Varios cargos del Gobierno británico anunciaron al primer ministro, Rishi Sunak, su intención de dimitir si el acuerdo con la Unión Europea sobre el Protocolo norirlandés “socava” la soberanía británica de Irlanda del Norte, según informan este martes medios nacionales.
Según revela el diario The Times, Sunak fue advertido de que algunos parlamentarios conservadores del ala más euroescéptica del partido podrían renunciar a sus puestos en el Ejecutivo a consecuencia del impase que atraviesa actualmente ese mecanismo, parte del acuerdo del Brexit pactado entre Londres y Bruselas.
Sunak indicó que todavía no se ha llegado a ningún pacto con la UE y que las negociaciones prosiguen aunque, según los medios británicos, en su círculo ya le habrían comunicado que “no hay ninguna esperanza” de que prospere un acuerdo si no cuenta con el apoyo del norirlandés Partido Democrático Unionista (DUP, segunda fuerza).
Esa formación abandonó el Gobierno de Belfast hace un año y se niega a compartirlo con el nacionalista Sinn Féin, ganador de los comicios, hasta que el protocolo sea modificado con arreglos que considere aceptables para la comunidad unionista.
Rishi Sunak bajo escrutinio
Un ministro -cuya identidad no ha sido revelada- señaló al citado periódico que algunos colegas “tories” dimitirían si el Gobierno intenta forzar un pacto que “socave” la soberanía norirlandesa.
Desde Downing Street -oficina y despacho de Sunak- insisten en que salvaguardar el lugar de la provincia dentro del Reino Unido es una de las “prioridades” del jefe del Ejecutivo.
El titular de Asuntos Exteriores, James Cleverly, dijo ayer que ambas partes siguen trabajando “intensamente” para llegar a un acuerdo y seguirán dialogando en los próximos días, tras mantener una conversación con el vicepresidente de la Comisión Europea (CE) para Relaciones Interinstitucionales, Maros Sefcovic, en la que también participó el ministro británico para Irlanda del Norte, Chris Heaton-Harris.
El protocolo, ideado para evitar una frontera física entre las dos Irlandas, mantiene a Irlanda del Norte dentro del mercado interior comunitario y británico, por lo que los controles al comercio entre el Reino Unido y la UE se llevan a cabo en los puntos de entrada norirlandeses, lo que conlleva una nueva burocracia que afecta al comercio.
Esta frontera comercial situada en el mar de Irlanda es asimismo una barrera política para la comunidad unionista protestante, que mantiene que diferencia a la provincia y pone en peligro su relación con el resto del Reino Unido, más ahora que los nacionalistas quieren avanzar hacia su objetivo histórico de reunificar la isla de Irlanda.