Un incendio forestal muy virulento ha quemado unas 8.000 hectáreas, según cálculos provisionales, y ha obligado a evacuar unas 1.300 personas de ocho poblaciones de la provincia española de Zaragoza (noreste) próximas a la zona montañosa del Moncayo.
El fuego, que comenzó el sábado, tiene tres focos activos y la situación es “crítica” debido a las condiciones atmosféricas adversas de las últimas horas, informó este domingo el director general de Medio Natural y Gestión Forestal de la región de Aragón, Diego Bayona.
La previsión meteorológica, con rachas de viento de 50 o 60 kilómetros por hora, hace pensar que las próximas horas serán también “complicadas” para el trabajo de los equipos civiles y militares de extinción.
El perímetro acotado del siniestro supera los 50 kilómetros, donde han ardido pinares, carrascales y fincas agrícolas, y cuatro carreteras permanecen cortadas.
Los medios se han focalizado en la localidad de Añón, donde se inició, por su proximidad al Parque Natural del Moncayo, un enclave de gran valor natural.
En la región mediterránea de Valencia (este), otro incendio declarado la noche pasada en Vall d’Ebo (provincia de Alicante) ha carbonizado unas 2.200 hectáreas hasta ahora.
“La extinción está siendo muy complicada porque concurren todos los factores determinantes: viento, altas temperaturas, baja humedad y una orografía muy complicada“, explicó hoy la consejera regional de Justicia, Gabriela Bravo.
En el noroeste de España, concretamente en Galicia, seis incendios forestales mantienen 3.380 hectáreas en llamas, el más grande de ellos en la provincia de Orense (2.100 hectáreas).
Otro incendio que comenzó ayer en Jumilla (región de Murcia, sureste) se dio hoy por controlado tras arrasar 400 hectáreas.
Entretanto, el primer gran incendio que afectó a la Sierra de la Culebra de Zamora (oeste), sigue sin darse por extinguido cuando este lunes se cumplirán dos meses desde que comenzara a causa de los rayos de una tormenta. El fuego arrasó 25.000 hectáreas forestales, 15.000 de ellas arboladas.
Este año está siendo catastrófico especialmente en los montes españoles, donde el calor tórrido y la sequía prolongada han favorecido una infinidad de incendios.
Entre enero y julio, ardieron 222.000 hectáreas, según datos del organismo europeo EFFIS, basados en imágenes de satélite, aunque el Gobierno español estimaba provisionalmente una superficie inferior a los 130.000.