El papa Francisco encargó al cardenal italiano Matteo Zuppi llevar a cabo una misión de paz que “contribuya a reducir las tensiones en el conflicto en Ucrania”, según confirmó hoy la Santa Sede en un comunicado.
“Los plazos de esa misión y su modalidad están actualmente en fase de estudio”, explicó el portavoz vaticano Matteo Bruni.
El purpurado, arzobispo de Bologna y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, recibió del pontífice el encargo de “conducir una misión, de acuerdo con la Secretaría de Estado, que contribuya a reducir las tensiones en el conflicto en Ucrania”.
“En la esperanza, jamás abandonada por el Santo Padre, de que esta pueda dar inicio a procesos de paz”, termina el comunicado.
Esta sería la misión secreta a la que se refirió el papa Francisco de regreso de su viaje a Hungría y de la que -hasta la tarde de este sábado- el Vaticano ha mantenido el máximo silencio.
En los últimos días, algunos medios habían adelantado que Francisco pretendía enviar emisarios a Kiev y a Moscú en un intento de mediación para detener la guerra en Ucrania, aunque esta estrategia “doble” no ha sido confirmada y solo ha designado a Zuppi.
Los medios habían apuntado a Zuppi como el emisario dirigido a Kiev, y al arzobispo Claudio Gugerotti, gran conocedor de estos dos países y prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, como el interlocutor con el presidente ruso, Vladimir Putin.
Sin embargo, Gugerotti negó hace días esa información.
Zuppi medió en 1990 con la Comunidad de Sant’Egidio en la guerra civil de Mozambique y también estuvo en 2017 en el acto de entrega de las armas del grupo terrorista vasco ETA en la localidad francesa de Bayona.
Francisco pidió en numerosas ocasiones el inicio de un diálogo que ponga fin a la guerra en Ucrania, originada por la invasión de Rusia en febrero de 2020.
El pasado 13 de mayo, de hecho, reconoció abiertamente que la neutralidad de la Santa Sede le permite “contribuir mejor a la resolución de conflictos”, en una audiencia con nuevos diplomáticos en el Vaticano.
Precisamente ese mismo día recibió en el Vaticano al presidente de Ucrania, Volódomir Zelenski.
En el encuentro, de 40 minutos de duración, ambos convinieron en “la necesidad de continuar los esfuerzos humanitarios en apoyo de la población”, según la escueta información facilitada por la Santa Sede.
En este sentido, el pontífice subrayó “la necesidad urgente de gestos de humanidad hacia las personas más frágiles, víctimas inocentes del conflicto”.
Poco después, Zelenski publicó un mensaje en su Twitter mucho más severo en el que, tras agradecer al papa su atención a “la tragedia de millones de ucranianos”, le pidió “condenar los crímenes rusos en Ucrania”.
“Porque -dijo- no puede haber igualdad entre la víctima y el agresor”, reprochó el presidente ucraniano.
Y desechó cualquier otro plan de paz que no sea el de su país: “También he hablado sobre nuestra Fórmula de Paz como único algoritmo efectivo para lograr una paz justa. He propuesto unirse a su implementación”, escribió.