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El nuevo primer ministro de Francia, Michel Barnier, asumió su cargo prometiendo escribir una nueva página "útil" para el país en medio de una situación grave, incluyendo en sus prioridades temas como la deuda financiera y ecológica, aumentar la influencia de Francia en Europa y abordar la inmigración y la seguridad, en línea con la extrema derecha de Marine Le Pen. Barnier destacó la importancia de actuar más que hablar y mostró su respeto hacia todas las formaciones políticas, incluido el partido de Le Pen, el RN. El traspaso de poderes estuvo marcado por la transición del primer ministro más joven de la historia reciente de Francia, Gabriel Attal, al más mayor, Barnier, lo que ha generado críticas de la izquierda, que considera que el nuevo mandato representa una negación de la democracia.

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El nuevo primer ministro de Francia, Michel Barnier, prometió este jueves escribir una nueva página “útil” para una Francia que atraviesa un “momento grave”, e incluyó entre las prioridades de su Gobierno varias de las lanzadas por la extrema derecha de Marine Le Pen, que será clave para su supervivencia.

Tras el traspaso oficial de poderes en el Palacio de Matignon de manos de su predecesor, el macronista Gabriel Attal, Barnier declaró que asume el Gobierno con “mucha humildad”.

Asimismo, señaló que tratará de responder tanto como sea posible “a los retos, la rabia, el sufrimiento, la sensación de abandono y de injusticia que son demasiado frecuentes” en ciudades, barrios y áreas rurales.

Entre sus prioridades mencionó temas como decir la verdad sobre la “deuda financiera y ecológica” o aumentar la influencia de Francia en Europa, pero también varios de los asuntos que la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen ha mencionado como prioritarios para que su partido no lo censure, como el “control” de la inmigración o la seguridad.

Barnier como primer ministro de Francia: habrá “cambios y rupturas”

El dirigente conservador, que anteriormente fue ministro y comisario europeo, también hizo mucho hincapié en que habrá “cambios y rupturas”, así como que su Gobierno será de respeto, en primer lugar hacia el Parlamento, pero también hacia todas las formaciones políticas.

“Y digo bien, de todas las fuerzas políticas“, recalcó.

Eso significa a priori no excluir al RN, tal y como reclamaba también Le Pen, especialmente a la vista de que su partido fue la fuerza más votada en las últimas elecciones legislativas, si bien en número de diputados sean tan solo el tercer bloque de la Asamblea Nacional debido al ‘frente republicano’ puesto en marcha por otras fuerzas.

“El Gobierno no pretenderá que es el único que posee todos los conocimientos por ciencia infusa”, aseguró, y reconoció que hará falta “actuar más que hablar”.

Junto a Barnier compareció también Attal para despedirse de sus funciones como primer ministro, materializando el relevo entre el primer ministro más joven de la historia reciente de Francia (35 años actualmente) y el más mayor (73).

“La política francesa está enferma”, lamentó el diputado macronista, pero la “cura” es posible si todo el mundo acepta “salir del sectarismo”, admitió Attal.

Para la izquierda, que había tachado la elección de Barnier de robo electoral y de negación de la democracia, el primer discurso del nuevo primer ministro confirmó los peores presagios.

“El nombramiento de Michel Barnier, que aplicará una política macro-lepenista, es un insulto a la soberanía popular”, lanzó la jefa de filas de la Asamblea Nacional de La Francia Insumisa (LFI), Mathilde Panot.