La invasión rusa en Ucrania, que comenzó el 24 de febrero de 2022, ha provocado la muerte de miles de civiles, cerca de 8 millones de refugiados y ha destruido gran parte de las infraestructuras del país.
Desde el inicio de la invasión de Rusia a Ucrania, el 24 de febrero de 2022, al anuncio del envío de tanques occidentales a Kiev, estos cinco momentos marcaron hasta ahora la guerra.
Invasión a gran escala
El 24 de febrero de 2022 al amanecer, el presidente ruso Vladimir Putin lanza una “operación militar especial” para “desmilitarizar” y “desnazificar” Ucrania.
Su propósito, dijo, era defender las “repúblicas” separatistas de Lugansk y Donetsk en el Donbás, cuyas independencias reconoció oficialmente pocos días antes.
Su ejército lanza una invasión a gran escala, acompañada de ataques aéreos en distintos puntos del país, y con la entrada de tropas terrestres por el este, el sur y el norte -desde Bielorrusia, aliada de Moscú-.
La ofensiva rusa desata un torrente de condenas internacionales.
Los occidentales imponen a Rusia una serie de sanciones económicas, endurecidas con el paso de los meses. La Unión Europea multiplica los envíos de armas a Ucrania. Estados Unidos desbloquea miles de millones de dólares de ayuda militar.
El horror en Bucha
En pocos días, las tropas rusas capturaron el puerto clave de Berdiansk y la capital regional de Jersón, muy cerca del mar Negro, así como varias ciudades alrededor de Kiev, en el centro-norte del país.
Pero su intento de tomar la capital tropieza con la resistencia de las fuerzas ucranianas, galvanizadas por su presidente ucraniano Volodimir Zelenski que asume por completo el cargo de comandante en jefe.
El 2 de abril, Ucrania afirma que toda la región de Kiev ha sido liberada, tras una “retirada rápida” de las fuerzas rusas que se redespliegan hacia el este y el sur para “mantener el control” de los territorios que ya ocupan.
En la localidad de Bucha se encuentran en las calles cadáveres de civiles ejecutados a sangre fría. Los restos de varios centenares de víctimas, algunos de ellos con señales de tortura, serán encontrados en fosas comunes en esta localidad de las afueras de Kiev.
Las imágenes de estas matanzas atribuidas a Rusia provocan la indignación de los occidentales y de la ONU, y las acusaciones de crímenes de guerra se multiplican, a pesar de las negativas de Moscú.
La caída de Mariúpol
El 21 de abril, el Kremlin anuncia la conquista de Mariúpol, puerto estratégico del mar de Azov, que sus fuerzas asediaban y bombardeaban desde principios de marzo, dejándolo sin las infraestructuras vitales, agua, electricidad y calefacción.
El objetivo de la toma de esta ciudad es permitir a Rusia asegurar la unión entre sus fuerzas procedentes de Crimea -península ucraniana anexada por Moscú en 2014- y las zonas secesionistas de Donbás.
Pero unos 2.000 combatientes ucranianos, atrincherados en el laberinto de subterráneos de la fábrica Azovstal con cientos de civiles, continúan la lucha.
Resistirán hasta mediados de mayo antes de rendirse. Según Kiev, Mariúpol está 90% destruida y al menos 20.000 personas murieron.
Contraofensivas ucranianas
A principios de septiembre, el ejército ucraniano anunció una contraofensiva en el sur, antes de realizar un avance sorpresa y relámpago de las líneas rusas en el noreste, obligando al ejército ruso a abandonar la región de Járkov, escenario de violentos combates.
En el sur, la operación tiene por objeto reconquistar Jersón, única capital regional que cayó en manos de las fuerzas rusas al comienzo de su invasión.
Paso a paso, el ejército ucraniano, con sistemas de armas occidentales, se apodera de decenas de localidades, bombardeando sin cesar los depósitos de municiones y las líneas de suministro rusas en la región.
Símbolo fuerte, el puente de Crimea resulta dañado por una potente explosión el 8 de octubre.
A pesar de la anexión por Moscú a finales de septiembre de cuatro regiones ucranianas ocupadas -Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia- tras “referendos” no reconocidos por la comunidad internacional, las fuerzas rusas se ven obligadas a abandonar Jersón el 9 de noviembre.
Dos días después, Ucrania retoma el control de la ciudad, “un día histórico” saludado por el presidente Zelenski.
Funesto invierno
A partir de octubre, Rusia ataca sistemáticamente las centrales y transformadores eléctricos ucranianos, con sus misiles y drones, sumergiendo a la población en el frío y la oscuridad.
En enero, el ejército ruso, reforzado por unos 300.000 reservistas movilizados desde septiembre y apoyado por los paramilitares del grupo Wagner, vuelve a la ofensiva, en particular en Donbás.
Ante las repetidas peticiones del presidente ucraniano y después de haber dudado durante mucho tiempo por temor a provocar una escalada, los estadounidenses y los europeos prometen a principios de febrero a Kiev el envío de decenas de tanques pesados, suscitando la ira de Moscú.
Rusia y Ucrania no han dado un balance fiable de sus pérdidas durante meses. Según Noruega, la guerra en Ucrania ha causado cerca de 180.000 muertos o heridos en las filas del ejército ruso, y 100.000 ucranianos sin contar los 30.000 civiles muertos.