El calendario de estas largas y complejas elecciones internas, que suelen durar varios meses, no se anunciará hasta la próxima semana. Pero antes de que acabase la dramática jornada del jueves, el diputado conservador Tom Tugendhat, presidente de la comisión parlamentaria de Relaciones Exteriores y muy crítico con Johnson, anunció su candidatura. A él le siguió este viernes Rishi Sunak, quien hasta ejerció el martes ministro de Economía del Reino Unido.
Otros que han hecho ya público su interés son la abogada general del Estado Suella Braverman, el diputado “brexitero” y presidente adjunto del Grupo de Recuperación de la Covid-19, Steve Baker, y el titular de Transporte, Grant Shapps.
Un sondeo del gabinete YouGov realizado entre votantes conservadores señaló al ministro de Defensa, Ben Wallace, y a la secretaria de Estado de comercio internacional, Penny Mordaunt, entre los favoritos.
Sin embargo, hasta el momento no han oficializado sus candidaturas.
Fue precisamente frente a la célebre puerta negra de la residencia oficial del jefe de gobierno donde Johnson anunció el jueves que, ante la insoportable presión interna, renunciaba al liderazgo de la formación gubernamental.
“Es claramente la voluntad del grupo parlamentario conservador que haya un nuevo líder del partido y, por tanto, un nuevo primer ministro”, reconoció, sin pronunciar en ningún momento la palabra dimisión.
Afirmó también que permanecerá como primer ministro hasta que su formación celebre elecciones internas en el verano boreal para designar a un nuevo dirigente antes de su congreso anual en octubre. Quien resulte elegido se convertirá automáticamente en primer ministro hasta las próximas legislativas, previstas en 2024.
La carrera por Downing Street
La carrera que libran los aspirantes tories por suceder a Johnson -que se prevé muy abierta- da lugar a todo tipo de cábalas y no parece que vaya a resolverse hasta después del verano boreal.
En un artículo publicado por The Daily Telegraph, Tugendhat, que ya ha recabado apoyos de varios colegas pese a su falta de experiencia gubernamental, promete “erradicar el reciente aumento de la cotización a la seguridad social, reducir el impuesto por combustible y levantar aranceles en importaciones extranjeras”.
Por su parte, Shapps ha sido descrito como “una gran opción” por su aliado y secretario de Estado en su cartera, Robert Courts, que se deshizo en elogios en declaraciones hoy a la BBC sobre el “sobresaliente trabajo” desempeñado por su jefe.
Parece más que probable que el diputado Jeremy Hunt -ex titular de Exteriores y de Sanidad- hará lo propio en los próximos días.
A día de hoy por los pasillos de Westminster hay también runrún sobre las intenciones de la ministra de Asuntos Exteriores, Liz Truss, el ex responsable de Sanidad Sajid Javid, o el nuevo ministro de Economía, Nadhim Zahawi.
Por si fueran pocos, podrían estar rumiando sus opciones la titular de Interior, Priti Patel, el responsable del Grupo de Investigación de diputados conservadores del norte, Jake Berry y hasta Kemi Badenoch, una secretaria de Estado “júnior”, considerada una estrella emergente en las filas del partido.
Llamado a irse “ya”
Una de las figuras del Partido Conservador, el ex primer ministro John Major, elevó inmediatamente la voz contra una situación “insostenible”.
“Por el bien del país, Johnson no debe permanecer en Downing Street (…) más tiempo del necesario”, afirmó, sugiriendo que el vice primer ministro Dominic Raab actúe como jefe de gobierno interino.
Según un sondeo de YouGov, el 56% de los británicos coincide en que Johnson debería dejar ya el poder, entre rumores de que se aferra al cargo para celebrar a finales de mes una fastuosa fiesta de bodas en Chequers, la residencia de campo de los primeros ministros, dado que cuando se casó en mayo de 2021 las restricciones por la pandemia lo impedían.
Para hacer frente a estas críticas, la pareja cambió sus planes para el festejo y ahora tendrá lugar en otra ubicación.
Considerando que la partida de Johnson no basta y se necesita “un verdadero cambio de gobierno”, el líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, evaluaba presentar una moción de censura contra el ejecutivo en un intento de precipitar la convocatoria de unas elecciones anticipadas que serían muy perjudiciales ahora para los conservadores.
No logró resistir
Johnson resistió durante días los llamados a su dimisión, pero acabó claudicando el jueves, cuando ya habían renunciado unos 60 miembros de su gobierno en una sangría que comenzó el martes con dos pesos pesados, el ministro de Finanzas, Rishi Sunak, y el de Salud, Sajid Javid.
Durante unos meses, el controvertido primer ministro había logrado hacer olvidar los escándalos que lo rodeaban gracias a su determinada ayuda a Ucrania contra la invasión rusa.
Pero a principios de junio, se enfrentó a un voto de censura de sus propios diputados. Sobrevivió gracias al apoyo de 211 de sus 359 legisladores, pero los 148 votos en su contra hicieron patente que el descontento no dejaba de crecer.
Varios reveses electorales, los últimos en dos legislativas parciales el 23 de junio, convencieron a un creciente número de diputados conservadores de que Johnson ya no podía liderarlos hacia las próximas legislativas.
Campeón de las elecciones de 2019, cuando logró la más importante mayoría conservadora en décadas gracias a la promesa de realizar el Brexit, el primer ministro cae desde hace meses en las encuestas.
Según los sondeos, una mayoría de británicos lo considera un “mentiroso”.
Desde el denominado “partygate” -el escándalo por las fiestas organizadas en Downing Street durante los confinamientos de 2020 y 2021- hasta la irregular financiación de la lujosa reforma de su residencia oficial, pasando por acusaciones de amiguismo, los escándalos lo cercan.
Tras afirmar lo contrario, Downing Street reconoció que el primer ministro fue informado en 2019 de anteriores acusaciones contra Pincher, pero que las había “olvidado”.