El nuevo concepto estratégico de la OTAN no tiene en cuenta que hay amenazas que proceden de los propios países de la Alianza. Y estas son cada vez más graves, advierte la corresponsal de Deutsche Welle en Rumania, Sabina Fati.
Rusia se menciona 14 veces en el nuevo concepto estratégico 2022 de la OTAN. China es nombrada 11 veces. El hecho de que la peligrosa alianza entre Moscú y Pekín esté tan en el candelero sugiere riesgos inminentes que los líderes de la Alianza Atlántica conocen y demuestra que es necesario actuar con urgencia.
El flanco oriental se reforzará de varias maneras: Polonia y Rumania se convierten en pilares fundamentales de la OTAN en Europa del Este; las tropas bajo el mando directo de EE.UU. serán desplegadas en esta región para contener a Rusia; y la OTAN continúa con su política de puertas abiertas hacia nuevos miembros, mencionando los Balcanes Occidentales y el Mar Negro como “estratégicamente importantes”.
Inestabilidad política y problemas de lealtad
El nuevo concepto estratégico de la OTAN subraya que la Alianza no puede descartar la posibilidad de un ataque a la soberanía e integridad territorial de un aliado. El documento describe un abismo en cuyo borde no solo están los europeos.
El “eje del mal” parece difícil de detener: Siria, Corea del Norte y Rusia ya han utilizado armas químicas en su historia reciente, China e Irán están desarrollando secretamente capacidades nucleares, y peligrosos actores no estatales siguen armándose.
Más allá de este deprimente panorama descrito en el nuevo concepto estratégico de la OTAN, hay una serie de amenazas que provienen de los propios países de la Alianza, pero el organismo no parece tomarlos en serio por el momento.
Algunos países de la OTAN tienen graves problemas de lealtad a los valores euroatlánticos, la inestabilidad política está erosionando la unidad de la Alianza y los Balcanes se tambalean bajo el peso de frustraciones históricas.
El populismo es más peligroso en Oriente
Además, aunque la OTAN puede proteger a Rumania y Polonia de la agresión rusa, no puede protegerlas del mal que estos países pueden infligirse a sí mismos.
Tanto en los Estados miembros del este de la Unión Europea como en los de la OTAN, la Justicia está subordinada a la política, pero estas deficiencias, que perturban el estado de derecho, se pasan por alto debido a la ayuda de Rumania y Polonia a Ucrania y a los refugiados ucranianos.
Hungría parece estar más cerca de Rusia que de la OTAN, Turquía persigue su propia estrategia de creciente influencia tanto en Oriente Medio como en los Balcanes.
Bulgaria está en una balanza inestable, que se desequilibra cada vez que no se inclina hacia Moscú. Eslovaquia y la República Checa nunca han tomado un camino irrevocable hacia Occidente, mientras que Croacia tiene tanto un polo de poder que cuenta con Rusia (el presidente) como uno que prefiere Occidente (el primer ministro).
Asimismo, Bulgaria está minando el norte de Macedonia, Tirana sigue soñando con la Gran Albania y Serbia está de parte de Rusia.
Todas estas grietas son positivas para Moscú: a río revuelto, ganancia de pescadores.
En Rumania, el primer ministro, Nicolae Ciuca, un general prooccidental, sigue siendo vulnerable, a pesar de que la justicia lo rescató tras el plagio de su tesis doctoral. El Estado rumano no solo se está volviendo paternalista, sino que tiende a la autocracia: lo político domina los medios de comunicación, el poder judicial, los organismos independientes y el tribunal constitucional.
El modelo de la Hungría de Viktor Orban se está extendiendo a otros países. El populismo está regresando con fuerza en toda Europa, pero este fenómeno es aún más peligroso en el Este que en el Oeste, porque las instituciones son débiles y no están dispuestas a luchar.
En esta parte del continente, la democracia ha sido más bien un incidente en una historia dominada por dictaduras y autocracias. La pregunta es: ¿puede la OTAN confiar en países que están renunciando gradualmente a las libertades democráticas y ahogando el Estado de Derecho?