La iniciativa más ambiciosa anunciada por Zelenski es la organización, en una capital “que sea capaz de reunir a tantos países del mundo como sea posible”, de una cumbre sobre la guerra centrada en principios reconocidos por la ONU como la soberanía y la integridad territorial de los Estados que Rusia viola en Ucrania.
Con el apoyo de Occidente bien apuntalado, Zelenski busca sumar a los esfuerzos diplomáticos, y quizá también militares, para lograr la retirada de las tropas rusas de su territorio a países que siguen manteniendo buenas relaciones con Moscú y se han mostrado ambivalentes a la hora de tomar partido en la guerra.
Soberanía frente a imperialismo
Para conseguirlo, Zelenski ha adaptado su discurso.
De hacer hincapié en la necesidad de defender la democracia y los derechos humanos, que son prioritarios para los gobiernos occidentales, Ucrania ha pasado a enfatizar otros dos principios en juego en este conflicto, como la integridad territorial y la soberanía frente a la amenaza del imperialismo.
Por razones históricas y por sensibilidad política, este argumento tiene, a priori, más posibilidades de calar entre los líderes de Latinoamérica, África y Asia, tres partes del mundo que han vivido invasiones de potencias extranjeras y experiencias coloniales traumáticas en los últimos siglos.
Lula como potencial aliado
Para abrirse camino en este empeño, Zelenski cuenta con el presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, a quien el líder ucraniano ha invitado a visitar Kiev, para pedirle ayuda para conseguir que en América Latina se “entienda mejor” lo que ocurre en Ucrania.
Zelenski podría invocar ante Lula tanto su condición de garante del orden democrático en Brasil, frente a los impulsos golpistas de parte de la oposición, como la carta del antiimperialismo, un tema central en el discurso de la izquierda latinoamericana a la que pertenece el mandatario brasileño.
Lula ya ha mostrado interés en ejercer de mediador en la guerra, pero parte de una posición difícil de aceptar en Kiev. Antes de ser reelegido, Lula repartió la culpa del conflicto entre Zelenski y el presidente ruso, Vladímir Putin.
Y más que un mediador, Zelenski busca un aliado que, en nombre de la lucha de los pueblos contra un imperialismo que la izquierda latinoamericana identifica más con Estados Unidos que con Rusia, aumente la presión sobre Putin para que cumpla con la Carta de la ONU y retire a sus tropas de Ucrania.
El voto de la ONU
Ucrania cuenta, sin embargo, con un precedente positivo. Brasil, Argentina, Colombia o Chile, que a menudo se muestran críticos con Estados Unidos y sus más estrechos aliados, votaron este 23 de febrero a favor de una resolución ucraniana que exigía la retirada incondicional de las tropas rusas.
Zelenski quiere plasmar esta votación, en la que 141 de los 193 países de la ONU apoyaron la iniciativa ucraniana, en una cumbre igual de amplia en la que se apoye expresamente el principio de integridad territorial que vulnera Rusia.
Ambivalencia china
Pero a pesar de lo espectacular del resultado, entre los países que se abstuvieron se cuentan dos grandes potencias como China e India, a las que Zelenski ha apelado directamente para que se signifiquen en la defensa de la Carta de la ONU también en lo que respecta a Ucrania.
Zelenski ha celebrado que China se haya postulado como mediadora en el conflicto, y se ha mostrado dispuesto a reunirse con su presidente, Xi Jinping.
Pero, según la inteligencia estadounidense, Pekín estaría sopesando suministrar drones kamikazes a Rusia, lo que podría fortalecer de manera sustancial al bando ruso.
Información y embajadas
Preguntado por agencia EFE por las acciones de Ucrania para mejorar su posición en América Latina, el jefe adjunto de la Oficina del Presidente Zelenski, Igor Zhovkva, habla de contactos diplomáticos, apertura de nuevas embajadas y cámaras de comercio y más y mejor información.
“Es Rusia la que ha invadido Ucrania, no al revés, y eso es lo que tenemos que mostrar”, dice Zhovkva sobre la receta ucraniana para contrarrestar la hegemonía rusa allí donde Moscú se quedó el monopolio del discurso antiimperialista exportado durante décadas de una URSS de la que también era integrante Ucrania.