El gobierno de Boris Johnson, ya debilitado por varios escándalos, se enfrenta este viernes a un nuevo dolor de cabeza por la dimisión de un miembro del ejecutivo acusado de tocamientos, el último de una serie de casos similares dentro del partido conservador.
El regreso es brutal para el primer ministro conservador después de una semana en el extranjero, donde celebró tres cumbres internacionales y tomó distancia de sus dificultades políticas mientras se presentaba como gran apoyo de Ucrania frente a Vladimir Putin.
Los conflictos sociales se multiplican debido a la subida de los precios y, tras el “partygate”, ahora debe enfrentar un nuevo escollo.
En una carta de dimisión fechada el jueves, el “whip” Chris Pincher -encargado de la disciplina parlamentaria de los diputados conservadores- reconoce haber “bebido demasiado” y se disculpa por “la vergüenza que pasó e hizo pasar a otras personas”.
Según varios medios de comunicación británicos, el político de 52 años “toqueteó” a dos hombres -entre ellos a un diputado, según Sky News- delante de testigos, en un club privado del centro de Londres, el Carlton Club, lo que provocó quejas ante el partido.
Verguenza entre los “tories”
La reciente serie de casos de carácter sexual en el seno del grupo en el poder desde hace 12 años resulta embarazosa.
Un diputado sospechoso de violación, sin ser nombrado, fue detenido y puesto en libertad bajo fianza a mediados de mayo. Otro renunció en abril por mirar pornografía en la Cámara de Representantes en su teléfono móvil en abril, y un exdiputado fue condenado en mayo a 18 meses de cárcel por agresión sexual a un adolescente de 15 años.
En estos dos últimos casos, los diputados dimitieron, provocando elecciones legislativas parciales y grandes derrotas para los conservadores, seguidas de la salida del presidente del partido, Oliver Dowden.
“Una desgracia total”
Aunque Pincher dimitió de su cargo sigue, siendo diputado porque habría reconocido sus errores, según el diario The Sun.
“El primer ministro aceptó la renuncia y cree que es lo correcto”, indicó su portavoz. “Por supuesto, considera que este tipo de comportamiento es inaceptable y alienta a quienes deseen presentar quejas a que lo hagan”, agregó.
Pero ante los llamados a su exclusión del partido y a una investigación interna, la presión aumenta sobre Boris Johnson para que tome medidas más firmes.
“Es imposible que los conservadores ignoren una posible agresión sexual”, tuiteó Angela Rayner, la número dos del Partido Laborista, principal grupo de oposición.
“Boris Johnson debe explicar cómo Chris Pincher puede seguir siendo diputado conservador”, añadió, y criticó la “degradación total de las normas de la vida pública” bajo el primer ministro.
En declaraciones a la BBC, la diputada laborista Yvette Cooper, portavoz de Interior de la formación, dijo que “es una total desgracia la respuesta de Boris Johnson, del gobierno. Estas acusaciones son realmente graves, se trata de agresión sexual”.
“Que el primer ministro crea que (Pincher) ha hecho lo correcto al renunciar, que no hay necesidad de una investigación, es una desgracia total”, insistió.
“Necesitamos saber toda la verdad sobre lo que sucedió y cuáles son las acusaciones”, recalcó Cooper.
Un gobierno debilitado
Johnson se vio debilitado por el escándalo de las fiestas organizadas en Downing Street a pesar de las restricciones anticovid durante la pandemia. El caso le valió un voto de desconfianza en su propio campo, del que sobrevivió.
Nombrado en febrero, Chris Pincher -quien lleva desde 2010 en la Cámara de los Comunes- ya había dimitido como “whip junior” en 2017, acusado de haber hecho proposiciones sexuales a un atleta olímpico y potencial candidato conservador en las elecciones. Fue absuelto después de una investigación interna.
Reincorporado por la exprimera ministra Theresa May, se unió al ministerio de Asuntos Exteriores como secretario de Estado cuando Boris Johnson llegó al poder en julio de 2019.
La policía de Londres informó que no hubo denuncias de agresión en el Club Carlton.