El aumento de ataques rusos contra la población civil estaría dando un mensaje de advertencia en momentos en que Occidente busca dar a Ucrania armas de mayor alcance, estima el alcalde de Kiev, Vitali Klitschko.

Fuertes explosiones estremecieron a Mikolaiv, en el sur de Ucrania, este 2 de julio, justo un día después de que, según Kiev, ataques con misiles rusos dejaran 21 personas muertas en la vecina región de Odessa, contando a dos niños.

El Gobierno ucraniano acusa a Moscú de intensificar los asaltos deliberados contra civiles. Entretanto, el Ministerio de Defensa ruso señaló que las embestidas de sus tropas destruyeron cinco puestos de mando del Ejército ucraniano tanto en Mikolaiv como en la región de Donbass.

El aumento de ataques rusos contra la población civil estaría dando un mensaje de advertencia en momentos en que Occidente busca dar a Ucrania armas de mayor alcance. Así lo señaló el alcalde de Kiev, Vitali Klitschko.

Suenan las sirenas

Y es que en el día 129 de la guerra, las sirenas antiaéreas volvieron a sonar justo antes de que fuera estremecida por fuertes detonaciones la ciudad de Mikolaiv, que limita con el puerto exportador de Odessa, donde un día antes al menos 21 personas murieron, incluidos dos niños, por asaltos con misiles rusos. Acciones que Moscú niega.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, acusó al Kremlin de sembrar un “terror deliberado” contra los civiles; mientras el Ministerio de Defensa ruso se limitó a informar que las acciones de sus tropas golpean puestos de mando del Ejército local y algunos almacenamientos de armas.

Por su parte, Rusia afirma que ha estado apuntando a sitios militares y niega haber agredido a civiles. Sin embargo, miles de personas no militares han muerto desde que Rusia lanzó la guerra contra Ucrania el pasado 24 de febrero. Una acción que Moscú llama “operación militar especial” para “desmilitarizar” y “desnazificar” el país vecino.

Los intenciones previas de Kiev de unirse a la OTAN, la alianza político-militar liderada por Estados Unidos, y sus acercamientos con la Unión Europea fueron puntos detonantes de la furia de Vladimir Putin al ordenar el inicio del conflicto.