Durante una cena el jueves, ambos líderes abogaron por “encontrar una salida al conflicto” y por cooperar para “atenuar los efectos en Europa, en Oriente Medio y en el mundo”, reza un comunicado de este viernes de la presidencia francesa.
Macron “destacó en este sentido la importancia de continuar la coordinación iniciada con Arabia Saudita de cara a diversificar el abastecimiento energético de los Estados europeos”, agrega el comunicado.
Las conversaciones abordaron los “aspectos de la asociación estratégica y los medios de desarrollarla” y “la importancia de estabilizar los mercados mundiales de la energía”, según la agencia de prensa oficial saudita.
Los países occidentales buscan desde el inicio de la ofensiva rusa en Ucrania en febrero que Arabia Saudita, primer exportador de crudo, aumente su producción para aliviar los mercados y limitar la inflación.
Pero el gobierno saudita se resiste a la presión, evocando los compromisos adquiridos con la Organización de los Países Exportadores de Petróleo y sus aliados (OPEP+), que Arabia Saudita y Rusia lideran conjuntamente.
La primera gira europea de Bin Salmán llega unas dos semanas después del viaje a Arabia Saudita del presidente estadounidense, Joe Biden, cuya popularidad decrece por el aumento de la inflación vinculada a los precios de la energía.
Un responsable estadounidense declaró el jueves en una conversación con periodistas de Oriente Medio que existe “una oportunidad para aumentar la producción” y se dijo “optimista” de posibles anuncios durante la próxima reunión de la OPEP.
Los analistas estiman que el encuentro del 3 de agosto será decisivo para saber si la presión occidental dio sus frutos. Para Amena Bakr, de la consultora Energy Intelligencia, el “resultado más probable es un modesto aumento o aplazamiento”.
“Calurosa acogida”
El viaje a Francia de MBS -como se le conoce popularmente- levantó ampollas sobre todo entre los defensores de derechos humanos, que lo consideran como una “rehabilitación” en la escena internacional años después del asesinato del periodista saudita Jamal Khasshoggi.
“Cuando me marcho de su país amigo, tengo el gran placer de expresar a su excelencia mi profunda gratitud y mis agradecimientos por la calurosa acogida y la hospitalidad”, escribe Bin Salmán en un mensaje a Macron.
El periodista, cronista del Washington Post y crítico con el poder saudita, murió a manos de agentes sauditas en el consulado del país en Estambul en 2018. Khashoggi fue estrangulado y desmembrado con una sierra.
Una investigación de la ONU lo consideró un “asesinato extrajudicial del que Arabia Saudita es responsable”. La inteligencia estadounidense afirmó que Bin Salmán “aprobó” la operación contra Khashoggi, pero Riad lo niega.
Coincidiendo con la visita, varias ONGs, entre ellas Democracy for the Arab World Now (DAWN) creada por Khashoggi, presentaron una denuncia en París contra Bin Salmán por complicidad en torturas y desaparición forzada.
“En el marco del diálogo de confianza entre Francia y Arabia Saudita, el presidente abordó la cuestión de los derechos humanos en Arabia”, concluye el comunicado de la presidencia francesa, sin ofrecer detalles.
La oposición de izquierda en Francia lamentó que el presidente del “país de la declaración de los derechos humanos (…) estreche la mano durante mucho tiempo a un hombre que las tiene manchadas de sangre”, en palabras del diputado Alexis Corbière a los medios BFMTV y RMC.
El ministro de la Función Pública, Stanislas Guerini, defendió por su parte el diálogo incluso con países que no tienen “los mismos valores democráticos” que Francia y destacó que había “temas energéticos” sobre la mesa.
“Hay que preparar a Francia para vivir en una situación de escasez, que sin duda será el caso para el gas (…) Hay que encontrar alternativas”, agregó Guerini a la radio Europe 1.