edificios de viviendas, según han informado las autoridades locales.
El ataque a Zaporiyia coincide con el comienzo de una visita del presidente Volodimir Zelenski a Estados Unidos que tendrá entre sus prioridades convencer a Washington de que le permita golpear con misiles de largo alcance estadounidenses las bases aéreas rusas de las que despegan los aviones que lanzan estas bombas.
Zelenski y su Gobierno han insistido repetidamente y de manera cada vez más enérgica en la necesidad de poder neutralizar este tipo de ataques en origen con la destrucción en sus bases de los aviones rusos y la munición que utilizan.
Ucrania ha logrado destruir con su propio armamento en la última semana varios almacenes de misiles y bombas aéreas situados dentro de la Federación Rusa en dos ataques reivindicados por el propio Zelenski este fin de semana.
La administración del presidente ucraniano argumenta que poder utilizar misiles de largo alcance como los ATACMS estadounidenses, los Storm Shadow británicos o los SCALP franceses, que Ucrania ya ha recibido pero sólo tiene permitido emplear contra objetivos rusos en los territorios ucranianos ocupados, sistematizaría estos golpes a los aeródromos rusos hasta el punto de cambiar el curso de la guerra.
Las bombas aéreas guiadas son explosivos convencionales de gran potencia dotados de sistemas propios de navegación que permiten que sean lanzados desde decenas de kilómetros de distancia del objetivo y sin que los aviones entren en el radio de alcance de las defensas aéreas enemigas.
Rusia utiliza de forma masiva bombas aéreas guiadas para allanar el camino de sus tropas terrestres destruyendo posiciones ucranianas en el frente y arrasando los edificios abandonados que las tropas ucranianas usan como parapeto para defender los municipios de la primera línea en situaciones de combate urbano.
Las fuerzas rusas también han empleado bombas aéreas contra ciudades y zonas residenciales, como ocurrió en mayo cuando un ataque con estos explosivos mató a una veintena de personas en un centro comercial de la ciudad de Járkov.