Los legisladores italianos eligieron este viernes a Lorenzo Fontana, miembro de la Liga de Matteo Salvini, como nuevo presidente de la Cámara de Diputados, lo que permite a las dos principales formaciones de derechas repartirse el control del Parlamento tras la victoria del candidato de Hermanos de Italia en el Senado.
Giorgia Meloni y Matteo Salvini se repartieron el Parlamento al colocar en la presidencia del Senado y de la Cámara de Diputados a sus respectivos candidatos, excluyendo de este primer reparto de poder al otro socio de coalición, el veterano Silvio Berlusconi, visiblemente enfadado.
La Cámara de Diputados eligió este viernes presidente a Lorenzo Fontana, un “salviniano” ultracatólico admirador de Vladimir Putin que acaparó 222 votos, con el apoyo de la coalición de derechas ganadora de las elecciones del 25 de septiembre, formada por la Liga de Salvini, Hermanos de Italia de Meloni y Forza Italia de Berlusconi.
La elección de Fontana, referente del ala dura de la Liga por sus posiciones contra el colectivo LGTBI, el aborto y las sanciones contra Rusia, fue recibida por la oposición de izquierdas con una pancarta en la que se leía “No a un presidente homófobo pro-Putin”.
Este jueves, el elegido para presidir la otra sede parlamentaria, el Senado, fue Ignazio Benito Maria La Russa, mano derecha de Meloni y viejo líder del Movimiento Social Italiano, el partido de los últimos fascistas (de hecho lleva el nombre del dictador Mussolini).
Con la elección de los presidentes del Senado y la Cámara de los Diputados quedó constituido el poder Legislativo tres semanas después de los comicios y en breve el jefe del Estado, Sergio Mattarella, iniciará la ronda de consultas para crear el Ejecutivo.
Disputas internas
Meloni, la más votada, espera recibir el encargo de gobernar y lleva varios días preparando una lista de ministros que proponer al presidente, pero el reparto de carteras ha causado el primer traspié en la coalición porque Berlusconi se siente menospreciado.
De hecho el magnate, que ha vuelto al escaño nueve años después de su expulsión del Senado por su sentencia por fraude fiscal, hizo que sus senadores no votaran a La Russa para la presidencia de la Cámara alta para demostrar su malestar (aunque hoy sí votaron por Fontana).
Berlusconi incluso ha dejado ver ante las cámaras del Parlamento un folio en el que había escrito las supuestas características de su aliada Meloni: “Obstinada, prepotente, arrogante, ofensiva. No se puede ir de acuerdo con ella”, se leía en la imagen captada.
El tres veces primer ministro, viejo zorro político, concurrió a las elecciones con sus aliados ultras prometiendo servir como parte moderada de la coalición, pero acaba de constatar que, lejos de eso, por el momento ha sido excluido del reparto del Parlamento.
De hecho ha renunciado a colocar en algún ministerio a una de sus paladinas predilectas, Licia Ronzuolli, con quien Meloni mantiene notorias desavenencias.
En las últimas horas, algunos miembros de Forza Italia han dejado caer que el partido acudirá por su cuenta, solo, a la ronda de consultas en el Palacio del Quirinale para formar Gobierno, pero Salvini ha mediado y asegurado que la derecha se presentará unida.
Entretanto, los partidos del centro-izquierda asisten con cierto estupor a los albores de la legislatura de Meloni, sorprendidos por los nombres colocados al frente de las cámaras parlamentarias.
“Peor que esto ni siquiera con la imaginación más desatada. Italia no merece esta injuria”, comentó el secretario saliente del Partido Demócrata, Enrico Letta, segunda fuerza del hemiciclo.
Sin embargo, la proclamación del nuevo Parlamento italiano ha sido un proceso ciertamente farragoso. La coalición derechista es mayoría y, si se subsanan los rencores de Berlusconi, podrá gobernar, eso está claro, pero se desconoce el peso de la oposición.
Basta pensar que cuando los senadores de Forza Italia dijeron “no” a La Russa, otros 18 de distintos partidos acudieron en su ayuda y lo proclamaron, aunque su identidad es un misterio porque lo apoyaron amparados en la votación secreta.
En definitiva, con la formación del Parlamento, ahora Mattarella deberá encargar la formación de Gobierno, previsiblemente a Meloni y a sus aliados derechistas ganadores de las elecciones, algo que podría ocurrir ya la semana que viene porque no hay tiempo que perder ante la crisis económica y social que atraviesa el país.