El Tribunal de Estrasburgo rechazó este martes la demanda de los padres de la niña Madeleine McCann, desaparecida en mayo de 2007 cuando la familia estaba de vacaciones en el sur de Portugal, que consideran que se manchó su reputación con la teoría policial de que habían sido responsables de lo ocurrido.
Los jueces europeos estiman que Portugal no vulneró su derecho a la presunción de inocencia y que el libro que publicó el inspector que estuvo a cargo de la investigación en un primer momento, en el que desarrollaba esa teoría, además de tener una base argumental basada en hechos, no fue el que desencadenó la campaña mediática que los puso en el centro de atención, que había comenzado antes.
Es más, recuerda que las sospechas que había sobre ellos condujeron a su inculpación en la primera fase de las investigaciones, aunque la Fiscalía acabó levantando las acusaciones en julio de 2008, tres días antes de la publicación del polémico libro del inspector, que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) identifica únicamente por sus iniciales G.O.
En la práctica, la información sobre los elementos de sospecha se habían hecho públicos en detalle, y fueron ampliamente divulgados por los medios internacionales.
Por tanto había sido entonces cuando se había producido el potencial daño a la reputación de los padres, Gerald Patrick McCann y Kate Marie Healy.
El TEDH dio la razón a la Justicia portuguesa, que había negado los recursos previos que habían presentado los McCann en nombre de su presunción de inocencia, porque la versión sobre su presunta responsabilidad en la desaparición de la niña había formado parte de un debate público de interés y la tesis del inspector fue una de las diversas opiniones que hubo en ese debate.
Madeleine McCann, que tenía tres años, desapareció el 3 de mayo de 2007 de la estación turística de Praia da Luz donde estaba con sus padres y sus hermanos de vacaciones.
La investigación dio muchos vuelcos. El definitivo puede haber sido el de 2020, cuando la Fiscalía alemana indicó que había llegado a la conclusión de que la niña estaba muerta y de que el responsable podía ser un hombre encarcelado entonces en ese país, que ha sido posteriormente inculpado a petición de la Justicia portuguesa.