El criminal más buscado de Italia hasta su detención había entrado en fase de coma irreversible en las últimas horas y se le había retirado el tratamiento y la alimentación.
El mafioso de 61 años había sido llevado a la prisión de máxima seguridad de L’Aquila (centro), sometido al férreo régimen de aislamiento penitenciario, pero tras agravarse su salud fue trasladado a la unidad para presos del hospital de esa ciudad, en medio de fuertes medidas de seguridad.
El criminal había dejado un “testamento biológico” o documento de últimas voluntades en el que pedía que no se le alargue la vida mediante tratamientos o máquinas.
El pasado 8 de agosto fue operado por una obstrucción intestinal pero, aunque la cirugía resultó exitosa, sus condiciones de salud entraron en fase de “continuo empeoramiento” por el cáncer.
Durante su agonía en el hospital ha estado acompañado por su hermana Giovanna, su sobrina y abogada Lorenza Guttadauro, y por su única hija legítima conocida, Lorenza, de 27 años y a la que vio por primera vez el pasado abril cuando fue a visitarlo a prisión.
Messina Denaro, conocido con apodos como “Diabolik” o “U Siccu”, era el mafioso más buscado de Italia desde 1993 por sus múltiples crímenes y por participar en la sangrienta temporada de atentados a principios de los noventa, en la que fueron asesinados entre otros los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino en 1992.
Después se convirtió en el fugitivo más buscado de Italia y uno de los más peligrosos a nivel internacional y su detención, tras una complicada investigación, fue celebrada como histórica en el país.
Sin embargo, tras su arresto, se supo que se había escondido en la localidad de Campobello di Mazzara (Sicilia, sur), cerca de su pueblo natal, Castelvetrano, y que además hacía una vida casi normal, como dan fe los recibos de restaurantes y todo tipo de enseres encontrados en su guarida.
Asimismo también se descubrió la red de supuestos colaboradores que le había encubierto en Sicilia: desde su hermana Rosalía, a su chófer Giovanni Luppino, a su médico personal, Alfonso Tumbarello, o la familia Bonafede, que le había prestado su apellido.